La historia de trabajo en el mejoramiento genético del comino en el país se inicia con la inscripción del primer cultivar en 1983. En ese tiempo, un equipo de investigación del INTA liderado por Hugo Ratti, creó la primera variedad fitogenética del país y de la región: Sumalao I. 40 años después y, luego de un minucioso trabajo de selección y estabilización del material original, el INTA Catamarca inscribió la segunda variedad de comino (Cuminum cyminum L.) denominada Valle Viejo INTA.

“A escala nacional no existía ninguna variedad de comino inscripta”, expresó Hugo Sanchez -especialista del INTA Catamarca y uno de obtentores de la nueva variedad- quien agregó: “Entre las características más relevantes, se trata de una semilla nueva creada y generada en el INTA Catamarca. Esta variedad es la única a nivel nacional y me animo a decir a nivel regional”.

En el Valle Central de Catamarca el ciclo del comino comienza alrededor del 15 de mayo y culmina a mediados de octubre. Es una planta anual, herbácea, que puede medir de 40 hasta 120 centímetros de altura. Sus hojas glabras (sin pelos), ordenadas en forma de roseta, son pinnadas o bipinnadas. Al segundo año se desarrollan de 1 a 3 tallos carenados. Las flores, de 5 pétalos, son pequeñas y blancas agrupadas en umbelas compuestas. El fruto es un diaquenio, de 3 a 6 milímetros, levemente curvado, de color marrón y posee un olor característico.

“Valle Viejo INTA se destaca por tener un rendimiento a campo de 1000 kilos por hectárea, que supera ampliamente la media nacional de 350 kilos por hectárea”, indicó el especialista del INTA quien detalló que es una planta de porte pequeño, que no supera los 45 centímetros de altura, con flores rosadas y fruto glabro (sin pelo).

“En la historia del cultivo, este es el segundo comino que se inscribe”, dijo Sanchez quien aclaró que “el primero fue registrado hace 40 años y, con el paso del tiempo, ese cultivar se degradó y contaminó, por lo que dejo de sembrarse y se perdió el material genético”.

La inscripción en el Registro Nacional de Cultivares del INASE habilita su difusión. “Sabemos que este material tiene características distintivas con potencialidad productiva muy superior a la media de los rendimientos alcanzados y otros parámetros, como por ejemplo el rendimiento en aceite esencial”, destacó Sanchez y aseguró: “Contar con un material genético de calidad representa un salto tecnológico”.

Lo que sigue es la certificación, un paso que le permitirá al productor tener la seguridad de conocer qué está sembrando. “Por eso esta nueva variedad es una oportunidad, ya que en la región de Sudamérica el consumo de comino es muy grande. Podemos convertirnos en los principales abastecedores y tenemos las condiciones para serlo”, expresó el especialista del INTA.

Con relación a la demanda de las semillas de comino, Sanchez consideró que “la provincia está posicionada como referente y, si bien no todo el mundo está dispuesto a pagar por un material genético que tiene un costo diferencial, la demanda existe y por ello la importancia de la difusión”.

El equipo de investigadores del INTA dedicado al estudio de las aromáticas está integrado por Maximiliano Zamboni, Luz Lopez y Hugo Sánchez. Todos, desde hace varios años, se enfocan en el desarrollo del comino.