EL TERCER AÑO, SIN MARGEN

Cuando en 2020 se afianzaban los pronósticos de La Niña, todo el sistema agropecuario avizoraba una señal negativa para la producción. Ya en 2019, se había comenzado a sentir fuerte la bajante de los ríos, algo que recién comienza a transitar una recuperación sostenida. También, por entonces, los perfiles de suelo todavía eran un reservorio de agua al cual los cultivos recurrieron para moderar las mermas en los rendimientos. La continuidad del indicador climático negativo durante 2021, profundizó la extracción de agua de los perfiles y cuando ingresamos al otoño de 2022, el intenso frío temprano, confirmó que el peor año aún no había llegado. Hoy a la salida de este trienio, que será difícil de olvidar en la zona núcleo, apenas comenzamos a ver la salida de la sequía, aunque aún en muchos sectores, los perfiles no están en condiciones razonables para lograr un inicio favorable para los cultivos de invierno. Los mapas de anomalía anuales de la precipitación sirven como resumen de este período tan complejo que ha tenido que transitar el sector productivo.

Como podemos ver, a lo largo de los tres años, siempre predominaron las anomalías negativas, salvando el 2021, marcado por un comienzo de lluvias extraordinarias en el centro oeste de la región pampeana. Como vemos, el 2022, fue el año en que las deficiencias fueron más homogéneas a la vez que profundizaron la escasez en la oferta de agua. Es decir, ingresar a la categoría muy escasa, tiene un piso que en gran parte de la franja central del país fue totalmente superado, en muchos casos logrando mínimos históricos. La cuenca del Río Salado bonaerense es testigo de ello.

Como mencionamos la recuperación está en marcha, pero es bastante más lenta que lo esperado. Abril está dando respuestas muy pobres, sobre todo en áreas del sur de la zona núcleo y esto como decíamos, no hace más que acrecentar las incertezas de cara al comienzo de la nueva campaña de granos finos.

Luego de las lluvias con que inició el mes de abril, ingresamos en un periodo estable y con temperaturas que se ubicaron en promedios elevados para inicios del otoño. El desvío positivo de las temperaturas no fue hostil en cuanto a que no se volvió a condiciones extremas, pero se mantuvo un ambiente que puede considerarse impropio para la época. Las condiciones de circulación, con cambio de masa de aire recién comenzaron a concretarse durante la jornada del miércoles. El descenso térmico ha sido significativo.

El avance de la onda frontal tras la cual vino el cambio de circulación cambiando del martes para el miércoles, rearmó la inestabilidad atmosférica. Esta vez los desarrollos nubosos fueron pobres, nubes mayormente estratiformes de escaso desarrollo vertical, las cuales en general dejaron lluvias modestas. Luego, en la transición del miércoles para el jueves, sistemas de tiempo mucho más armados se desplegaron sobre Chaco, norte de SF y sur de Corrientes, marginalmente alcanzaron algunas áreas del norte de la provincia de ER. Algunas tormentas llegaron con intensidad con registros que se ubicaron entre los setenta y los cien milímetros. Evidentemente la zona de mayor contraste térmico para la onda frontal recién se encontró a la salida de la región pampeana. La inestabilidad, lamentablemente, fue muy controlada en el resto de la zona núcleo, con lo cual los aportes pluviales no han sido todo lo favorables que podía esperarse. El panorama, claro está, es mucho más crítico para la zona norte de BA y el sur de SF, donde la necesidad de lluvias es mucho más acuciante.

En resumen, la zona agrícola de la franja central que comprende vastos sectores del norte bonaerense, norte de LP, sudeste de CB y sur de SF, es la que presenta condiciones más de borde, con mayor necesidad de recibir precipitaciones en forma perentoria para salir del estado de sequía o no regresar a él. Es difícil perder humedad en estos días, pero como vemos, es muy vasta la zona donde aún falta ganar la humedad que se esfumó en todo el semestre cálido. La oportunidad puede llegar a comienzos de la semana próxima, pero el margen de tiempo en función del volumen necesario para revertir la escasez dominante comienza a definir un indicador de alerta, en algunos casos de gravedad.