El ovino continúa siendo un buen negocio y tras la sequía, ayudará al productor a recuperar los ingresos de su establecimiento. “Un aprendizaje de esta sequía es que sistemas ovinos bien armados y rentables, ayudan al productor siempre”, afirmó el Ing. Agr. José Ignacio Aguerre, técnico del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) para Tacuarembó y otros departamentos del norte.

Las majadas han tenido distintas realidades después de la sequía, que en muchas zonas está empezando a revertirse. En los departamentos y zonas que recibieron más lluvias durante el verano las majadas están muy buenas y en las zonas con déficit hídrico y forrajero muy marcado, las ovejas perdieron condición corporal, pero ya están en una buena recuperación, porque las lluvias que han ocurrido en las últimas tres semanas, permitieron que los campos comiencen a brotar y, por lo tanto, los ovinos son los primeros en lograr consumir el nuevo forraje verde, porque pueden comer una pastura más baja que los bovinos.

En muchos casos las encarneradas ya comenzaron o están por empezar y el productor sigue apostando a más corderos o mejor calidad de lana, incluyendo más en su esquema la tecnología probada que tiene desarrollada Uruguay a través de años de investigación.
Enseñanzas. Aguerre sostuvo que la sequía dejó algunos mensajes a los productores. “En general, en los sistemas de producción de lanas finas del norte del país, hay una percepción positiva del rubro ovino. En estas circunstancias graves de déficit hídrico, la producción de lanas finas les ayuda a mantener un buen ingreso en el establecimiento”, destacó el técnico del SUL.

A pesar de las duras circunstancias generadas por la falta de lluvias, la producción de lanas finas va a estar y es un ingreso significativo, que en muchos sistemas de lanas finas del norte, les permite pagar renta. En el ejercicio económico 2021/22 que es el último que tiene cerrado el SUL, hay algunos sitios que tienen entre US$ 80 y US$ 90 por hectárea y entre US$ 40 y US$ 60 más de carne ovina por hectárea. “Ese es el impacto económico que tiene el ovino al momento de ayudar al productor a recuperar los números del establecimiento tras la sequía”, recordó Aguerre.

La oveja de lana fina en estos sistemas dedicados al rubro, ayuda a los productores a seguir en pie y continuar con un buen funcionamiento de su empresa, dado que les permite afrontar los principales costos de la empresa agropecuaria a pesar de la sequía.

“Luego viene una realidad de muchos productores afirmados en la opción de tecnologías y con ganas de seguir invirtiendo en el rubro, porque ven claramente que una manera efectiva y práctica para poder generar ingresos genuinos en el establecimiento es con la cría ovina. Eso les permite disponer del cordero a fin de año o en caso contrario, disponer de la venta del cordero el año próximo”, agregó el técnico del SUL.

En la otra vereda, frente al déficit hídrico y forrajero provocado por una sequía histórica para Uruguay, también hubo productores que bajaron la carga de ovinos, pese a que no es una medida aprobada por el SUL.

“En muchos sistemas productivos no hay una carga ovina por hectárea significativa que permita tener una reducción importante como para que afecte el funcionamiento del sistema”, reconoció Aguerre en su entrevista con Rurales El País. “Tener ovinos es rentable y produce muy buenos ingresos para el productor”, recordó el extensionista del SUL.

La data. Una y otra vez los técnicos dedicados a asistir a los productores ovejeros sostienen que “es una medida adecuada seguir reteniendo los ovinos porque va a generar el ingreso económico del predio. En toda esta crisis que hemos vivido, el SUL brindó el mensaje en varias instancias, marcando que entre los pocos procesos que están asegurados está la cría ovina. Llovió, las ovejas están en franca recuperación de su condición corporal y se van a preñar, generando ingreso, porque van a producir lana y un cordero”, dijo Aguerre.
Los números y trabajos científicos demuestran que el ovino no genera problemas y puede convivir perfectamente con los bovinos, aún en los peores momentos. Sólo hay que dejar de lado los mitos y no acordarse de la oveja sólo cuando las papas queman.

“Una oveja a lo largo del invierno va a demandar la cantidad equivalente a 1 centímetro de pasto en el campo natural (de altura)”, recordó el técnico del SUL.

En ese sentido, recordó que un ovino por hectárea consume el equivalente -en los 90 días del invierno- a un centímetro de pasto. Con esto queda demostrado que tener 1 o 1,5 ovinos por hectárea o incluso más, dependiendo de los sistemas, no van a dejar sin forraje a los vacunos del establecimiento.

Por todo esto, el técnico del SUL considera que “es una solución muy estratégica que los productores siempre potencien el rubro ovino. Se entiende que en muchos sistemas productivos es complementario de la producción vacuna, pero no puede ser nunca tan secundario como para que los productores no le presten atención”. Las sequías enseñan y una vez más, la que vamos dejando atrás, mostró que Uruguay debe tener sistemas ganaderos mixtos (ovinos y vacunos), pero con un ovino fuerte, con cargas ajustadas a la realidad forrajera del predio y sin pedirle más comida al campo de la que va quedando o puede generar.

La oveja es protagonista de la historia del Uruguay

Todos los sistemas ovejeros de Uruguay, independientemente de su orientación productiva, producen carne ovina, un producto que el mundo continúa demandando y continúa siendo muy buscado.

La producción ovina ha sido una de los grandes protagonistas en la historia del desarrollo económico y social de Uruguay. Durante mucho tiempo fue el principal rubro proveedor de divisas del país y jugó un papel fundamental en el aprovisionamiento de materia prima. Un aspecto relevante del rubro es que asienta la radicación de la población al medio rural debido a las implicancias del manejo. Este tipo de producción se ubica en diferentes puntos del territorio nacional generando mano de obra en diferentes zonas del país, con predominancia en el noroeste.

La cultura ovejera local y una tecnología muy bien probada

Las exportaciones del rubro ovino bajaron 13% el año pasado y aún así llegaron a generar US$ 265 millones, con una participación mayor de la lana y sus subproductos que en carne ovina, porque el primero de los rubros citados representó el 61% de los ingresos y el el otro 39%. Las exportaciones de carne ovina cayeron 19%, posicionándose en US$ 103 millones, según los datos del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL). En términos de volumen físico, Uruguay exportó 18.617.402 kilos de carne ovina, un 21% menos que durante el 2021. Como en años anteriores, China volvió a convertirse en el principal destino de la exportación, generando US$ 42,8 millones de dólares. El segundo destino en importancia, como lo es Brasil, aportó US$ 26,3 millones.

A su vez, en lanas, Uruguay alcanzó US$ 162 millones, lo que es un 8% inferior en comparación al año anterior, según los datos del SUL. Los efectos de la guerra entre Ucrania y Rusia y los perjuicios generados por el conflicto bélico en la Unión Europea, así como la desaceleración de China -fuerte importador de tops, que es lana lavada, cardada y peinada-, son claves al momento de explicar el menor volumen exportado. Uruguay es el 5º país exportador de carne ovina del mundo luego de Australia, Nueva Zelanda, India y la Unión Europea.

La carne ovina de calidad surgió como producto desarrollado por SUL para mejorar la rentabilidad y la sustentabilidad de los sistemas ovinos de Uruguay.

El cordero pesado tipo SUL, cordero precoz y el cordero precoz pesado son las principales categorías de carne ovina de calidad. El cordero precoz se logra a través de cruzamientos con razas terminales carniceras sobre nuestras majadas tradicionales.

En el rubro lanas, siempre según los datos del Secretariado Uruguayo de la Lana: en lana peinada en tops , Uruguay ocupa el tercer luego luego de China y República Checa.

En lana lavada y sucia juntas Uruguay ocupa el noveno lugar. Mas de 30 destinos se alcanzan con las exportaciones de lana de Uruguay. Hay avances significativos en la calidad de lanas, especialmente en el segmento de las finas, donde Uruguay supo exportar lanas de altísima calidad, con la que se elaboraron prendas que mostraron todo el potencial en las pasarelas europeas.