Con una producción proyectada de 12,4 MTn en trigo y 3,8 MTn para cebada, el clima seco continúa planteando un panorama de gran incertidumbre para los cultivos de soja, maíz y girasol. La baja disponibilidad de humedad y las elevadas temperaturas condicionan el área final sembrada, su dinámica productiva y, por consiguiente, las proyecciones de volumen de la cosecha. El presente informe realiza un análisis de dos escenarios posibles tomando como base las cifras presentadas en el lanzamiento de campaña gruesa 2022/23.

El primero definido como moderado, donde se presentan proyecciones estimadas de producción para soja, maíz y girasol de 41, 44,5 y 3,7 MTn, respectivamente; el segundo, un escenario pesimista (sequía más pronunciada), de 35,5, 37,8 y 3,5 MTn. Ambos escenarios presentan una posibilidad de ocurrencia real, los que podrían alcanzarse en caso de persistir las condiciones agroclimáticas actuales. De cumplirse las estimaciones iniciales de producción presentadas en septiembre 2022 habrían implicado una caída del Producto Bruto Agroindustrial (PBA) respecto a 21/22 de 4.067 MUSD (-8% i.c.).

Sin embargo, el empeoramiento de la situación climática resulta en caídas superiores, del orden de los 11.025 MUSD (-21% i.c.) bajo el primer escenario, y de 15.743 MUSD (-30% i.c.), en el segundo (mayor caída en producción). El impacto negativo de la sequía con relación a las proyecciones de septiembre 2022 es equivalente al 1,1% o 1,8% del PBI, según sea el escenario. Estas proyecciones también representan un efecto negativo sobre las exportaciones las cuales se estiman con caídas del orden de 9.226 MUSD (-21% i.c.), y de hasta 14.115 MUSD (-33% i.c.), en el escenario de mayor sequía. Finalmente, en términos de recaudación fiscal el Estado dejaría de percibir entre 3.143 MUSD (-18% i.c.) y 4.739 MUSD (-27% i.c.), dependiendo el escenario, principalmente por caídas en los derechos de exportación.

La campaña 22/23 se caracteriza por atravesar un escenario complejo donde se espera que la producción de los principales granos sufra recortes significativos desde las proyecciones publicadas en el lanzamiento de la campaña gruesa el último septiembre. Por motivos climáticos, aumento de los precios de los insumos y políticas que, en conjunto, modifican la decisión de los productores, se estimó un menor volumen de producción de granos.

Sin embargo, el prolongamiento del fenómeno La Niña, que ocurre por tercera campaña consecutiva, ha agravado aún más la situación dificultando el proceso de siembra, el desarrollo de los cultivos junto al área apta para cosechar, provocando caída en los rendimientos potenciales. La etapa productiva de los cultivos de invierno ya se encuentra definida y dada la situación climática que atravesaron, los niveles de producción se ubicarían por debajo de la campaña 21/22 y del promedio de las últimas 5 campañas, especialmente de trigo. La sequía también afecta a los cultivos de verano por lo que el panorama de los próximos meses es aún incierto. Si bien se espera que las lluvias vuelvan en los próximos meses aliviando la situación de los suelos en la campaña 2023/24, las mismas no permitirían mejorar el presente ciclo productivo.

La caída de la producción de granos implica una reducción de las exportaciones, de la recaudación impositiva vinculada al sector, y de su aporte al PBI.

Desde septiembre pasado los niveles de producción de cebada y trigo sufrieron recortes de 1,2 y 5,1 MTn respectivamente, concluyendo con una producción de 3,8 MTn y 12,4 MTn, respectivamente. En términos generales, la ausencia de precipitaciones a lo largo de la campaña, junto a las reiteradas heladas en momentos críticos para la definición de los rendimientos, provocaron mermas y pérdidas de área cosechable, siendo el Centro-Norte y Sur de Córdoba, ambos núcleos y el Norte de La Pampa-Oeste de Buenos Aires, las regiones más afectadas.

Al momento de la presente publicación y próximo al cierre de la ventana óptima de siembra sobre el centro del área agrícola, la implantación de soja cubre el 81,8% de las 16,7 MHa proyectadas, manteniendo una demora interanual de 11,7 p.p., y una demora de 11 p.p. con respecto al avance de siembra de las últimas cinco campañas. Paralelamente, la incorporación de cuadros de maíz posee una demora de 14,6 p.p. con respecto al avance medio de las últimas cinco campañas, cubriendo el 69,9 % de las 7,3 MHa proyectadas para la campaña 2022/23, siendo el maíz tardío y de segunda ocupación los planteos más afectados por la falta de humedad superficial sobre el centro del área agrícola.

Mientras tanto, en girasol la situación es heterogénea producto de la disparidad de las precipitaciones. En el norte, la falta de lluvias y heladas durante la floración del cultivo generó mermas el rendimiento, mientras que, en los núcleos girasoleros del sur de la provincia de Buenos Aires, el potencial productivo se mantiene cercano a los promedios de las últimas campañas.

La significativa reducción en los niveles de producción implica bajas sobre las exportaciones de granos y subproductos. Las ventas al exterior de trigo y cebada rondarían los 5,8 MTn y 2,19 MTn, disminuyendo un 47% y 35%, respectivamente, en relación al escenario Base; para el maíz, de cumplirse el escenario A o B, las exportaciones podrían rondar las 28 MTn o 21 MTn, lo que implica una disminución de un 16% y 36%, respecto a Base; por último, para el caso del complejo soja, la suma del volumen exportado en relación a Base se estima un 16% más bajo en el escenario A, o de 29% en el escenario B (Gráfico 5), entre 6,4 y 11,4 MTn menos.

En concreto, se estima una significativa caída en la contribución económica de los complejos agroindustriales tras el shock climático: el Producto Bruto Agroindustrial se ubicaría en un rango de USD 42.136 millones y USD 37.418 millones, perdiéndose USD 6.958 millones en el escenario A y USD 11.676 millones en el escenario B, respectivamente, con relación al escenario Base. Es decir, las dimensiones de estas pérdidas y, considerando las últimas proyecciones del FMI sobre el PBI de Argentina para el año 2023 (sería de 643.797 millones de USD), la caída del escenario A (comparado al Base) es equivalente a 1,1% del PBI, mientras que el escenario B tendría un impacto negativo equivalente al 1,8% del PBI. La cadena de valor de la soja tendría la mayor caída en su contribución a la economía. Respecto al escenario Base, sus aportes descenderían entre USD 3.320 y USD 6.308 millones dependiendo el escenario final. Mientras que, en una misma sintonía, los aportes del maíz caerían entre USD 1.479 y USD 3.111 millones.

De cumplirse la disminución en los niveles de producción y encontrarse una tendencia bajista de los precios internacionales, las consecuencias a nivel microeconómico y macroeconómico se agravarán, dada la participación que tiene el sector agroindustrial en el agregado de la economía argentina.