Desde nuestra oficina, prevemos una tasa de inflación, para 2023, por arriba del 110%. Se trata de un ratio muy superior al 60% estipulado en el Presupuesto.

La inflación núcleo, que es la menos volátil, desde hace unos seis meses se aproxima al 6% mensual. La núcleo no incluye los bienes y servicios con características estacionales ni los regulados.

Con una inflación mayor al 6% mensual, es muy probable que ésta se acentúe. Y el año, entonces, supere el 110%.

Entre las principales razones para ello, hay que destacar el problema del balance comercial que este año será terrible, fundamentalmente porque respecto al año anterior habrá una reducción de aproximadamente 21 mil millones de dólares, dada la magra cosecha por llegar.

Veamos con mayor detalle el caso de los dos principales granos: una cosecha de soja de 30 millones de toneladas significaría una caída de alrededor de USD 13.000 millones. Y una producción de maíz de 39 millones de toneladas implicaría una reducción de divisas de USD 5.200 millones.

La tirantez cambiaria, a consecuencia del menor nivel de divisas, asegura una tasa de devaluación acentuada, lo que alimentará la inflación para los próximos meses.

No solo es el problema de cumplimiento de las metas con el FMI. Lo realmente grave será (y ya lo es) la falta de disponibilidad de dólares para insumos que frena la actividad económica.

Algo que en la zona agrícola ya se está sintiendo. Y, en general, en al interior.

Por la caída en la producción, los dólares serán cada vez más escasos y ello, además, impactará en circuito comercial y productivo de la nueva campaña agrícola. A partir de mayo, el fenómeno será alarmante.

Debe agregarse a esto la suba del precio de la carne que todavía no ha cesado. Es que apenas lleguen las lluvias el grado de retención, lógicamente, se elevará.

En un año electoral, la emisión monetaria para asistir al fisco seguirá en aumento. La brecha cambiaria en alza, con mayores restricciones a las importaciones y tensiones cambiarias dan soporte a esta expectativa. Más aún, si tomamos en cuenta las paritarias que conllevan expectativas de inflacionarias crecientes.

En tanto el remanente de soja que aún sin liquidar de la última cosecha está en la mira del gobierno, desesperado por divisas.

Descontando el producto que se destina al uso para semilla, consumo en chacra, producción de expellers y pérdidas, según la BCR faltarían por comercializar alrededor de 3,5 millones de toneladas de soja.

Si se agrega el volumen de 3 millones de toneladas, por negocios realizados con precio a fijar, el stock final llegaría a cerca de 6,5 millones de toneladas.

El gobierno sabe que si, pone en práctica un “dólar 3” podría contar con la entrada de más de 3 mil millones de dólares, aunque quede un remanente sin tocar.

Es posible que algo así se concrete, sobre todo porque el dólar anterior llevó a la anticipación de ventas que deberían haberse dado en febrero.

Mientras tanto, el mercado de Chicago se desarrolló este lunes en alza.

El soporte de esta suba es el déficit de humedad y tremendo calor que continúa en nuestro país. Como un “soplete”, deteriorando los cultivos de soja y de cereales como el maíz y el sorgo.

Nuestra estimación 30 millones de toneladas para la soja está también en los cálculos de muchos operadores, algo que sin duda presiona a la suba sobre los valores.

Contribuyó a las alzas, los excesos de humedad en el sur de Brasil, en Estados como Paraná.

Con lo dicho, no se trata de diseminar desánimo. Por el contrario, se trata de alentar las fuerzas e incentivar el ingenio.