UNA DEFICIENCIA POTENCIADA

Durante el transcurso del 2022, los totales pluviales lejos de lograr correcciones, terminaron con guarismos que expresan deficiencias que potenciaron el comportamiento de las campañas previas. Este año como los anteriores tuvo de fondo el fenómeno La Niña como principal forzante negativo de gran escala. Por momentos cuando este evento se debilitó la recuperación pluvial fue significativa, siempre que coincidió con un buen patrón de circulación de la escala regional. En este sentido se destaca lo sucedido entre mediados de enero y marzo en el noroeste de BA, sectores del norte de LP y sudeste de CB, donde se las lluvias fueron excesivas. Sin embargo cuando se computa el recorrido anualizado de las precipitaciones, estos excesos pluviales quedan totalmente absorbidos por las deficiencias.

Toda la zona núcleo y el norte del país se mantiene dentro de la categoría de lluvias más escasas, destacándose un mejor comportamiento en la provincia de Misiones, sobre todo con la recuperación pluvial que se fortaleció entre finales de agosto y principios de noviembre. Dentro de la provincia de BA se observan algunas zonas del centro, donde las lluvias sumaron valores normales (Pehuajó, Azul, Bolívar entre otras), definiendo una suerte de oasis donde si bien las lluvias muestran una señal negativa, la misma es más moderada.

La Patagonia tuvo un comportamiento muy irregular. La zona de alta presión ubicada muy al sur facilitó muchas sudestadas y luego hubo muchos frentes estacionarios sobre Chubut y RN, algo que terminó sumando lluvias que superan los valores estadísticos. Esto no se manifestó en el sur de la región. En el sur del NOA también se dieron algunas periodos con lluvias importantes que terminaron por marcar la diferencia en el período completo, pero en general es un comportamiento excepcional, dado que la principal zona del NOA esta terminó tan seca como el resto del país.

De acá hacia adelante y desde el punto de vista meteorológico, la mirada que podemos hacer viene muy atada al cambio de posición que está ocurriendo respecto del fenómeno La Niña. Como decíamos, este indicador ha venido jugando desfavorablemente en forma continua pero ha tenido algunos momentos de menor influencia. En general estas temporadas no se relacionaron directamente con su ausencia o debilitamiento, sino con una mejor performance de la escala regional.

Para poner un ejemplo sencillo de entender. La campaña fina en la provincia de ER no ha tenido malos resultados teniendo en cuenta el contexto Niña. En los momentos claves de la definición del trigo, hubo ventanas húmedas favorecidas por la circulación de escala regional, algo que no se vio en el resto de la zona núcleo. Entrando a la gruesa, la provincia de ER se acopló a las deficiencias que ya venían golpeando al resto de la franja central. La escala regional no tuvo más respuestas para dar y las ventanas húmedas desaparecieron. En el sur de la región pampeana, sobre todo en el sudoeste ha pasado lo mismo, la campaña triguera ha sido buena, pero como vemos los totales pluviales anualizados, prevalecen dentro de categorías negativas.

Como mencionamos en otros informes, ha llovido mejor en el oeste. De nuevo el contexto Niña apenas cambio, pero la circulación desplazó las masas de aire con mayor contenido de humedad hacia el oeste y como resultado aparece ese diferencial positivo a favor de CB, LP, oeste de BA.

Si se van validando las tendencias, a medida que avancemos sobre el mes de febrero deberían consolidarse la salida del enfriamiento del Pacífico Ecuatorial. Este indicador que dominó el escenario climático a gran escala durante los últimos tres años, ya debería ir dejando el paso librado hacia una normalización pluvial, algo que propone un otoño con precipitaciones más generosas y sobre todo buenas recargas en los perfiles de suelo.