Según los valores hallados, la huella de carbono de la leche cruda de vaca producida en los Países Bajos en 2019 fue de 992 gramos de CO2 equivalentes por kg de leche corregida por grasa y proteína (FPCM), en comparación con 1.522 gramos de CO2 equivalentes en 1990.

Según los investigadores, la tasa de reducción de la huella de carbono calculada se ve afectada por el alcance del estudio, resulta menor cuando se consideran el cambio directo en el uso de la tierra (32 %) y el balance de carbono orgánico del suelo (29 %). No obstante, agregan que si bien los cambios metodológicos afectan el nivel absoluto de la huella de carbono hasta en un 27 %, su impacto en la tasa de reducción a lo largo del tiempo resulta insignificante.

El equipo de investigación concluyó que muchos elementos han influido en la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero por kg de leche. Algunos de estos factores son el menor consumo de electricidad, el consumo de alimentos compuestos por kg de leche, una reducción a casi la mitad en la cantidad de nitrógeno aplicado como fertilizante por hectárea y el aumento en la productividad de las vacas lecheras con rodeos más jóvenes y más pequeños.

En este proceso, el sistema lácteo holandés ha evolucionado hacia un menor pastoreo y menos superficie dedicada a pasturas permanentes, lo que disminuyó el secuestro de carbono, dijeron los investigadores. La variación en las emisiones de gases de efecto invernadero entre 1990 y 2019 se ha modificado de la siguiente manera:

- Metano entérico: -15%

- Producción de forraje en finca: -52%

- Recursos comprados: -54%

- Almacenamiento y establo de estiércol: +26%

- Uso de energía: -47%

Los investigadores insisten en que para lograr los objetivos climáticos, se debe aumentar la tasa de reducción anual y se requieren esfuerzos adicionales para que el sector lácteo neerlandés desempeñe su papel en la limitación del calentamiento global a 1,5 °C.
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Destacaron que la industria necesita reducir las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el estiércol y la fermentación entérica, pero agregaron que el principal desafío futuro es encontrar un conjunto equilibrado de medidas para reducir integralmente todas las fuentes de emisiones de GEI dentro de la huella de carbono de la leche.

Margrethe Jonkman, directora global de investigación y desarrollo de FrieslandCampina, dijo que la investigación mostró la determinación de los productores lácteos de los Países Bajos que siguen comprometidos con la entrega de alimentos con un impacto climático cada vez más bajo.

“Somos conscientes de que nuestros objetivos climáticos hacia 2030 requieren aceleración. Pero esta investigación y nuestro propio monitoreo extensivo a nivel de granja individual son positivos y muestran que nuestros productores lecheros miembros pueden lograr esto”.

Fuente: Bioeconomia.info - Emiliano Huergo