Daniel Rubio, productor agrícola ganadero de Soriano, dijo que “no ve ninguna otra alternativa que tenga el impacto en la producción que tiene el riego”, expresó que en maíz se puede llegar a 16.000 kilos de forma sistemática y en soja a 4.300, y se mostró optimista de regar unas 10 veces más de lo que se hace hoy. En Uruguay habría espacio para regar 2 millones de hectáreas, y sustentado en las políticas de la COMAP cualquier incremento de producción lo hace muy rentable.

-Usted produce en la zona de Cololó, Soriano. ¿Cómo se han desarrollado los cultivos de invierno este año?

-No planté canola, pero he hablado con productores que están cosechando 300 o 400 kilos más de lo que pensaban y todo dependió de la época de siembra, las variedades y, sobre todo, de la fiesta de la lluvia. La cebada no arrancó, recién algunos tanteos. Las malterías flexibilizaron los ingresos, lo que tiene que ver con el exceso de proteína por menos rendimiento o el tamaño de grano. Lo mismo: fue importante la época de siembra y pienso que el partido en cebada se jugó en el llenado de grano y dependió mucho de las lluvias. Tenemos un área con riego que le aplicamos 140 mm, lo cual es muy raro y a nosotros nunca nos había pasado. Hay una diferencia importante entre los cultivos de secano y los de riego.

-¿Cómo ve el ingreso de la canola y el descenso de área de la cebada?

-Si bien evaluamos muchos materiales, nunca planté canola. Asumiendo que el potencial de rendimiento que tiene es la mitad que en el trigo y la cebada, los números me daban iguales. Antes de probar algo nuevo preferí hacer cebada, aunque reconozco la ventaja de la cosecha anticipada y así entrar antes con la soja. Como contrapartida, el rendimiento es variable. Nosotros tenemos estabilizados los rendimientos de cebada en torno a los 6.000 kilos en secano, eso implica que para competir tenemos que sacar tres toneladas de colza que no se si es muy presupuestable. Va a entrar en el sistema la canola, probablemente el año que viene.

-¿Cómo es su esquema de rotaciones?

-Hacemos cebada, soja de segunda (donde no va maíz), cobertura, soja de primera y después invierno de nuevo. El período varía según los precios, pero después pasamos a una pradera. Son praderas de corta duración, tal vez dos veranos, con impacto en la rotación en términos de materia orgánica, de producción, demanda de nitrógeno en el cultivo siguiente y analizamos seriamente armar un semillero de trébol rojo. Las áreas con riego están en rotación continua en este momento y tenemos productividades muy altas, que andan en los 12.000 o 13.000 kilos de maíz y son sustentables en el tiempo. En secano no es así.

-¿Cómo es su experiencia con el riego?

-Hacemos riego con pivotes suplementarios. Un invierno frío y seco es lo que precisas para el cultivo de invierno. Lo que cambia es cuán seco sea. Este año se le fue la mano y hemos tenido que echar 40 mm o 60 mm. La respuesta es económicamente rentable. Esta zafra va a ser mucha la diferencia, tal vez 2.000 kilos y, ojalá, no sea tanto porque es en detrimento del secano, pero va a ser significativo. Es una referencia que manejamos, pero ahora cuando empecemos la trilla se van a despejar las dudas. No haríamos una inversión en riego para invierno, pero ya que tenemos los equipos se usa. Es muy aleatoria la demanda.

-¿Y en los cultivos de verano?

-Integro el grupo de Regadores Unidos y estamos cerca de 30.000 hectáreas regadas con pivote. Hay un trabajo muy bueno en la generación de información que no sobraba, en conjunto con Facultad de Agronomía y se ha generado información muy valiosa a nivel de campo. En maíz, la brecha tecnológica con la investigación es muy baja, tenemos chacras de 16.000 o 17.000 kilos, cerca del máximo genético en nuestras condiciones climáticas. En soja la brecha es más grande, pero el año pasado se achicó mucho con la incorporación de nuevos materiales genéticos con alto potencial que cuando les das todo responden con rindes altos. La realidad es que el maíz con riego rinde un 120% o 130% más que en el secano y en soja va de 45% a 60% en primera o segunda. Eso es muy rentable.

-¿Cuántos kilos pueden sacar ustedes de forma sostenida en chacras regadas?

-Regadores Unidos tiene chacras grandes de 16.000 kilos de forma sistemática en dos o tres años. Nosotros andamos en 13.000 kilos o algo más. Ajustamos el paquete tecnológico, el nitrógeno, manejamos el agua, pero siempre vamos a la ley del mínimo. Hay que ver las poblaciones, los híbridos… En soja es más variable la respuesta, pero andamos en 4.200 o 4.300 kilos con riego. En Regadores Unidos hubo chacras que llegaron a 6.000 kilos que se acerca bastante al máximo tecnológico posible.

-¿El riego tiene mucho espacio para crecer?

-Sí, definitivamente lo tiene. No veo ninguna otra alternativa que productivamente pueda tener el impacto que tiene el riego en ninguna otra herramienta. La forestación lo tuvo en su momento, pero el riego es la única alternativa de cambiar las tasas de crecimiento de forma considerable. La COMAP es una de las patas del riego. Favorece la inversión que en este caso es muy alta. Uruguay es un país caro, donde hay que hacer represas y conducir el agua, en otros lugares es más sencillo. A pesar de eso los proyectos de riego son rentables y la COMAP los hace más atractivos en precios relativos. Falta información y hay un tema importante en el acceso a la energía eléctrica que es una limitante para un crecimiento que pienso podría llegar a las 300.000 hectáreas regadas, lo cual es 10 veces lo que se hace actualmente y podría tener un impacto de dos puntos de producto por año.

Complementaríamos con 200.000 há o 300.000 há de pasturas regadas. En Uruguay, según un estudio de FAO, hay dos millones de hectáreas regables. De corto plazo veo accesible llegar a esas 300.000 hectáreas que te decía. Debe ser una estrategia país. No sé qué otra herramienta puede tener la tasa de impacto en el país que sí puede tener el riego.