La pérdida y el desperdicio de alimentos también contribuyen en gran medida a la crisis climática, habida cuenta de que suponen hasta un 10 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

Y, aunque el mundo produce suficientes alimentos para abastecer a su población, casi 830 millones de personas siguen pasando hambre cada día.

✓ En la región de América Latina y el Caribe:

Se pierde el 11,6% de los alimentos después de la cosecha hasta la etapa de venta, equivalente a 220 millones de toneladas al año.

La región presenta uno de los costos más altos a nivel mundial para acceder a una dieta saludable, superando los 4 dólares al día y muchos de los alimentos saludables como frutas y hortalizas que aportan en la nutrición y la salud de las personas, son los que más se pierden y desperdician.

✓ En Argentina:

Un total aproximado de 16 millones de toneladas de alimentos en su “equivalente primario” es lo que se pierde y desperdicia por año, lo que representa el 12,5 % de la producción agroalimentaria del país. De este total, las “pérdidas” explican el 90% -14,5 millones de toneladas-, mientras que el “desperdicio” sólo el 10% -1,5 millones de toneladas-.
Pérdidas: 362 kg por persona por año. Para ejemplificar, por persona/año equivaldría a perder 1800 naranjas medianas (200 g/unidad) o 724 paquetes de fideos (500 g/envase).

Desperdicio: 38 kg por persona por año. Para ejemplificar, por persona/año equivaldría a desechar 380 manzanas al año (100 g/unidad) ó 253 milanesas al año o 76 platos de comida por persona por año (500 g/plato). América Latina (25 kg/persona/año); Estados Unidos y Europa (115 kg/persona/año).

La categoría de frescos- frutas y hortalizas- es una de las que más desperdicio presenta, porque se deterioran con rapidez. Si no se recolectan en la etapa correcta de maduración y si no se manipulan de forma adecuada en toda la cadena de distribución, sufren tanto en términos de calidad como de cantidad, lo que da lugar a pérdidas y a la reducción de los ingresos de todos los que participan en su producción y su manipulación después de la cosecha. Además, una manipulación indebida y las infestaciones acortan su vida útil, lo que, a su vez, limita su venta y acarrea pérdidas económicas.

Abordar estas ineficiencias y romper el círculo vicioso entre la pérdida y el desperdicio de alimentos y el cambio climático, sobre todo en un momento de inflación de los precios de los alimentos, es una prioridad fundamental.

Desde el 2019, la Organización de las Naciones Unidas, declaró el 29 de septiembre como Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos en el mundo, con el fin de sensibilizar a toda la sociedad sobre la importancia de este tema y avanzar en el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 12, para garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.