El estadounidense Mike Barrow, propietario de la bodega Costaflores Organic Vineyard (Mendoza, Argentina), creó un sistema que permite vender, directamente a los consumidores, todas las botellas de una partida poco tiempo después de la cosecha. ¿Cómo es posible? A través de criptoactivos, según explicó hoy el innovador empresario durante el Congreso CREA 2022, que se está desarrollando hasta mañana viernes en la Rural de Palermo (CABA) con el lema “Ampliá el campo de tu mirada”.

Barrow, consultor informático, ingresó en 2003 al mundo vitivinícola al comprar un terreno en Perdriel (Luján de Cuyo) para comenzar a plantar viñas de Malbec, Petit Verdot y Cabernet Sauvignon en el marco de un esquema de producción orgánica.

La primera producción del vino, denominado “Mike Tango Bravo” o MTB, empezó con la cosecha del 2007, junto al enólogo Patricio Santos, con un corte de Malbec (55%), Petit Verdot (35%) y Cabernet Sauvignon (10%). "Cuando saqué mi primera botella de vino, tenía que venderla sin saber nada al respecto”, recordó Barrow. “El vino, a diferencia de otros productos, tiene una gran elasticidad de precios, que pueden ir de 2 a 20.000 dólares por 750 mililitros de jugo de uva fermentada”, añadió.

“El vino además mejora con el tiempo durante un determinado plazo, que no es infinito, y tiene el concepto incorporado de escasez, pues una partida de una añada tiene un determinado número de botellas. Y me preguntaba, ¿no habrá algún mecanismo que permita que el público pueda determinar el precio de un vino?", apuntó.

Con el surgimiento de la tecnología blockchain, surgió la posibilidad de emplearla para cambiar el sistema comercial. Y en 2018 comercializó la primera partida tokenizada por medio de la venta de un criptoactivo (MTB18) respaldado por botellas de vino de esa campaña.

Normalmente, las bodegas deben esperar muchos meses o años antes de percibir ingresos por su producción. La gran ventaja de tokenizar los vinos es que pueden empezar a venderlos pocos días después de finalizar la fermentación. Es decir, las bodegas pueden emitir los tokens a la venta una vez que hayan terminado de calcular el volumen total de botellas por elaborar, analizar el vino y declarar las partidas al Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).

La gran ventaja de tokenizar los vinos es que pueden empezar a venderlos pocos días después de finalizar la fermentación.

Como en 2018 la producción fue de 16.384 botellas, se emitieron entonces 16.384 tokens valorizados al precio mayorista del vino. ¿Y qué sucede con esos tokens? Cuando el vino está listo, se pueden cambiar (“redimir” en la jerga de blockchain) por botellas de vino, guardarlos o bien venderlos en una plataforma digital diseñada por la bodega.

Mientras que en el MTB18 tiene, por ejemplo, un valor actual de 5,70 dólares, el MTB21 –correspondiente al vino de la cosecha 2021– es de 1,79 dólares. Los tokens de vino tienen una vigencia de diez años y luego expiran. “No controlo el valor del peso o del dólar, pero sí controlo el vino e intento hacerlo cada vez mejor”, afirmó Barrow.

Además de adelantar ingresos, la tokenización del vino permite que el valor final del mismo quede en manos de los consumidores, quienes, en la plataforma digital, crean un mercado con las diferentes partidas. Si bien un token siempre es equivalente a una botella de vino, el valor del token puede cambiar en el tiempo.

Si bien un token siempre es equivalente a una botella de vino, el valor del token puede cambiar en el tiempo.

La venta de tokens se realiza mediante los denominados “smart-contracts”, los cuales, si bien permiten reducir costos al eliminar intermediarios, representa un desafío logístico para la bodega, pues, al momento de “redimir” los tokens, debe hacerse entrega del vino en un plazo adecuado.

La tokenización de vinos es una de un total de tres herramientas creadas por Barrow para transformar la industria vitivinícola por medio de un sistema denominado “OpenVino”, el cual, una vez probado en Costaflores, está a partir de este año en proceso de implementación en otras bodegas argentinas.

El segundo concepto de OpenVino es la “Transparencia Extrema” por medio de la difusión en tiempo real de datos contables, comerciales y analíticos, bitácoras de trabajo, registros tomados por sensores ambientales y transmisión de imágenes de la bodega.

El tercer módulo comprende la “Trazabilidad”, que consiste en diseñar una plataforma orientada a conocer a los clientes con el propósito de fidelizarlos. “Veía que salían las cajas de vino en Mendoza hacia Buenos Aires, Barcelona o Nueva York y me preguntaba quién está detrás de cada copa y cómo medir la experiencia de cada persona con el vino”, rememoró.

En el marco del concepto “You Drink It, You Own It” (“Lo tomas y lo tienes”), las bodegas agregan un código QR serializado en las contra-etiquetas de sus botellas para que el consumidor pueda escanearlas con su teléfono celular y enviar sus datos, además de contestar preguntas sobre la experiencia obtenida con el vino.

Los consumidores que comparten sus datos reciben un token que equivale a una participación de la bodega (“acciones”), los cuales, en función de las utilidades futuras generadas por la empresa, luego pueden generar “dividendos” que son abonados con tokens de sus vinos.

“Estas innovaciones descentralizadas permiten que el valor sea recibido por los que producen. Estoy tokenizando vinos, pero se puede hacer con muchos otros productos”, afirmó Barrow, para luego indicar que la tecnología de blockchain comenzará a erosionar el fundamento de muchos sectores, como puede ser el caso de los bancos o las certificadoras.
“Argentina es en estos momentos uno de los países más importantes en el desarrollo de estas nuevas tecnologías, uno de los epicentros de las herramientas que tienen la potencialidad de cambiar las formas de intercambiar valor, y tenemos que proteger esa gallina de los huevos de oro porque estamos en un momento único”, concluyó Barrow.