Para dar una respuesta a la situación de altos precios de fertilizantes y a los problemas de disponibilidad de stocks a nivel global- especialmente los países que tenían alta dependencia de importaciones provenientes de Ucrania, Bielorrusia y de la Federación Rusa-, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) organizó un seminario virtual para divulgar técnicas y métodos que pueden ayudar a los países a enfrentar la escasez de fertilizantes producto de la guerra en Ucrania.

Expertos y autoridades de Argentina, Brasil, Chile, Perú y de países del Caribe dieron a conocer sus experiencias en el uso de biofertilizantes (fertilizantes orgánicos), compost, y técnicas como la rotación de cultivos y el uso de leguminosas, que permiten sustituir o complementar los fertilizantes químicos. “Necesitamos innovar para enfrentar la escasez y el alto precio de los fertilizantes sintéticos, y la diversificación de fuentes de nutrientes es una estrategia para una agricultura más resiliente. Además, el uso de biofertilizantes puede contribuir a que la agricultura sea más sostenible”, dijo Julio Berdegué, representante de la FAO para América Latina y el Caribe.

Berdegué destacó que la FAO también recomienda una serie de medidas de corto plazo para enfrentar la escasez y el alto precio de los fertilizantes, que incluyen: priorizar su uso para fines agropecuarios y mejorar su eficiencia; mantener abierto el comercio internacional de estos insumos; monitorear los stocks, volúmenes de importación y precios; compartir dicha información a través de plataformas transparentes. Experiencias de la región: el caso de la biofábrica en Reconquista, Argentina El ingeniero agrónomo y especialista en Agroecología de la Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (SAFCI) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Argentina (MAGyP), Federico Pognante, expuso sobre el funcionamiento de la biofábrica inaugurada en mayo pasado dentro de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) del INTA Reconquista, en Santa Fe, producto del convenio firmado entre la SAFCI y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

Se trata de un centro de producción de bioinsumos y preparados biológicos que busca abastecer a agricultores familiares de la región que se encuentren produciendo de manera agroecológica o en transición. “Los productos que elaboramos los destinamos a uso propio dentro de la Experimental del INTA Reconquista y también los damos a prueba a productores de la zona”, comentó Pognante.

El centro de producción de bioinsumos se montó en un galpón de la Experimental de 80 metros cuadrados, y fue equipado con el mobiliario e instrumental necesario para que funcione la biofábrica. “Nos llevó 6 meses ponerla a punto. Actualmente estamos produciendo alrededor de 200 litros de biofertilizante super magro. También producimos otros bioinsumos, a razón de 50 litros mensuales, de los cuales algunos funcionan como repelentes de insectos, bioinsecticidas, fungicidas biológicos y fitoterápicos que son productos naturales para prevención de enfermedades en la producción animal”, expresó Pognante.

El especialista en Agroecología de la SAFCI aclaró que todos los insumos para elaborar los productos salen de la Experimental del INTA, la cual, si bien tiene 1200 hectáreas totales, contiene un módulo de producción agroecológica de 42 hectáreas. Dentro de ese módulo es que producen en función de la demanda y también acompañan a productores familiares con predios de 15 o 20 hectáreas cada uno, los cuales se dedican a producción hortícola, agrícola y ganadera; los capacitan y les muestran cómo fabricar ellos mismos los bioinsumos.

“Hace 20 años que venimos trabajando con los productores, es solo que este tema se hizo más visible en los últimos años, luego de comprobar que muchos suelos fueron sobre explotados y que ya no tienen los fertilizantes necesarios para las plantas. Los fertilizantes químicos contribuyen a disminuir la microbiología del suelo y entonces hay que empezar a regenerarla. Aquí en la Experimental hacemos análisis anuales para estudiar el aumento de materia orgánico y empezamos a ver una reactivación de esa micro y macrobiología del suelo a partir del uso de insumos biológicos”, remarcó Pognante.

La biofábrica no solo es un centro de producción de bioinsumos, sino que también se conforma como un centro de formación y capacitación al que se acercan estudiantes, productores y técnicos para capacitarse en la fabricación de bioinsumos. El equipo técnico que trabaja entre la SAFCI y el INTA está integrado por un equipo interdisciplinario de 8 profesionales entre ingenieros, veterinarios y biólogos. En Santa Fe hay 5 biofábricas que fueron impulsadas por el gobierno provincial a partir de 2019 con recursos del ministerio de Producción de la provincia. Una de esas biofábricas funciona bajo la órbita de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) en Monte Vera, cerca de la capital provincial. Luego de un trabajo de capacitación de casi 2 años, la UTT puso los preparados a disposición de todos los productores de la zona y acompañan con apoyo técnico, impulsando la recuperación de semillas.

¿Qué son los Bioinsumos?

Según el Comité Asesor en Bioinsumos de Uso Agropecuario (CABUA), un bioinsumo se define como “todo producto biológico que consista o haya sido producido por microorganismos o macroorganismos, extractos o compuestos bioactivos derivados de ellos y que estén destinados a ser aplicados como insumos en la producción agropecuaria, agroalimentaria, agroindustrial, agroenergética e incluso en el saneamiento ambiental agropecuario”. Los bioinsumos constituyen un pilar fundamental para el desarrollo de la bioeconomía, la cual propone una nueva visión de la relación entre la agricultura, el agricultor, el consumidor y de la industria, y ofrece un modelo de desarrollo sustentable.

Los casos de Brasil, Chile, Perú y el Caribe En materia de políticas públicas, también destacaron en el evento: el programa nacional de bioinsumos en Brasil y las políticas públicas a favor de los bioinsumos en Colombia.

En Brasil, estudios de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA) han demostrado que la fijación biológica del nitrógeno con bacterias ha permitido un ahorro anual de US$ 14 mil millones al país en el cultivo de la soya, por la sustitución completa de fertilizantes químicos nitrogenados, sin disminuir la productividad.

En Chile, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) ha impulsado la aplicación de materia orgánica de origen animal y vegetal en cultivos y frutales, como el guano de gallinas, purines de lechería, compost y humus de lombriz.

Estos permiten reducir los costos de fertilización e incrementar los rendimientos productivos entre un 5 y un 20 por ciento.

En Perú, la empresa BIOEM promueve el uso de biofertilizantes creados con una mezcla de hongos, bacterias y levaduras, para mejorar la fertilidad de suelos y reducir el uso de agroquímicos.

En el Caribe, países han utilizado microbios autóctonos para mejorar la eficiencia en el uso de fertilizantes, y han vuelto sus suelos más sanos y productivos al aumentar su contenido de carbono orgánico. Rotación de cultivos y políticas públicas

La rotación de cultivos con leguminosas fue otra experiencia compartida en el webinar: estas plantas fijan entre 72 y 350 kg de nitrógeno por hectárea al año, dependiendo de la especie y del clima, y pueden mejorar la disponibilidad de fósforo en el suelo, reduciendo la dependencia de fertilizantes sintéticos.

“Las legumbres fijan más carbono que los cultivos de cereales como el maíz o el trigo, lo cual ayuda a combatir el calentamiento global”, explicó Teodardo Calles, Oficial de Agricultura y experto en Leguminosas de la FAO.

El evento Biofertilizantes y otras tecnologías disponibles para enfrentar la Crisis de los Fertilizantes en la Región de América Latina y el Caribe, contó con la participación del viceministro de Asuntos Agropecuarios del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Colombia, Juan Gonzalo Botero, altas autoridades, investigadores y expertos.