En ganadería hay que anticiparse y prevenir. Tras las lluvias que muchos han recibido, tenemos que empezar a planificar urgentemente lo que será el invierno. Nunca se debe pensar en el ahora, sino que debemos estar previendo la próxima jugada.

A veces sucede, como en algunos casos este año, que por ejemplo una cosecha de cebada se atrasa y se produce la caída del cultivo. Luego llegó el “guacho”, es decir, nos encontramos con algo verde, luego de meses en los que no había nada, ideal para meter las vacas.

Por eso, el tema de los guachos es recurrente todos los años porque nos preguntamos qué hacemos y qué no.

Nosotros tenemos varias miradas con respecto a este tema. En principio, tenemos que aprovechar lo que natura nos da. A veces las oportunidades aparecen y nos permiten salir de una situación y volver a posicionarnos con algo que quizás no teníamos expectativas de tener.

Estas oportunidades del guacho están siempre a la expectativa, pero un error que comúnmente cometemos es quedarnos con eso como única herramienta.

Por ejemplo, cuando hacemos un verdeo, en avena estamos sembrando desde 40 a 100 kilos y en cebada unos 70 o 90 kilos por hectárea. Ahora, cuando se cae la semilla, se están cayendo 300/400 kilos. A veces puede ser menos, pero lo que quiero decir es que duplicamos o triplicamos la cantidad de planta que uno normalmente suele tener en un verdeo.

Esto trae aparejado ciertos problemas porque cada planta empieza a luchar por una cantidad de recursos que cada vez son menores, ya que en vez de tener las 150/200 plantas que tenemos que tener en un verdeo de invierno, tenemos 500 o 700 plantas por metro cuadrado, produciendo una competencia tremenda.

¿Y qué pasa cuando empieza a competir cada planta? Cada una tiene que luchar y apreciar su ciclo para cumplir su función en la vida que es dar la semilla. Entonces, ese verdeo nos queda cortísimo, llegando a agosto sin pasto y provocando un gran problema.

Yo digo que debemos poner en la planificación a ese guacho sabiendo que lo tenemos que cortar en el invierno porque de ahí en más, ese verdeo muere.

Creo que es una buena herramienta para ciertas circunstancias o para salir del paso. Es un elemento que aprovechándolo y manejándolo estratégicamente, es muy útil. El problema es el productor que se queda enamorado y cree que esto puede ser su salvación para pasar el invierno.

Una pregunta recurrente es saber qué esquema de verdeos se puede armar para estar mejor cubiertos en todo este período invernal y primaveral.

Productivamente, en general, estamos dejando de ganar una oportunidad que tenemos en cuanto a calidad y en variedades de verdeos de invierno que son muy buenas y muy adaptadas a nuestra zona.

Tenemos centenos o cebadas seleccionadas en nuestra zona y con eso podemos empezar a hacer un pastoreo de otoño/invierno muy bueno. Yo divido mucho la zona para la cual se adapta mejor el centeno y la zona para la cual se adapta mejor las cebadas. Tanto uno como el otro son excepcionales verdeos para esta época.

Después tenemos verdeos que se adaptan espectacularmente bien al invierno y a su salida, que son la avena y el triticale.

Entonces, tenemos que saber aprovechar toda la genética que tiene nuestra zona porque no sucede en todos lados. Hay muchas estrategias, pero lo importante es utilizarlas. Lo más caro es no hacer nada.

Con avena nosotros venimos haciendo ensayos en la chacra del ministerio de desarrollos agrarios de la Universidad del Sur, en Napostá. Ahí evaluamos los verdeos que más se usan en la zona.

Antes había avenas que se notaban que era muy ligeras y otras que eran muy lerdas. Hoy por hoy diría que los ciclos de pastoreos en esta zona son bastantes parecidos.

Las curvas no son tan distintas, antes se notaba más en la variedad, ahora se puede encontrar alguna diferencia, pero no en los ciclos.

Algunos creen que los pastos son eternos, pero no, cumplen su ciclo y se mueren.

Para cerrar la idea, creo estamos en un momento clave del año en nuestra zona y es el que nos define cómo iniciamos el año y cómo pretendemos llegar al final. Es el momento donde entra en acción la planificación, la siembra y ejecución de los verdeos de invierno.

La planificación es fundamental. Planificar significa organizar conociendo lo que tenemos y lo que podemos llegar a tener. Preguntemos lo que no sabemos, no nos quedemos con dudas y tratemos aprovechar esas pequeñas ganancias, sabiendo que no nos podemos quedar casados con eso. Si la planificación dice que tenemos que sembrar verdeos de invierno, hay que sembrar verdeos de invierno. Habrá que sembrar más o menos, hacer la cuenta, pero no hay que dejar de hacerlo por más que nos empecemos a enamorar de ese verdeito barato que está viniendo de un guacho.

Fuente: Infosudoeste