LO NORMAL COMO EXCEPCIÓN

A lo largo del año, la volatilidad pluvial ha sido una de las características principales. Si hacemos un rápido resumen, hacia mediados de diciembre 20, la influencia del fenómeno La Niña declinó sustancialmente y las lluvias ingresaron en una importante etapa de recuperación que duró hasta finales de enero. Para febrero, la estabilidad generada por la dinámica de escala regional, condicionó fuertemente el desarrollo de sistemas precipitantes en gran parte de las áreas agrícolas del país, panorama que no se modificó hasta mediados de marzo. Luego sobrevino un otoño húmedo para gran parte de la región pampeana, no tanto para el norte del país. Esto generó fuertes recargas de los perfiles en suelos con potencial para la fina, pero apenas mitigó temporariamente la seca hidrológica, una condición que ni siquiera al día de hoy ha encontrado su mínimo. Luego del otoño húmedo llegamos al trimestre frío, comportamiento que describiremos utilizando los clásicos mapas de precipitación acumulada y anomalía (desvíos respecto de los valores estadísticos).

La distribución de precipitaciones que presenta el mapa es típica del trimestre frío, es decir, con las lluvias retirándose hacia el este. Durante junio y julio las lluvias escasas fueron acompañadas por fuertes irrupciones de aire frío, mientras que a principios de agosto algunas lluvias más importantes comenzaron a aparecer hacia el centro este de la región, con un sistema frontal que dejó una importante mejora para la provincia de BA en los últimos días de agosto. Esta mejora luego también alcanzaría las provincias del centro, pero ya queda fuera del período que estamos analizando. Con las lluvias cerradas al último día de agosto, solo se detectan acumulados generosos sobre áreas del centro este de BA, corredores de la costa, parte del sudeste de ER y no mucho más. En muchos casos estas lluvias se acumularon en eventos muy puntuales, que a la vez resultaron dañinos. Los acumulados, meteorológicamente respondieron a la estadística del trimestre, pero no fueron efectivos agronómicamente debido a su distribución temporal. Para finales del trimestre frío gran parte de las áreas que avanzaron con las siembras de los principales granos de invierno, comenzaban a dar señales de aumento de la demanda. En muchos de estos sectores, principalmente en el núcleo triguero tributario de Rosario y también en el sur, la demanda fue cubierta, rectificando el paso hídrico de los cultivos de inviernos, posicionándolos de buena manera de cara al período de floración.

Si comparamos las lluvias registradas con los valores estadísticos, obtenemos los desvíos, los cuales se reparten en categorías cualitativas definidas en quintiles (1973-2020).

Como mencionamos, predominan las lluvias con desvíos negativos. No deben considerarse los desvíos que aparecen sobre el NOA, dado que esta época es plena estación seca y los desvíos no tienen significancia, salvo que se hayan producido precipitaciones inusuales, algo que no sucedió,

El análisis que debemos hacer de este mapa, necesariamente debe quedar acoplado a lo sucedido en el otoño. Si no se hubiese dado el generoso aporte pluvial desde mediado de marzo hasta finales de mayo, el tránsito del invierno para las sementeras de trigo que sembradas, habría sido realmente difícil y el panorama de rendimientos potenciales a estas alturas del año sería muy poco favorable, por no decir inviable para muchos sectores. Es decir dentro de la volatilidad que vienen presentando las lluvias, por momentos las mismas tuvieron recuperaciones muy oportunas. En definitiva, desde el punto de vista meteorológico, el invierno no ha sido bueno en cuanto a lluvias, sobre todo por la ausencia de las lluvias de mantenimiento sobre la provincia de CB, normalmente pobres pero con un efecto significativo en la preservación de la humedad superficial. Otros sectores no han sufrido tanto este panorama desde el punto de vista agronómico, aun cuando las precipitaciones no lograron alcanzar los valores normales.

Con las lluvias de principios de septiembre, el núcleo triguero del centro este del país ha quedado con muy buena disponibilidad de reservas, más ajustado al desplazarnos hacia áreas del oeste y el norte de CB. La zona central del norte bonaerense y el sur santafesino tampoco han recibido grandes lluvias a principio de septiembre, pero no puede decirse que han perdido su potencial para lograr al menos los rendimientos normales. Los cultivos de invierno en el sur, naturalmente van más atrasados en su desarrollo, pero también han logrado recargas muy significativas.

La contracara del regreso de las lluvias en los primeros diez días de septiembre se da sobre el centro este de BA, sobre la zona de invernada, al sur de la cuenca baja del Salado, donde el volumen de agua recibido ha sido exagerado. Una vasta zona de los partidos de Pila, General Guido, Dolores y algunas zonas de Ayacucho, Rauch y General Belgrano, sufren importantes inundaciones, algo que se está aliviando lentamente con estas jornadas que se perfilan más secas.