LLUVIAS CORRIDAS

En los últimos informes mensuales fuimos monitoreando el oportuno cambio que tuvieron las lluvias de otoño. En realidad, por su abundancia son más bien precipitaciones que quedan asociadas a un comportamiento veraniego. De alguna manera toda el agua que falto durante el mes de febrero y el arranque de marzo, comenzó a llegar desde mediados de marzo, con eventos que se presentaron hasta avanzado el mes de mayo. El último evento pluvial de comienzo del mes de junio, claramente ya mostró un fuerte gradiente entre el este y el oeste, es decir una distribución bien asociada al invierno.

Para describir el trimestre de otoño (marzo-mayo), utilizamos la comparación de los registros con los valores estadísticos (1973-2020), para establecer anomalías que permitan detectar en forma rápida y a gran escala, excesos y deficiencias pluviales.

Una primera inspección del mapa permite reconocer que gran parte de la región pampeana, tuvo al menos las lluvias normales del trimestre, destacándose corredores con sobreabundancia de lluvias en el norte de la zona núcleo central y en gran parte de la franja sur de las provincias de LP y BA. Hacia los partidos costeros del sur bonaerense la oferta de agua fue más ajustada y sobre la cuenca del Salado bonaerense, la recuperación fue buena, aunque por sectores no tan eficiente. La transición del sur bonaerense hacia la Patagonia, no recibió lluvias suficientes.

En áreas extrapampeanas, se destacan las deficiencias que aparecen sobre el centro norte de la Mesopotamia, comportamiento que ya hemos descripto en forma más general cuando analizamos la difícil situación que atraviesa toda la zona de la cuenca alta de los ríos del Plata. Hubo lluvias recientes en el norte de Corrientes y Misiones, pero el atraso pluvial es muy significativo como para ser revertido con estos eventos pluviales de invierno.

En la zona agrícola del NEA, las lluvias no han sido malas, pero el retroceso desde mayo ha sido significativo. En consecuencia, difícilmente la “normalidad” pluvial del otoño sea suficiente como para transitar el invierno sin llegar a la primavera prácticamente en estado de sequía. Sería muy inusual que la zona mediterránea del NEA, recomponga reservas durante el invierno.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, vemos que a gran escala, el norte del país ingresa al trimestre frío en una situación bastante más ajustada que la región pampeana. Si bien es cierto que las reservas acopiadas en el otoño no son presionadas por ningún consumo destacado, también hay que considerar que en gran parte del país sufrimos un semestre cálido muy pobre de lluvias y que necesariamente este comportamiento exigía un cambio hacia lluvias más abundantes. Como vemos este cambio fue claramente más eficiente en sectores de la región pampeana, en muchos casos en áreas aptas para la fina, lo cual puede sin dudas agrega valor a esta recuperación.

Por estos días se han observado lluvias modestas sobre la franja mediterránea, incluso algunas nevadas en CB. Este tipo de evento, habitualmente no superan los quince o veinte milímetros en cada mes del invierno en el oeste, son lluvias que pueden considerarse de mantenimiento de reservas superficiales en áreas donde el otoño dejó los perfiles bien cargados. De ninguna manera este tipo de lluvias debe generar expectativas de recargas significativas para zonas que no lograron la recomposición de humedad adecuada hasta finales de mayo.

Si el contexto climático que se viene desplegando se sostiene a lo largo del invierno y no hay un rebote del indicador ENSO hacia La Niña, podemos tener un inicio de primavera con un retorno normal de lluvias, lo cual puede marcar el camino hacia una mejor producción de la fina en la franja central del país.