La alimentación invernal de vacas lecheras de sistemas pastoriles está sustentada principalmente en el uso de forrajes conservados, dado el lento crecimiento de la pradera. En este sentido, es necesario asegurar el aporte de nutrientes requeridos por las vacas lecheras, y además en forma balanceada, usando diversas fuentes complementarias a la pradera. Por ejemplo, en invierno, una pradera permanente fertilizada tiene alrededor de 27 % de proteína cruda (PC), entre 38 a 48 % de Fibra detergente neutro (FDN) y hasta 1,86 Mcal/kg de Energía Neta de Lactancia (ENL) (en base materia seca). Si bien la concentración de energía y fibra es adecuada, la baja disponibilidad de materia seca en la pradera en invierno no permite que cada animal consuma la cantidad necesaria para sostener la producción (16 a 20 kg de materia seca de pradera por vaca al día, equivalente a aproximadamente 100 kg de pradera en fresco). Por lo tanto, es muy común el uso de fuentes forrajeras adicionales, y en algunos casos materias primas para corregir el valor energético o proteico de la ración cuando los forrajes tienen deficiencias de algún macronutriente.
De las materias primas que pueden utilizarse para agregar energía a la ración están los subproductos de maíz (grano seco, molido, roleado, grano húmedo), subproductos de la remolacha, avena, trigo, triticale, cebada y grasas bypass. Los insumos que pueden agregar proteína a la ración corresponden principalmente a subproductos de la soya, raps, lupino, fuentes de nitrógeno no proteico como la urea.
Al ofertar distintas fuentes de forraje e insumos a vacas lecheras en producción se crea una ración complementaria que pudiera ser una ración parcialmente mezclada si se usa un carro mezclador y se ofrece la dieta en zonas de comederos; o una ración de pastoreo de distintas fuentes de forraje o forraje más concentrados (pradera y col forrajero). Cualquiera sea la forma de suplementación de la dieta base, es necesario considerar principios básicos:
1. El consumo de materia seca y los requerimientos energéticos varían acorde al tamaño de la vaca y a su nivel productivo (litros y contenido de proteína y grasa láctea, semana de lactancia y gestación, condición corporal y condiciones adversas (revisar Tabla 2). En este sentido, si es necesario mejorar condición corporal, se debe asegurar que la ración total sea más energética de lo que corresponde al nivel productivo de la vaca.
2. La dieta total consumida por la vaca debe ser balanceada para dar las condiciones al ecosistema ruminal de proveer proteína microbiana a la vaca y de dar las condiciones para digerir la fibra consumida. Esto quiere decir que la dieta total aporte:
a. Entre 15 y 18 % de proteína cruda (PC)
b. Nitrógeno no proteico no debe superar el 20% de la proteína dietaría total
c. Fibra detergente neutro por sobre 32%, con al menos 20% proveniente de
forraje.
d. Almidón no debe superar el 28% de la dieta.
e. Extracto etéreo (o aceite) no debe superar el 6% de la dieta total.
3. Forrajes (ensilajes, henos) tienen una calidad nutritiva variable según factores desde la siembra hasta el proceso de conservación, por lo que se debe contar con análisis de composición de nutrientes (materia seca, proteína, fibra detergente neutra, almidón o carbohidratos no estructurales en el caso de ensilajes de maíz o sorgo, extracto etéreo) y de calidad de fermentación (pH, nitrógeno amoniacal y total, lactato).
4. Al elegir fuentes de energía, en lo posible según disponibilidad y precio
de unidad digestible, preferir aquellos con velocidad de degradación ruminal más
lenta (sorgo 5. En todo momento del año, incluido el invierno, se debe maximizar el
consumo de materia seca (oferta acorde a producción), entregar agua limpia a
libre disposición e incluir una formulación de sales y vitaminas en la ración
diaria. 6. Si se requiere suplementar forrajes durante el invierno, es necesario
considerar al menos 80 cm lineales de acceso al forraje (cultivo suplementario o
comedero lineal) para que todas las vacas tengan acceso adecuado al suplemento,
independiente de jerarquías. 7. Los microbios ruminales requieren 2 a 3 semanas para adaptarse y ser
eficientes en digerir nuevos sustratos, por lo que la introducción de cualquier
nuevo ingrediente en la dieta de la vaca lechera debe hacerse gradualmente. Esto
asegura un mejor aprovechamiento de la dieta, previniendo pérdidas de
nutrientes. Mayor detalle de los requerimientos nutricionales de vacas lecheras, para
considerar la energía para mejorar condición corporal, y para las caminatas
periódicas en el caso de lecherías pastoriles, se encuentra en el libro
“Nutrient Requirements of Dairy Cattle” del National Research Council (2001).
Tabla 2. Requerimientos de energía para vacas lecheras según producción (litros)
y contenido de grasa láctea. Datos calculados para vaca lechera de 550 kg de
peso vivo. Fuente: Consorcio Lechero, 2014 (NRC, 2001).


