Resumen

En un escenario de crecimiento poblacional, el sistema alimentario global ha sido capaz de incrementar la producción a un ritmo mayor al del crecimiento de la población, para atender a una demanda creciente de alimentos asociada también a los aumentos de ingresos promedios per cápita, especialmente de los países emergentes. El comercio mundial, junto al aumento de la productividad de la agricultura resultante de innovaciones tecnológicas, han jugado un papel fundamental, permitiendo el aumento de la oferta de alimentos y una disminución de los precios como tendencia de largo plazo.

Pero todavía quedan 690 millones de personas que padecen hambre en la actualidad, y se suman nuevos desafíos, relacionados con la mejora de las dietas y la calidad nutricional de los alimentos; la sostenibilidad ambiental y la biodiversidad, y la calidad de vida de los agricultores y el desarrollo rural. Los sistemas alimentarios y las políticas públicas deberán evolucionar para alcanzar estos nuevos objetivos múltiples e interrelacionados.

En ese sentido, el comercio mundial se vuelve aún más importante, dado que no solo contribuye a la seguridad alimentaria, sino también a la sustentabilidad ambiental. La existencia de un comercio fluido y sin barreras dará garantías y viabilizará la transformación de los sistemas alimentarios en aquellas regiones que no cuentan con los recursos naturales necesarios, o los han deteriorado, o bien están implementando sistemas productivos intensivos y poco amigables con el ambiente.

Por ello el comercio internacional es fundamental para compensar diferencias geográficas entre la producción y el consumo; para actuar como estabilizador de los precios internacionales ante los frecuentes eventos climáticos que afectan de manera diferenciada a distintas regiones del planeta; y para favorecer un uso más eficiente de los recursos naturales y su conservación desde una perspectiva global.

Una visión sistémica de los procesos de transformación de los sistemas alimentarios como la que se propone implica un estrecho diálogo público-privado de todos los actores relevantes, desde los productores, a los proveedores insumos y de servicios comerciales y logísticos, hasta los consumidores y los reguladores. Son ellos quienes deberán liderar las transformaciones y los más indicados para participar desde el inicio en todo el proceso de la Cumbre, incluyendo para la definición de sus alcances y prioridades. Este proceso no puede estar liderado sólo por algunos eslabones de las cadenas y mucho menos por agentes externos que no participan activamente en los sistemas alimentarios. No parece lógica su total ausencia en la estructura institucional actual de la Cumbre, como es el caso del Comité Asesor y la conducción de los Action Tracks.

El continente americano ha desarrollado un sistema productivo eficiente, dinámico y amigable con el ambiente, que le ha permitido ser el mayor exportador neto de alimentos a nivel global. La producción de alimentos de América Latina puede crecer significativamente en las próximas décadas, en base a sistemas amigables con el medio ambiente y con balances de carbono muy eficientes.

La eficacia del comercio y las políticas relacionadas para apoyar la transformación de los sistemas alimentarios a largo plazo depende no solo del tipo de políticas utilizadas, sino también de su diseño, cumplimiento e implementación. Dentro de estas medidas se propone: atenerse a lo dispuesto en la OMC en la materia correspondiente; no utilización de MNA manera que impidan los normales flujos comerciales; adoptar medidas basadas en evidencia científica; promover la transparencia mediante notificaciones a la OMC; promover el uso de certificaciones desarrolladas de acuerdo a las realidades de cada región; adoptar medidas de facilitación del comercio, evitar la utilización de medidas de apoyo a la producción que generen efectos distorsivos en el comercio; y promover la reducción y progresiva eliminación de medidas restrictivas a la importación y a la exportación de productos alimenticios, para facilitar que se “encuentren” la oferta y la demanda con bajos niveles de incertidumbre.

Introducción

En 1950, cinco años después de la creación de la ONU, se estimaba que la población mundial era de 2.600 millones de personas. Para 1987 se alcanzaron los 5.000 millones y, en 1999 los 6.000 millones.

En 2011, se estimaba que la población mundial era de 7.000 millones de personas. Se espera que esta aumente en 2.000 millones de personas en los próximos 30 años, pasando de los 7.700 millones actuales a los 9.700 millones en 2050, pudiendo llegar a un pico de cerca de 11.000 millones para 2100 (ONU, 2021).

En este escenario, el sistema alimentario global ha sido capaz de incrementar la producción a un ritmo mayor al del crecimiento de la población, para atender a una demanda creciente de alimentos asociada también a los aumentos de ingresos promedios per cápita, especialmente de los países emergentes.

Este notable incremento de la producción de alimentos fue posible gracias al crecimiento significativo de la productividad, logrado especialmente en los cultivos de mayor relevancia en el comercio mundial, como resultado de las innovaciones tecnológicas generadas por el sistema público-privado de I+D a nivel global.

Los sistemas alimentarios han registrado importantes transformaciones en los últimos 70 años, a partir de mejoras en las técnicas de cultivo y manejo; los desarrollos en materia de genética y agroquímicos con los aportes estratégicos de la biotecnología y la genómica, la microbiología y otras ciencias básicas; las TICs; y los cambios en materia de transporte, acondicionamiento y procesamiento de los productos primarios.

Dicha evolución de los sistemas alimentarios fue favorecida por la mejora en las condiciones e instituciones que regulan el comercio global, que dieron lugar a mercados más abiertos y con reglas de juego acordadas multilateralmente. Actualmente, el comercio internacional juega un papel importante en los sistemas alimentarios, dado que aporta aproximadamente el 20% de los alimentos consumidos en el mundo (OECD/FAO , 2020).

Los sistemas alimentarios y los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Tras décadas de descenso constante del hambre en el mundo —cuantificado mediante la prevalencia de la subalimentación— la tendencia se revirtió en 2015, permaneciendo prácticamente sin cambios en los últimos años; situándose a un nivel por debajo del 9% de la población mundial (Grafico 1). Mientras tanto, el número de personas que padecen hambre se ha incrementado lentamente. Como resultado de ello, alrededor de 690 millones de personas en el mundo siguen padeciendo hambre en la actualidad, lo cual destaca el inmenso desafío que supone lograr el objetivo del hambre cero para 2030 planteado en los ODS de las Naciones Unidas (FAO, 2020).

Si bien aún persisten limitaciones de acceso a los alimentos de una parte de la población mundial, ello no es atribuible a la falta de oferta global, sino que es un fenómeno multifactorial. Las crisis económicas y financieras, las grandes desigualdades en la distribución de los ingresos, la falta de crédito, los problemas de infraestructura, la falta de políticas eficaces de protección social, los fenómenos meteorológicos extremos, entre otros, son razones que explican el aumento del hambre en los últimos años.

El mejor desempeño y el crecimiento del comercio mundial, y el aumento de la productividad de la agricultura durante los últimos 70 años, permitieron un uso más eficiente de los recursos naturales disponibles a nivel mundial. Como consecuencia de ello, se logró un aumento de la oferta mundial y una significativa disminución del precio de los alimentos como tendencia de largo plazo, tal como puede apreciarse en el Gráfico 2. Ello permitió no sólo brindar a la población mundial creciente una mayor oferta de alimentos, sino que pudiera acceder a los alimentos con menores precios en moneda constante1.

Por ello no parece plausible señalar que los sistemas alimentarios han fracasado y que por ello es necesario plantear transformaciones disruptivas, como señalan algunos documentos preliminares preparados para la Cumbre de Sistemas Alimentarios.

Los conceptos mencionados en los párrafos anteriores permiten destacar que, ante el crecimiento de los ingresos per cápita de los países emergentes que permitieron que salgan de la pobreza cientos de millones de personas y dieron lugar a aumentos notables de la demanda mundial de alimentos, los sistemas alimentarios respondieron positivamente aumentando la oferta de productos, ricos en calorías y proteínas necesarias para mejorar la salud humana, factores que contribuyeron a aumentar a esperanza de vida promedio de la población mundial de modo significativo durante dicho período.

Si bien persisten insuficiencias, el número de personas con inseguridad alimentaria disminuyó y las dietas se globalizaron y diversificaron de manera significativa en muchas regiones del mundo

Los alcances del concepto de la seguridad alimentaria mundial han ido evolucionando desde que el mismo fue acuñado por primera vez en la década del 70, en la Conferencia Mundial de la Alimentación (Roma, 1974). En la actualidad no sólo refiere al acceso a los alimentos, sino que incluye otros objetivos tales como mejorar las dietas y la calidad nutricional.

Asimismo, las restricciones crecientes en relación a la disponibilidad, uso y conservación de los recursos naturales y la biodiversidad, así como los impactos de la producción y el comercio en el cambio climático, plantean actualmente la necesidad de producir más alimentos con menos recursos y de una manera más amigable con el ambiente. Estas nuevas dimensiones también dan lugar a nuevos desafíos para los sistemas alimentarios, involucrando a cada uno de los integrantes de las cadenas alimentarias, desde los productores de insumos y tecnologías hasta los consumidores, y también a las políticas y marcos institucionales que regulan los desarrollos tecnológicos, la producción y el comercio de alimentos.

Con estos propósitos los sistemas alimentarios y las políticas públicas deberán evolucionar para alcanzar los nuevos objetivos múltiples e interrelacionados planteados. Y para ello debe tenerse presente la importancia estratégica que han tenido y tendrán dos factores fundamentales: a) las innovaciones tecnológicas requeridas para atender a las exigencias de lograr aumentos de productividad, conservando los recursos naturales y con sistemas amigables con el ambiente; y b) un fluido comercio mundial, cuyas reglas de juego pueden mejorarse en el futuro para reducir los costos innecesarios que encarecen los precios de acceso para los consumidores de los países importadores netos y para viabilizar la evolución de los flujos comerciales desde los países con mayor potencial de crecimiento de la oferta basados en sistemas productivos amigables con el ambiente hacia los países con mayores limitaciones para lograr la autosuficiencia alimentaria.

En la actualidad existen importantes desbalances entre la producción y el consumo de alimentos en muchos países y regiones y, de acuerdo a las proyecciones de los organismos especializados, éstos tenderán a crecer en los próximos años, con muchos países encontrando limitaciones para sostener su ritmo de crecimiento de la producción, transformándose en importadores netos o bien aumentando sus necesidades actuales de importación.

Asimismo, por los impactos localizados del cambio climático, los shocks internos tienden a ser más frecuentes y más severos que los shocks globales. Por esta razón, un eficiente desempeño del comercio internacional también juega un papel importante en la reducción de la volatilidad, al permitir que los países hagan uso del mercado internacional frente a situaciones puntuales de escasez. En este sentido, las mejoras en infraestructura (transporte y almacenamiento) y la transparencia con respecto a la oferta, la demanda, las existencias y los precios pueden contribuir a mejorar el desempeño del comercio (OECD, 2021).

La expectativa de vida promedio mundial aumentó 24 años entre 1950 y 2020, desde un promedio mundial de unos 46 años a alrededor de 72 años. Debe notarse sin embargo que dicho promedio oculta diferencias importantes entre regiones y países, de acuerdo a sus niveles de ingresos y desarrollo económico y social.

Para abastecer de dietas saludables y suficientes a sus poblaciones, muchos países deberán confiar cada vez más en las importaciones desde los países exportadores netos. Y aquí es donde la mejora del desempeño del comercio es un componente clave de las transformaciones que se deben promover para la futura evolución de los sistemas alimentarios. No se puede concebir una estrategia adecuada de transformación de los sistemas alimentarios sin incorporar este componente esencial de dichos sistemas.

Un comercio sin barreras es estratégico facilitar las transformaciones de los sistemas alimentarios globales y sus actores relevantes deben tener una activa participación para mejorar dicho proceso

La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios subraya la necesidad de avanzar hacia sistemas alimentarios más saludables, sostenibles y equitativos, que permitan el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). De esta manera, seria esperable que durante la misma, las normas del comercio mundial reciban una alta priorización, dada las múltiples funciones del comercio en relación a la producción y el consumo de alimentos.

En primer lugar, el comercio debe contribuir a la seguridad alimentaria, permitiendo que el sistema alimentario mundial logre los equilibrios regionales necesarios entre las regiones exportadoras netas y las importadoras netas y con ello el sistema global tenga la capacidad para producir la cantidad, la variedad y la calidad nutricional de los alimentos necesarios para satisfacer la demanda mundial a precios razonables y estables en el tiempo.

Asimismo, hace su aporte a mejorar la nutrición mediante la diversificación de canastas de alimentos producidos por diversos tipos de proveedores. El comercio facilita la especialización de los productores y con ello los aumentos de productividad y sostenibilidad, simplificando así la difusión de tecnología y la adopción de las innovaciones. En algunos casos, un comercio fluido contribuye a dar a los agricultores pobres acceso a mercados de alto valor, y favorecer a que las cadenas de valor sean más sólidas.

Por otra parte, el comercio mundial debe contribuir a facilitar la transformación de los sistemas alimentarios en aquellas regiones que no cuentan con los recursos naturales necesarios, o los han deteriorado, o bien están implementando sistemas productivos intensivos y poco amigables con el ambiente. Además su transparencia y fluidez debe facilitar los desajustes de corto plazo de la oferta y el consumo en algunas regiones como consecuencia de las variaciones en las condiciones climáticas crecientes a los que están sujetas. La existencia de un comercio fluido y sin barreras, que es necesario perfeccionar como parte del proceso de transformación de los sistemas alimentarios, dará garantías a los países que deben transformar sus sistemas hacia modelos más sostenibles y amigables con el ambiente.

Este es el caso de algunos países de Asia y de Oriente, por el aumento poblacional y además por su crecimiento en el consumo de alimentos per cápita resultante de sus mayores ingresos. También es el caso de algunos países de África, que por distintas restricciones logísticas, culturales y tecnológicas enfrentan limitaciones de oferta. Por ello el comercio internacional es fundamental para compensar diferencias geográficas entre la producción y el consumo; para actuar como estabilizador de los precios internacionales ante los frecuentes eventos climáticos que afectan de manera diferenciada a distintas regiones del planeta; y para favorecer un uso más eficiente de los recursos naturales y su conservación desde una perspectiva global.

En este sentido, existe una creciente literatura sobre el impacto del comercio en los flujos escondidos de agua y tierra. Estos recursos, contenidos en los productos comerciados, pueden utilizarse para mitigar las escaseces regionales. Al comprar alimentos en regiones con mayor disponibilidad y sostenibilidad de sus recursos, se liberan tierra y agua que puede usarse para otros fines en los países que enfrentan restricciones de recursos naturales renovables. La desigualdad en la distribución regional de los recursos subraya la importancia del comercio para utilizar mejor estos recursos a nivel global. Es decir que el sistema alimentario global puede ser más productivo y sostenible a través del comercio, facilitando el flujo de la producción desde los países con mayor productividad y menor huella de carbono hacia aquellos menos productivos y con peor performance ambiental.

Cabe señalar que las condiciones del comercio internacional han mejorado a partir de los acuerdos comerciales multilaterales (GATT y OMC) y regionales (múltiples iniciativas de acuerdos de libre comercio y de cooperación económica y comercial). Sin embargo, persisten aún restricciones de acceso a algunos mercados, a pesar de los esfuerzos que los países exportadores han hecho en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Por ello, el desafío de la transformación del sistema alimentario global debe promover un mejor desempeño del sistema comercial global (OMC plus), para facilitar la agregación de los sistemas y sub – sistemas alimentarios nacionales en el marco de los acuerdos multilaterales acordados o a acordar en la OMC. Ello implica contemplar tres dimensiones: a) la liberalización gradual del comercio de productos agroalimentarios; b) la eliminación de la competencia desleal (subsidios); y c) el cumplimiento de las normas en materia de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias. En este último aspecto se debe evitar que las regulaciones ambientales, laborales, sanitarias y fitosanitarias, de inocuidad alimentaria y de salud pública se transformen en barreras no arancelarias (BNA) al comercio.

Algunas barreras actuales y potenciales al comercio y el proteccionismo agrícola representan una limitación importante para alcanzar la seguridad alimentaria global y para los procesos de transformación de los sistemas productivos que se quieren impulsar desde la Cumbre de Sistemas Alimentarios. Por eso se resalta la necesidad que no se establezcan nuevas BNA para el ingreso de productos importados basadas en estándares ambientales que no tienen fundamentación científica y que podrían dar lugar a limitaciones innecesarias de los desarrollos futuros de los sistemas productivos.

Existen numerosas medidas que en el corto plazo pueden contribuir a los objetivos de seguridad alimentaria de un país en particular, como los subsidios, las restricciones a las exportaciones, las compras públicas, entre otras. Sin embargo, si bien tales políticas pueden ayudar a lograr objetivos nacionales a corto plazo de aumentar la disponibilidad de alimentos y reducir los precios de los alimentos, los posibles impactos negativos de estas políticas a mediano y largo plazo, tanto a nivel nacional como mundial, pueden socavar significativamente cualquier ganancia del corto plazo. Por lo tanto, se entiende que la mejora del desempeño de los sistemas alimentarios que se propone en la Cumbre debe incorporar el análisis del impacto de las políticas relacionadas al logro de los objetivos de seguridad alimentaria con un enfoque de cadenas cortas sin contemplar los beneficios de los equilibrios globales. Al identificar las intervenciones políticas óptimas, la atención debe centrarse en las dinámicas a largo plazo, que son las que posibilitan el desarrollo sostenible de la mayoría de los países (FAO, 2016).

Debe notarse además que el comercio también promoverá el desarrollo regional y que los productores de países en desarrollo reciban mayores ingresos; cumpliendo de esta manera con el triple desafío que marca la OCDE: a) garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición; b) proporcionar medios de vida a los agricultores y otras personas en la cadena alimentaria y promover el desarrollo rural; y c) asegurar la sostenibilidad ambiental (OECD, 2021).

El éxito o fracaso de los desafíos planteados en los párrafos anteriores dependerá, en gran medida, de la participación activa de los actores principales de cada una de las cadenas agroalimentarias. Una visión sistémica de los procesos de transformación de los sistemas alimentarios que se proponen implica un estrecho diálogo público-privado de todos los actores relevantes, desde los productores, a los proveedores insumos y de servicios comerciales y logísticos, hasta los consumidores y los reguladores. Son ellos quienes deberán liderar las transformaciones y los más indicados para participar desde el inicio en todo el proceso de la Cumbre, incluyendo para la definición de sus alcances y prioridades. Este proceso no puede estar liderado sólo por algunos eslabones de las cadenas y mucho menos por agentes externos que no participan activamente en los sistemas alimentarios. No parece lógica su total ausencia en la estructura institucional actual de la Cumbre, como es el caso del Comité Asesor y la conducción de los Action Tracks.

El rol de MERCOSUR y América como exportadores netos de alimentos

El continente americano ha desarrollado un sistema productivo eficiente, dinámico y amigable con el ambiente, que le ha permitido ser el mayor exportador neto de alimentos a nivel global. En el caso de América Latina y el Caribe (ALC) las exportaciones de productos agroalimentarios representan el 14% del total mundial, por lo que actualmente tienen un papel protagónico en la seguridad alimentaria y la nutricional global3. En los últimos 20 años el superávit del comercio agroalimentario de la Región ALC creció significativamente, evolucionando de 35 mil millones de dólares en el año 2000 a casi US$ 140 mil millones en 20194. Asimismo, la Región contiene algunos de los principales países exportadores netos de alimentos. Entre ellos se destacan Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, Paraguay y

La producción de alimentos de América Latina puede crecer significativamente en las próximas décadas, en base a sistemas amigables con el medio ambiente y con balances de carbono muy eficientes (entre la emisión y la captura de carbono). La agricultura y la ganadería de la región están avanzando desde hace más de tres décadas hacia formas más productivas y sostenibles al mismo tiempo, con sistemas de manejo de los cultivos que han reducido el consumo de combustibles fósiles y en ganadería con captura de emisiones a través de sistemas pastoriles extensivos, como también programas de reforestación de montes nativos e implantación de bosques para la producción de madera y celulosa, entre otros. La aplicación de tecnología moderna no sólo está permitiendo aprovechar recursos hasta hoy inutilizados (tales como la disponibilidad de biomasa, residuos y otros desechos orgánicos), sino que a través de la aplicación de sistemas de mínima labranza y uso eficiente del agua, el uso de semillas resistentes a plagas y enfermedades, el manejo integrado de plagas, y, más recientemente, la incorporación de la agricultura de precisión, se han reducido los impactos negativos en el ambiente contribuyendo a mitigar sus impactos en el cambio climático.

Teniendo en cuenta la importancia crucial actual y futura que tienen MERCOSUR y el Hemisferio Occidental en la seguridad alimentaria global, en las exportaciones netas de alimentos con sistemas alimentarios que iniciaron hace ya tres décadas procesos de transformación hacia sistemas conservacionistas con bajo impacto ambiental y al mismo tiempo productivos (“intensificación sustentable”), se entiende que sus integrantes deben tener una participación activa en todo el proceso de la Cumbre y en el seguimiento posterior, tal como ya se ha sugerido para todo el sector privado a nivel global en el apartado anterior.

Algunas propuestas de acción en materia comercial que deben incorporarse al proceso de la Cumbre

La eficacia del comercio y las políticas relacionadas para apoyar la transformación de los sistemas alimentarios a largo plazo dependen no solo del tipo de políticas utilizadas, sino también de su diseño, cumplimiento e implementación. Por esta razón, a continuación, se indica un conjunto de temas o propuestas de acción preliminares que merecerían analizarse para la incorporación de los aspectos comerciales en el proceso de la Cumbre.

- Normativa de la OMC. Las regulaciones o propuestas que surjan de la Cumbre deben necesariamente atenerse a lo dispuesto en la OMC en la materia correspondiente.

- Medidas No Arancelarias (MNA). Las MNA no deben aplicarse de manera que impidan los normales flujos comerciales. El incremento de este tipo de medidas, que muchas veces pueden convertirse en barreras injustificadas al comercio, afecta la seguridad alimentaria global y la sostenibilidad de los sistemas de producción. Se espera que luego de la pandemia de COVID19, los consumidores estén más preocupados por las cuestiones sanitarias y fitosanitarias, sumado al creciente interés relativo a la sostenibilidad y el cambio climático. Aquí se debe reforzar el compromiso de cada país de que toda medida que se adopte esté basada en evidencia científica.

- Transparencia. Las medidas que afecten al sistema alimentario deben ser notificadas a los correspondientes órganos de la OMC para dar mayor previsibilidad al comercio. Es necesario garantizar la estabilidad, transparencia y coherencia de las intervenciones políticas (en lugar de introducir cambios ad-hoc impulsados por consideraciones a corto plazo), para para gestionar las expectativas y generar confianza con todos los actores del sistema.

- Certificaciones. Para una adecuada información a los consumidores, se debe promover el uso de certificaciones desarrolladas de acuerdo a las realidades de cada región, que deben verificar la forma que se produce de manera sustentable. Ante la multiplicación de esquemas y la creciente importancia del sector privado como creador de este tipo de normas, es fundamental una articulación público-privada para permitir una mayor coordinación, incluso a nivel internacional.

- Facilitación del Comercio. Adoptar medidas de facilitación del comercio, incluida la ratificación del Acuerdo pertinente de la OMC, y promover la reducción de burocracias innecesarias que entorpecen los flujos comerciales. Iniciativas como la Ventanilla Única de Comercio Exterior, la Certificación de Origen Digital o la certificación fitosanitaria electrónica (e-Phyto), han servido para agilizar trámites y reducir tiempos y costos vinculados al comercio exterior.

- Subsidios. Las políticas agrícolas de todo el mundo tienden a utilizar medidas muy distorsivas, creando incentivos para la sobreproducción y el uso excesivo de insumos en algunos países. Estas políticas son formas ineficaces de mejorar la seguridad alimentaria global y, en muchas ocasiones, generando efectos negativos al ambiente. Así es que se debe evitar la utilización de medidas de apoyo a la producción que generen efectos distorsivos en el comercio. Las medidas de emergencia no deben utilizarse como una forma encubierta de ayudas ilegales de acuerdo a la normativa de la OMC.

- Medidas arancelarias. Promover la reducción y progresiva eliminación de medidas restrictivas a la importación y a la exportación de productos alimenticios, para facilitar que se “encuentren” la oferta y la demanda con bajos niveles de incertidumbre. El comercio no sólo permite que los alimentos fluyan de regiones con superávit a regiones deficitarias, sino que contribuirá a un más uso eficiente y sostenible de los recursos naturales mundiales. Sin embargo, los aranceles de importación y a la exportación de productos agrícolas crean distorsiones que limitan esta función del comercio agrícola internacional.

Por Nelson Illescas - Marcelo Regunaga - Agustín Tejeda Rodríguez

Fuente: Bolsa de Cereales de Buenos Aires

Bibliografía

FAO. (2016). How can trade and related policies be used to contribute to food security objectives? FAO Trade and Markets Division (EST). Roma: FAO.

FAO, F. O. (2020). El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020. Transformación de los sistemas alimentarios para que promuevan dietas asequibles y saludables. Roma: FAO.

OECD. (2021). Making Better Policies for Food Systems,. Paris: OECD Publishing.

OECD/FAO . (2020). OECD-FAO Agricultural Outlook 2020-2029. OECD Publishing, Paris/FAO, Rome.

ONU. (2021, Mayo 7). Retrieved from https://www.un.org/es/global-issues/population#:~:text=Se%20espera%20que%20la%20poblaci%C3%B3n,de%2011.000%20millones%20para%202100.