A esta altura del partido tiene menos importancia del debate tiene menos relevancia cuánto se viene gastando en subsidios para mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos, que el complejo panorama político.

Se sabe que no hay posibilidad de generar confianza económica si no hay un respaldo político claro y contundente al ministro de Economía. En Argentina, el poder del presidente parece estar licuado por la vicepresidente. Al mismo tiempo, el ministro de Economía no tiene un plan económico concreto. Se limita a tratar de renegociar la deuda sin un plan económico y nunca logra grandes objetivos. Es el ministro de la deuda, más que el ministro de economía. Si a eso se le agregan las internas de poder dentro del gobierno, Argentina es un barco a la deriva sin timón y sin motores en el medio de una gran tormenta en pleno océano. Los que navegan te cuentan que, bajo esas circunstancias, el mar te va acomodando hasta que te hunde.

A modo de ejemplo podemos citar el caso de Domingo Cavallo. Cuando fue ministro de Economía de Menem, tenía el respaldo político y un plan muy concreto. Por eso pudo avanzar. En su segundo paso por el ministerio de Economía con De la Rúa, asumió sin tener el respaldo de un presidente con poder político. Era un presidente débil políticamente hablando y el resultado es que Cavallo hizo agua en su segunda gestión. Ningún economista puede resolver los problemas económicos sin un plan consistente y sin poder político que lo respalde. Guzmán no tiene ninguno de las dos cosas.

Respecto a los números, tenemos que en 2021 el gasto público para financiar los subsidios a la energía para mantener artificialmente bajas las tarifas aumentó el 130%, pasando de $ 214.137 millones en 2019 a $ 429.337 millones.

En el primer trimestre de 2021, el gasto público en subsidio a la energía creció el 74% pasando de $ 66.415 millones en el primer trimestre de 2020 a $ 115.333 millones. El año pasado los subsidios a la energía explicaron el 11% del aumento del gasto primario y en el primer trimestre de 2021 explican el 9,5% del aumento de los gastos primarios. En definitiva, todo parece indicar que Guzmán está desesperado buscando dónde recortar algo los gastos corrientes porque sabe que los números fiscales se le descontrolan nuevamente por la cuarentena que volvió a establecer el gobierno.

Gráfico 1


El gráfico 1 muestra cuáles fueron las principales fuentes de ingreso del tesoro durante marzo. Al igual que el año pasado, en marzo la emisión monetaria por adelantos transitorios fue la principal fuente de financiamiento del tesoro nacional. Luego el IVA neto que le queda a la nación después de la coparticipación, en tercer lugar contribuciones patronales, etc. El rubro resto de los impuestos incluye derechos de importación, combustibles, internos y otros impuestos.

Recordemos que el año pasado, la emisión monetaria para financiar al tesoro fueron $ 2,2 billones, Aportes y Contribuciones Patronales sumaron $ 1,5 billones, el IVA neto de reintegros $ 0,8 billones, Débitos y Créditos Bancarios $ 0,44 billones y sigue el listado hasta alcanzar los $ 4,4 billones. Es decir, el financiamiento vía emisión monetaria representó el 50% del total de los ingresos tributarios.

Pero si la situación del tesoro es delicada, el BCRA tampoco está en condiciones de seguir financiando al tesoro, o al menos no debería hacerlo.

Al 27 de abril, el Informe Monetario Diario del BCRA informa que dicha entidad tiene una deuda en LELIQs y Pases de $ 3,4 billones. Al tipo de cambio oficial de ese día de $ 98,89, esa deuda equivalía a US$ 34.381 millones.

Las reservas del BCRA netas de encajes en dólares, dado que son divisas que no sean propiedad del BCRA, eran US$ 29.891 millones. En otras palabras, ni el principal activo del BCRA, sus reservas, alcanzan para pagar la deuda remunerada del BCRA que, estimativamente, está devengando un gasto cuasifiscal anual de $ 1,5 billones anuales. A la deuda remunerada del BCRA de $ 3,4 billones hay que sumarle la base monetaria de $ 2,5 billones, con lo cual, cada dólar propio que tiene el BCRA en sus reservas tiene que respaldar $ 197 de base monetaria y deuda remunerada o, dicho de otra manera, en caso de ir a una convertibilidad el tipo de cambio de conversión estaría en niveles cercanos a $ 200 por dólar.

Obviamente que se argumentará que eso rige para una caja de conversión pero no para un tipo de cambio flotante. El problema es que en este momento no tenemos un tipo de cambio flotante, sino un tipo de cambio fijado a piacere por el BCRA y, como tal, está por debajo del nivel de mercado. Nadie fija un precio máximo por encima del nivel de equilibrio de mercado.

Justamente ese atraso cambiario es lo que hace que falten dólares en el mercado, a pesar que los exportadores están obligados a liquidar sus exportaciones al tipo de cambio artificialmente bajo. La solución que encuentra el gobierno para evitar un mayor desborde es poner un cepo cambiario, frenar importaciones y mil artilugios más.

Pero en concreto, mientras La Campora no quiere mover las tarifas de los servicios públicos y pide reestablecer el IFE con un costo mensual de $ 90.000 millones, el tesoro está agonizando y el BCRA está con respirador artificial.

Con la economía nuevamente en recesión, la desocupación creciendo por efecto de la nueva cuarentena, el tesoro agonizando y el BCRA con respiración boca a boca, es claro el complejo escenario económico que tendrá que transitar el gobierno de aquí a las elecciones. Si llega airoso y no se le disparan las variables antes del acto electoral, que tampoco sabemos cuándo será, entonces habrá que ver cómo se las arregla el presidente para sobrellevar este caos económico hasta el fin de su mandato.

Fuente: Economía para Todos