Lo que sucede con el dólar acompaña la vida de gran parte de los argentinos. Es increíble, se habla tanto de soberanía, pero la realidad es que esta moneda extranjera guía buena parte de nuestro comportamiento económico e incluso afecta nuestro ánimo.

Dada nuestra historia de recurrentes crisis económicas, el dólar por décadas ha sido y es nuestro despertador. La luz de alerta.

Ahora bien, ¿es realmente el dólar? O en rigor, ¿es la imagen de éste?

La respuesta viene de la capacidad adquisitiva de nuestra moneda. Frente a un aumento de emisión monetaria, para cubrir necesidades financieras racionales e irracionales y en un contexto de temor que incentiva a huir de nuestra moneda legal, el precio del dólar aumenta. Pero en realidad es el peso el que pierde valor, sobre todo por la desconfianza en éste.

En suma, por pérdida de confianza en la moneda y por la inflación, que es el reverso de la disminución de la capacidad de compra del peso, el dólar es el refugio de la gente y de las empresas.

En los tiempos recientes, otro factor ha impactado en la confianza en nuestra moneda. El COVID-19 y la cuarentena han golpeado la economía local y ha generado mayor desconfianza aún. Pero en los últimos meses, el país vive una suerte de siesta luego de haber sufrido una larga noche de incertidumbre y miedo. La sociedad disfruta de un descanso cambiario con un dólar “planchado”. ¿Cuánto durará?

Vale preguntarse por qué podemos disfrutar de este descanso. El mismo responde al aletargado ritmo de devaluación del peso, mediante la fuerte intervención oficial, con el propósito de anclar esta variable para ralentizar la tasa de inflación. Para que comience un proceso de desaceleración. Esta política cambiaria dirigida a frenar la suba de precios ha sido muy común en nuestra historia, con resultados desalentadores.

¿Cómo se ha logrado este descanso?

Sin dudas, el reciente comienzo de la cosecha gruesa con precios internacionales excepcionalmente altos, aunque con un volumen menor al esperado inicialmente, permiten asegurar una considerable entrada de dólares del exterior. Por ejemplo, El Banco Central (BCRA) cierra marzo con un nivel de compras de divisas en el mercado de cambios inusitadamente elevado. Ello ha sido posible por las acentuadas liquidaciones del sector agroexportador por producción de la campaña pasada, a las que se agregan las restricciones del cepo.

Y ahora ha comenzado la cosecha del maíz y también de la soja, cuyos complejos son los más gravitantes a la hora del ingreso de dólares. Es muy probable que en abril esta situación continúe, debido a la liquidación de la cosecha gruesa de la actual campaña. También lo es que se extienda hasta mitad de año, que es cuando, usualmente, termina el período de las mayores liquidaciones del sector agroexportador.

Pero el descanso no es únicamente merced al campo, también proviene de la intervención del Banco Central, cuyos artilugios por ahora están dando resultados, claro que a costa de problemas futuros. La estrategia se basa sobre una deuda interna en pesos que crece muy rápidamente. ¡Atentos a ello!

Gravita la venta de bonos en dólares bajo ley argentina por parte del Banco Central y la Anses. Si bien la autoridad monetaria disminuye, la cotización de los bonos mediante ventas masivas logra depreciar el tipo de cambio implícito, que redunda en una distensión de las cotizaciones en todas sus versiones.

Contribuye también la agenda impositiva, llena de vencimientos como los correspondientes al impuesto a la riqueza, a ganancias y al de bienes personales, que presionan a la baja, por mayor venta de dólares.

Pero cuidado, caminamos sobre una cuerda como si fuéramos equilibristas. Cualquier golpe imprevisto puede incrementar la demanda de dólares. En definitiva, en las cajas del Banco Central -aunque ciertamente viene en un proceso de recompra de dólares en el mercado para incrementar sus reservas- los dólares siguen siendo escasos.

Acá se presenta la sombra de una nueva crisis sanitaria que impacte en las cuentas del Estado con menos ingresos y mayores erogaciones sociales. Y no existe un fondo anti cíclico de reservas para gastar; cuenta con escasos dólares y carece de crédito interno. Así las cosas, la emisión de pesos y la desconfianza en éste (baja de demanda de dinero) podrían volver a crecer.

Fuente: Rosario Finanzas