La semana pasada, habló Martín Guzmán. Es la voz oficial del Gobierno, aunque no necesariamente la más influyente. El ministro de Economía dijo que buscará apreciar el peso (en rigor, que se devaluará 25% en 2021, es decir, menos que la inflación) y que harán todo lo posible para que la suba de precios ronde 30%.

¿Qué dijo el mercado? Que le cree, pero a una parte de su estrategia nomás. “Estas declaraciones generaron una fuerte rotación desde títulos dollar-linked hacia otros tasa fija o Badlar. Esto provocó una caída en la expectativa de devaluación, aunque todavía continúa lejos de lo expuesto por el ministro. Por otro lado, la inflación implícita ni se mosquea y continúa en niveles de alrededor del 49%”, señaló Delphos en un reporte. La “inflación implícita” se calcula como diferenciales de tasas entre bonos CER y tasas fijas.

Para alcanzar el objetivo de depreciación nominal del 25% a lo largo del 2021, el deslizamiento diario debería ser de alrededor de 4 centavos desde aquí hasta Navidad.

“Por el momento, ese valor es de 9 centavos y, si bien es más bajo que los 10/11 centavos observados desde principio de año, aún luce lejano en relación al objetivo”, dice Delphos. De todos modos, agrega, “el mercado achicó considerablemente la expectativa de devaluación desde 60% hacia fines de noviembre hasta 37% hoy”.

Más importante que la palabra de Guzmán fueron los números: la cosecha gruesa será espectacular y el supercepo pulverizó la demanda de divisas. En otras palabras, el BCRA tendrá espaldas para defender su ritmo devaluatorio. Eso hizo posible que lo que hoy dice Guzmán sea cumplible. La situación patrimonial del BCRA, sin embargo, está lejos de ser holgada y no deben descartarse algunas turbulencias en el largo camino hacia octubre.

Las mencionadas declaraciones de Gumzán provocaron que muchos inversores decidieran rotar desde títulos dollar-linked hacia otros títulos a tasa fija o Badlar. “El resultado de eso fue una fuerte suba en las cotizaciones de algunos soberanos y provinciales. Los bonos a tasa fija TO23 y TO26 comprimieron alrededor de 700 y 550 puntos básicos (bps) respectivamente mientras que los Badlar de PBA, PBY22 y PBA25, lo hicieron en 400 y 250 bps, respectivamente”, agrega Delphos.

“La dinámica de la tasa de devaluación implícita muestra como las declaraciones de Guzmán sirvieron como estocada final a una expectativa que venía en baja y que tenía como principal soporte las elecciones legislativas de octubre. Mientras que, en segundo lugar, la inflación implícita no se mueve. El mercado confía poco en la capacidad del Gobierno para recortar la tasa de desindexación que viene mostrando la economía”, concluye Delphos.

¿Es posible que una devaluación cada vez menor, como ya se está evidenciando, vaya bajando esa “inflación implícita”? “Siempre y cuando esté acompañada de un menor ritmo de monetización de la economía. Sino atrasar solo el tipo de cambio no te baja la inflación”, dice Leo Chialva, desde Delphos, ante El Economista. “El mercado está más escéptico con la inflación. Además, la emisión pasada condiciona la inflación hasta junio, al menos”, agrega.

“A juzgar por el ‘price action’ de la última semana, el mercado le cree más a la promesa oficial de atrasar el tipo de cambio que a la convicción de bajar la inflación”, dijo GMA Capital, el viernes pasado. “Es probable que, en el corto plazo, la deuda indexada y a tasa fija le saque una diferencia al dólar, aunque el riesgo latente de un movimiento cambiario ‘sin aviso’ sería cada vez mayor”, advirtieron. La acumulación de reservas será clave para que no ocurra ese salto discreto antes de las elecciones. Por ahora, el mercado cree que es posible.

Hay (más) dólares

“En la visión oficial, el combo de menor tensión cambiaria, con control de tarifas de servicios públicos y las pautas salariales, serán suficientes para bajar la inflación al 30%”, dijo Martín Polo, Estratega en Jefe de Cohen, ayer en un reporte.

Sin embargo, en el camino tiene varios desafíos por afrontar que van en contra de dicha perspectiva. De hecho, el arranque de 2021, con un IPC de 4% en enero, no es nada auspicioso. “El mercado cambiario es frágil (con brecha cambiaria elevada y con importaciones agazapadas), las reservas internacionales netas son un tercio de los vencimientos de deuda con organismos internacionales mientras que la inflación, además de un componente inercial, estará presionada por la emisión monetaria para financiar al déficit fiscal de 2021”, agrega Polo.

En la segunda semana de febrero, el BCRA aceleró el ritmo de compras de divisas en el mercado de cambios: totalizaron US$ 244 millones, acumulando en lo que va de febrero compras netas por US$ 403 millones. Es algo.

“Más allá de esta suba, el nivel de reservas internacionales sigue siendo insuficiente para los pagos en moneda extranjera que deberá afrontar el Gobierno en lo que resta del año, especialmente con el FMI y con el Club de París. Por lo tanto, lograr un acuerdo con estos organismo para refinanciar estos vencimientos será la clave para la estabilidad cambiaria”, señala Polo.

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Fuente: El Economista