En las últimas semanas, muchas zonas del país recibieron las lluvias que esperaban desde el otoño: los registros desde Navidad hasta hoy han permitido recuperar gran parte del déficit hídrico acumulado en invierno y primavera, lo que permite un buen arranque para los lotes, en medio del temor por el accionar del fenómeno La Niña.
Sin embargo, más humedad también acarrea un riesgo: la proliferación de enfermedades. Por eso, desde FMC aseguran que ya deben comenzar a intensificarse los monitoreos, a fin de detectar los inóculos a tiempo y no llegar tarde con las aplicaciones de fungicidas. Nanok y Rubrix Max son los dos productos que tiene en su cartera FMC para combatir los hongos que afectan a la soja y al maíz. Ambos en base a estrobilurina, pero acompañados por un triazol diferente: flutriafol en el primer caso (un principio activo propiedad exclusiva de FMC) y epoxiconazole en el segundo.
“A los fungicidas hay que usarlos de manera preventiva, ante los primeros síntomas observados y si las condiciones son predisponentes para enfermedades, la respuesta está”, advierte Nicolás Bosco, coordinador de servicio técnico de FMC en la región Centro-norte de Santa Fe, Chaco y Santiago del Estero. De acuerdo con los ensayos realizados por la compañía en soja, esa respuesta favorable es de dos o tres quintales en el momento oportuno, que es cuando está empezando a florecer, a formar chaucha.
En maíz, lo ideal es pulverizar en el momento de floración, hasta R1, y se puede alcanzar un plus de hasta 10 quintales por hectárea. “En Argentina se siembra cada vez más maíz tardío, y en esta campaña en particular el porcentaje fue el más alto de la historia. Eso significa más posibilidad de enfermedades y por eso es esencial el uso de fungicidas, algo no tan común en el maíz, pero que se paga solo por la respuesta tan alta que se logra”, asegura Bosco.
Para comprobarlo, el asesor de FMC hace un cálculo sencillo: mientras que una aplicación cuesta 20 dólares, lograr una tonelada más de maíz por hectárea significa lograr un extra de 150 dólares. “No estamos diciendo de aplicar el fungicida porque sí, pero tampoco esquivarle. Y menos aún, cuando se usan cada vez más maíces tardíos y la mayoría de los híbridos son susceptibles, porque se seleccionan más por rendimientos que por sanidad”, aclara Bosco.
Dosis y momentos
Para la soja, se pueden usar tanto Rubrix Max, con una dosis de 300 centímetros cúbicos por hectárea; como Nanok, con un rango de entre 400 y 480 centímetros cúbicos dependiendo del grado de incidencia que tengan las enfermedades. Para maíz, el registro está autorizado solo para Nanok, con una dosis aproximada de 800 centímetros cúbicos.
En ambos casos, la recomendación es acompañar la aplicación con Biofusion, con una dosis de 200cc/ha, un cofactor que permite una mayor eficiencia en la estrategia de protección del cultivo.
“Cuando ponemos un fungicida, normalmente va junto a un insecticida o graminicida. Biofusion es clave porque estabiliza la mezcla y homogeneiza caldos. El resultado es una mejor calidad de aplicación y que el fungicida ingrese rápidamente a la planta, un aspecto esencial en un año en que se prevén condiciones de estrés hídrico y se necesita un producto que penetre rápido en las hojas”, menciona Bosco.