Al mismo tiempo, las preocupaciones por el cambio climático están motivando el uso creciente en todos los sectores de la economía de productos obtenidos a partir de cultivos. Semana a semana cubrimos en el portal la aparición de nuevos combustibles, plásticos, materiales para la construcción, fibras textiles, químicos, insumos agrícolas, cosméticos y productos medicinales que tienen su origen en el campo. Estas necesidades deben ser atendidas bajo un marco de restricción de superficie cultivable, de aumento de emisiones de gases de efecto invernadero y de respeto por los ecosistemas. Un verdadero desafío para la agricultura, que solo podrá ser superado a partir del uso intensivo de la ciencia y la tecnología como soporte de la innovación continua. Una característica que es intrínseca a la juventud.

Estas nuevas demandas representan una gran oportunidad para Argentina. Los productores argentinos vienen demostrando una gran capacidad de innovación para sobreponerse a todas las dificultades económicas y sociales que viene atravesando la economía nacional en las últimas décadas. En un viaje que me tocó compartir con David Hughes hace dos años, en aquel momento presidente de ArgenTrigo y hoy al frente del Consejo Profesional de Ingenieros Agrónomos, me explicaba que el productor agrícola argentino es una persona joven, con buena formación académica y con una alta propensión a contratar asesoramiento profesional. Según los números de Hughes de aquel momento, el promedio de edad de los tomadores de decisiones en las granjas estaba por debajo de los 46 años y más de la mitad tenían completado sus estudios universitarios. Además, el 80% de las empresas agrícolas contaba con asesoramiento contable, el 60% con asesores técnicos y el 30% recibía monitoreos de cultivos externos, mientras que 6 de cada 10 productores arrendaba algún campo.

Estas particularidades difieren de lo que sucede en el resto del mundo. Especialmente en Europa donde la agricultura está en manos de agricultores de edad más avanzada y con muy pocas perspectivas de recambio generacional. Por un lado, porque cada vez hay menos jóvenes, pero también porque estos jóvenes están cada vez menos interesados en las ciencias en general y en el agro en particular. El vínculo entre la sociedad que vive en las grandes áreas metropolitanas y la tecnología agrícola moderna está cada vez más deteriorado.

En un intento por revertir esta situación y mostrar que el agro puede ser atractivo para la juventud, John Deere y el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT), un organismo independiente creado por la Unión Europea para potenciar la investigación y la innovación, presentaron esta semana el proyecto de agricultura de precisión para Farming Simulator. Un parche de actualización para el popular videojuego de simulación de granjas que incorpora los conceptos de una agricultura más verde, más tecnológica y sustentable. En Europa está muy instalada la creencia de que solo es posible producir alimentos de calidad en pequeñas granjas familiares. Este proyecto está destinado también a resaltar que la tecnología moderna conocida como Agricultura de Precisión permite que las grandes granjas produzcan productos de alta calidad y, al mismo tiempo, respeten el medio ambiente.

A diferencia de lo que sucede en el ‘Viejo Mundo’, en nuestra región estamos atravesando un momento en el que la población en edad de trabajar supera en número a la población dependiente. Este proceso, que se conoce como “bono demográfico” representa una oportunidad para el desarrollo de un modelo de industrialización más federal a partir de las oportunidades que el agro y la bioeconomía presentan.

Manuel Otero, presidente del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en varias oportunidades se ha referido a la importancia de entusiasmar a los jóvenes para capitalizar este bono demográfico. El IICA ha tomado a la juventud rural como uno de los temas prioritarios para el desarrollo de la agricultura y la bioeconomía en América Latina y el Caribe. En su sede central de Costa Rica funciona el Centro Integral para la Interpretación de la Agricultura del Mañana (CIMAG). Se trata del mayor proyecto educativo agrícola del mundo, que fue desarrollado junto a Microsoft creando un espacio interactivo tecnológico donde los jóvenes pueden simular que están manejando una cosechadora, modificar los parámetros climáticos y ver la respuesta de los cultivos, o jugar con aplicaciones de realidad virtual para estudiar los órganos de los animales.

A través de los canales formales de educación no se está logrando captar la atención de los jóvenes por las actividades agroindustriales. Son necesarios nuevos enfoques innovadores que utilicen el poder de la tecnología, ya que los jóvenes de hoy son nativos digitales. Por eso son bienvenidas estas iniciativas.

Fuente: Bioeconomia.info - Emiliano Huergo