El día 20 de agosto pasado, representantes de la Mesa Ovina Nacional se reunieron por videoconferencia con el Subsecretario de Ganadería de la Nación, Med.Vet. José María Romero para llevarle la preocupación por la grave situación que atraviesa el sector. En ese marco la desaparición de la Dirección de Ovinos como tal, y la baja de categoría de esta dependencia en la nueva orgánica del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca aparece al menos como contradictoria.

La Mesa le transmitió que se transita una tormenta perfecta en donde coinciden, el derrumbe de los precios y mercados nacionales e internacionales de todas las lanas y de la carne ovina, productores en emergencia tapados de nieve en la Patagonia y con sequías extremas en el norte, industrias paradas, ventas casi nulas, dificultades propias del Covid para el trabajo y la logística, y la ayuda de la emergencia que no llega. La cadena está rota, se sintetizó. A todo eso se suma, la incertidumbre del futuro de la ley ovina, así como la continuidad de los planes, acciones y proyectos que se venían llevando a cabo en conjunto con el equipo de la Dirección de Ovinos. En este marco se le manifestó que resulta al menos inoportuno este cambio, por lo que se solicitó la restitución del área.

Con mucha preocupación, los dirigentes le plantearon los justos reclamos de los productores ante la grave situación por la que están atravesando; la ayuda oficial no llega y las mortandades de animales ya se muestran muy importantes. Así, no sólo está seriamente afectado el presente sino además hipotecado el futuro inmediato. Por ahora se sobrevive con la ayuda solidaria de otros productores, instituciones del lugar y apoyos locales

Si bien las autoridades reconocieron que la ovina es una de las actividades más postergadas, hay demoras en la gestión y financiamiento del Prolana, en los desembolsos de proyectos de la ley ovina, de promoción de carnes, así como incertidumbre con los fondos para las emergencias, por ahora ausentes. Por si fueran pocas las preguntas sin respuesta, se suman la falta de crédito en todas las etapas, las devoluciones de impuestos que no llegan, y serias dificultades para afrontar los salarios.

El potencial de toda la cadena es muy importante: los productos ovinos tienen alta demanda, son de rápido impacto económico, y cumplen todas las exigencias productivas, sociales y ambientales. La oveja genera arraigo y agregado de valor en el interior profundo, ocupa los espacios vacíos más alejados e inhóspitos, y es un importante empleador rural e industrial. Llevamos años elaborando diagnósticos, aportando planes y propuestas concretas, ofreciendo manos e ideas; sin embargo sistemáticamente nos cruzamos con decisiones erráticas y la falta de visión estatal estratégica y de largo aliento.

Los integrantes de la mesa no recibieron soluciones en el corto plazo. El sentimiento general sobre las medidas tomadas y la falta de ayuda concreta y oportuna, generan frustración e impotencia en todos los actores de la cadena. Pocas actividades son tan federales como el ovino y pocas son las gestiones de los gobiernos que han tenido la capacidad de entenderlo, ordenarlo y llevarlo a la práctica.