En mi columna del pasado sábado, analizamos la embestida judicial que el kirchnerismo impulsa contra funcionarios del gobierno anterior y, principalmente, contra Mauricio Macri. Planteamos que teóricamente el expresidente podría presentarse como candidato a Diputado en 2021 con la intención de obtener fueros, lo que le permitiría resguardarse ante un eventual pedido de prisión si avanzan las causas en las cuales estaría involucrado.

Sin embargo, los fueros podrían no ser suficientes para eludir a la justicia y el deseo de venganza K. En 2017, Cristina Kirchner logró una banca como senadora, y los fueros le permitieron sortear los pedidos de prisión preventiva. Lo mismo ocurrió con Carlos Menem. Esto fue posible gracias a la “doctrina Pichetto”, según la cual para proceder con el desafuero de un integrante de la Cámara Alta antes debe existir sentencia firme. Pero en Diputados es otro cantar: De Vido fue desaforado por sus pares en 2017 y lo mismo ocurrió con el exsubcomisario Luis Patti en 2008.

Miguel Ángel Pichetto ya no ocupa una banca en el Senado (acaba de asumir como auditor en la AGN), por lo que desconocemos si su “doctrina” seguirá vigente en la Cámara Alta ahora que él se ha ido. No obstante, este punto no es ahora demasiado importante. Macri podría ser candidato por la Ciudad de Buenos Aires o por la Provincia de Buenos Aires (ya que nació en la ciudad de Tandil), y estos distritos no eligen senadores en 2021 (la provincia los renueva en 2023 y la ciudad recién en 2025). Es decir, de participar, Macri está obligado a pelear por una banca en Diputados, en donde consuetudinariamente los desafueros avanzan.

¿Cuál sería la mejor estrategia para el expresidente?

¿Sería provechoso buscar fueros en la Cámara de Diputados, en donde de todas formas el riesgo de desafuero es alto? ¿O es mejor dar un paso al costado, dejando el espacio a otros candidatos de Juntos por el Cambio mejor posicionados? Al margen de los fueros, en la Argentina existe otra forma de contener y, eventualmente, influenciar a jueces y fiscales: la acumulación de poder político. Si JxC logra buenos resultados en 2021, podría configurar un contrapeso frente a la incidencia creciente que los sectores kirchneristas están teniendo sobre la justicia, y representar también un resguardo judicial para el expresidente. Esto nos lleva necesariamente a la siguiente pregunta: ¿Qué tan buen candidato sería Mauricio Macri si de todas formas decidiera pelear por una banca en 2021? Sin perder de vista que aún faltan 14 meses para los comicios del año próximo y que, por lo tanto, el escenario podría cambiar, evaluemos algunos datos para intentar aventurar una respuesta.

En una primera aproximación, al evaluar la imagen de Mauricio Macri a nivel nacional, podemos apreciar el desgaste sufrido a partir de junio de 2018, lo cual coincide con el comienzo de la turbulencia económica: corrida cambiaria, devaluación y pedido de asistencia al FMI. Al margen de la relativa recuperación de mediados de 2019, en el marco excepcional de las elecciones presidenciales y el impulso por las marchas del “Sí se puede”, lo cierto es que la tendencia muestra que, desde la crisis de 2018, la imagen del expresidente se hundió cada vez más. En mayo de 2019 la imagen de Macri obtuvo su peor registro histórico (28% de imagen positiva y 64% de negativa).

Al comparar la imagen de Mauricio Macri con la de otros dirigentes, ya sean del oficialismo o de la oposición, podemos ver lo mal posicionado que se encuentra el expresidente, ubicado en los últimos lugares del ranking. Sondeos recientes muestran que incluso Cristina y Máximo Kirchner poseen mejor imagen que Macri. Entre los dirigentes de renombre, el expresidente solo supera a Sergio Massa.

Como puede apreciarse, su mal desempeño no obedece a su posición partidaria, ya que otros dirigentes de Juntos por el Cambio como Horacio Rodríguez Larreta o María Eugenia Vidal poseen una imagen positiva mucho más alta que la de Macri. Incluso Patricia Bullrich, que mantiene una postura más crítica frente al gobierno y de mayor intransigencia (la cual muchos han identificado como una representante del macrismo más duro), posee mayor aceptación por parte de la ciudadanía.

Por último, evaluemos la imagen del expresidente en los dos distritos donde podría competir: la provincia de Buenos Aires y CABA. Aunque se confirma lo que era previsible, que cosecha mayor apoyo entre los votantes porteños que entre los bonaerenses, la diferencia no es significativa. Incluso en CABA, la imagen negativa de Macri supera por casi 20 puntos porcentuales a la negativa. Lo cual lo convertiría, al menos por ahora, en un dirigente debilitado electoralmente independientemente del distrito en el cual quiera competir.

A pesar de que aún falta mucho para los comicios, por el momento los sondeos no respaldarían una eventual candidatura de Macri. Si decidiese presentarse el año próximo, debería mostrar una recuperación excepcional para posicionarse competitivamente frente a los posibles candidatos que pueda presentar el FDT. Pero también para justificar su presencia en la lista de JxC, encabezándola o en una posición de relevancia, ya que sería extraño que un expresidente que recién deja el cargo decidiese participar desde un lugar marginal. Si los números continúan como hasta ahora, su candidatura podría no favorecer la performance electoral de JxC, por el contrario, podría convertirse en un lastre.

¿Qué tan buen candidato sería Mauricio Macri si de todas formas decidiera pelear por una banca en 2021?

A pesar de haber obtenido el 40% de los votos en 2019, una cifra para nada despreciable, a nadie debería sorprender de ahora en más un Mauricio Macri menos competitivo electoralmente teniendo en cuenta los antecedentes históricos de expresidentes que decidieron presentarse como candidatos a cargos legislativos. En 2009, Néstor Kirchner perdió contra Francisco De Narváez en las elecciones a diputados por la provincia de Buenos Aires; lo mismo ocurrió con Cristina Kirchner en 2017 cuando fue derrotada por Esteban Bullrich, esa vez en los comicios a senadores. Pero esta regla no vale solo para candidatos peronistas. En 2001, el recordado Raúl Alfonsín fue también candidato a senador por la provincia y sufrió una derrota bastante apabullante contra Eduardo Duhalde, que encabezaba la lista del PJ. Los exmandatarios no han representado históricamente buenos candidatos para acceder al Congreso, ¿hay razones para que Macri sea la excepción?

Por Marcos Novaro
Fuente: TN