En su momento se decía: “con una buena cosecha nos salvamos”. Ahora se puso de moda preguntar por Vaca Muerta, esperando que, milagrosamente, ese yacimiento gasífero nos salve de la decadencia. La mente de buena parte de la población argentina y de la mayoría de la dirigencia política está puesta en creer que los recursos naturales son riqueza. Tenemos que tener en claro que ni la pampa húmeda, ni Vaca Muerta van a sacarnos de nuestra decadencia si previamente no tenemos instituciones, es decir reglas de juego que generen los incentivos para invertir y trabajar. Pero esas instituciones se basan en los valores que imperan en una sociedad. ¿Cultura de la dádiva o cultura del trabajo? ¿Competencia o proteccionismo para vender productos de mala calidad y a precios más altos que en condiciones de competencia? ¿Vivir del trabajo propio o del trabajo ajeno?

La realidad es que, además de tener los valores necesarios para poder sostener instituciones que induzcan la inversión, también hay que preparar a las nuevas generaciones para enfrentar los cambios tecnológicos que vemos día a día. De manera que tener un pueblo preparado, con un buen sistema educativo, va a ser clave para lograr una tasa de crecimiento sostenida y con altos niveles de ingreso.

La generación del 80 apostó a la educación. Sarmiento fue su gran impulsor pero Roca fue el que más escuelas construyó. Ambos vieron en un pueblo educado las bases para tener un país que pudiera progresar.

En Argentina muchos se llenan la boca hablando de educación pero lamentablemente, desde que los maestros dejaron de llamarse maestros y pasaron a llamarse trabajadores de la educación, la educación pública es cada vez de menor calidad, y tampoco sobresale la privada. El sindicalismo pasó a copar el manejo de la educación y los contenidos son propios de un populismo que enaltece al líder político al tiempo que deliberadamente distorsiona nuestra historia. Pueden hacer la prueba preguntándole a un chico de 12, 14 o 15 años quién fue Juan Baustista Alberdi y verán que no lo conocen. Si uno les pregunta qué se festeja el 25 de mayo suelen contesta la independencia de Argentina. Y si no repregunta y les dice: ¿y el 9 de Julio, que se conmemora?, no sabrán qué responder. Finalmente están las pruebas PISA que muestran lo mal que viene la educación en Argentina.

Gráfico 1


El gráfico 1 muestra el casto público consolidado provincial destinado a la educación básica desde 1980 hasta 2017 como porcentaje del PBI. En 1980 se destinaba a educación básica el 1,26% del PBI y en 2017 se destinó el 3,63% de acuerdo a los datos del Ministerio de Economía. Es decir, los recursos se multiplicaron casi por 3. ¿Dónde fueron a parar tantos recursos?

Gráfico 2


El gráfico 2 muestra la relación cantidad de alumnos de colegios primarios estatales/cantidad de docentes. Este dato surge del anuario estadístico del Ministerio de Cultura y es para el año 2018. Como puede verse, el promedio país da que hay 12,4 alumnos por maestro, con provincias que prácticamente tienen una educación personalizada como pueden ser los casos de Catamarca, La Pampa, Río Negro, etc.

Como comparación podemos tomar dos referencias. Los colegios privados argentinos y la misma relación para la UE.

Gráfico 3


Si tomamos como referencia la cantidad de alumnos de colegios primarios/cantidad de docentes en el caso de los colegios privados vemos que el promedio país da 16,3 alumnos por docente. Es decir, es un 33% más eficiente que la relación de la escuela pública.

¿Qué ocurre en el caso europeo?

Gráfico 4


De acuerdo a los datos de EUROSTAT, el promedio de la UE da 14,7 alumnos por docente pero con países como Francia que tienen una relación de 16,9, en Reino Unido 19,5 y Dinamarca 16,7.

Todo parece indicar que Argentina no es que esté destinando pocos recursos a la educación, sino que está dilapidando recursos por el estatuto del docente que ha generado una acumulación de “noquis” de la educación. A modo de ejemplo, en CABA había, en 2016, 43.761 docentes interinos. Además había 38.328 docentes titulares, es decir, hay más interinos que titulares. 30.218 suplentes. Los docentes suplentes representaban el 79% de los titulares. Y 11.122 docentes transitorios. Un verdadero delirio donde se privilegia al “trabajador de la educación” en vez de privilegiar la educación.

No es casualidad que en 2011 el 24,8% de los alumnos de colegios primarios fueran a colegios privados aumentando al 27,1% en 2018 de acuerdo al boletín estadístico del Ministerio de Educación. La gente hace el esfuerzo de mandar a sus hijos a colegios privados porque la educación pública cayó en manos de dirigentes sindicales que se asemejan más a dirigentes políticos y el tema educativo queda relegado a último plano.

En síntesis, para poder progresar, cualquier país va a necesitar un sistema educativo de excelencia en que prime la calidad educativa. Sin eso no hay chances que las nuevas generaciones puedan adaptarse al trabajo cerebro intensivo que se da a raíz de los avances tecnológicos. Si encima a los chicos se les enseña en las escuelas que unos son pobres porque otros son ricos, creamos las condiciones ideales para que el éxito, el esfuerzo personal y la capacidad de innovación sean rechazadas por las nuevas generaciones e impere la envidia al éxito ajeno.

La mezcla de ignorancia de muchos docentes, de dilapidación de recursos y del sindicalismo de los trabajadores de la educación está condicionando el futuro de la Argentina, llevándola a perpetuar la pobreza. Y la pobreza y la ignorancia es tierra fértil para que broten las tiranías.

Fuente: Economía para Todos