Madeleyne Aguilar A. /San Ignacio de Moxos.- Empanizado, miel, jalea y caramelos de caña son algunas de las alternativas al azúcar que se producen artesanalmente en Mercedes del Apere. Estas delicias, que no contienen ningún saborizante artificial, se elaboran gracias a un trapiche que el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca) aportó a las comunidades del Territorio Indígena Multiétnico en San Ignacio de Moxos.

“La mayoría de nuestros clientes son ganaderos. Compran el empanizado (pasta de caña) y lo llevan para su familia. A veces no hay azúcar y usan esto. También lo ponen al pan como mermelada. La miel sirve para endulzar el té o el refresco”, explica la productora Mirtha Caumol.

El proceso

La producción comienza cuando los kilos de caña provenientes de las chacras son triturados con el trapiche. Así se obtiene un caldo que es vaciado en grandes recipientes hondos.

Ese néctar es llevado a los hornos para que cuaje. En diferentes puntos de ese proceso se va separando el líquido para elaborar varios productos. Por ejemplo, cuando es colado por una tela se obtiene la jalea o el endulzado.

La caña de azúcar se recoge justo antes de que florezca.

“Mientras hierve el caldo en la paila nosotros debemos descachazar para que no quede sucio. Sacamos eso a un balde y lo que queda ya es la miel”, explica Miriam Guzmán, mientras trabaja .

Para obtener empanizado, una especie de chancaca, el caldo debe cuajar aproximadamente por cinco horas. Entonces los trabajadores baten el líquido con unas palas artesanales. Después lo vierten en moldes hechos de madera que están diseñados para un desmolde rápido y fácil.

La jalea es uno de los productos de los cañaverales.

Los únicos elementos que se usan para producirlo son: el jugo de la caña y un poco de agua que se vierte en tutuma.

Nada es desperdiciado, incluso los residuos, tras dar forma al empanizado, son usados para endulzar los alimentos de las familias . La jalea también se vende en palitos cubiertos y con la masa se forman pastillas de caramelo artesanal.

El caldo se pone a fuego hasta que cuaje, luego se bate.

Los clientes de los dulces naturales provienen de diversos sectores. “Viene gente de San Ignacio, de Perú, gente del pueblo El desengaño”, comenta la productora Cristina Muiba, quien es ayudada por niños de la comunidad en todo el proceso. Los recompensa con pedazos de empanizado.

Soledad Enríquez, técnica de Cipca, explica que se obtienen 146 litros de caldo de aproximadamente 400 kilos de caña. Con él, se produce 30 empanizados, que venderán a 15 bolivianos el kilo. El litro de miel cuesta 20.