En la actualidad los establecimientos agropecuarios de la Región Pampeana han revalorizado la ganadería, y la productividad de las pasturas es foco de interés de productores y profesionales. Entre ellas, las pasturas de alfalfa cubren 4,7 millones de ha, constituyendo la leguminosa forrajera más difundida e importante para la producción de carne y de leche en la región.

Su producción potencial de forraje, principalmente en la época primavero-estivo-otoñal, se acerca a las 20 toneladas de materia seca/ha/año. Adicionalmente, es una forrajera valorada por el nitrógeno que aporta al sistema a través de la fijación biológica. Este mecanismo permite cubrir su demanda de nitrógeno, en cambio el fósforo en general resulta limitante para satisfacer su requerimiento y por lo tanto es el macronutriente más relevante para estas pasturas. “El manejo racional de la fertilización fosfatada de pasturas de alfalfa permite incrementar la productividad y sostenibilidad de los sistemas ganaderos. Para ello es necesario definir cuánto fósforo hay que aplicar, cuándo y cómo se debe aplicar” aclara la Ing. Agr. Alejandra Marino docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata, UIB.

Según la profesional, la determinación de la dosis de fósforo a aplicar dependerá principalmente del contenido de fósforo del suelo, del objetivo de producción de forraje y del criterio de fertilización seleccionado para cada establecimiento. Para lograr una adecuada fertilización con fósforo en pasturas de alfalfa, desde la UIB se recomienda en primera instancia realizar análisis de suelo.

“Trabajos recientes muestran para esta forrajera un valor umbral de fósforo en el suelo de 18 mg kg-1, inferior al utilizado previamente. Esto justifica un reajuste de las dosis de fertilización fosfatada, puesto que implica reducir la dosis de fertilización con respecto a las recomendadas anteriormente” aclara Marino. Y explica que en el rango cercano a dicho valor la probabilidad de respuesta al agregado de fósforo es solo marginal mientras que por debajo de 15 mg kg-1 la probabilidad de incrementar el rendimiento de alfalfa por la fertilización con fósforo comienza a ser rentable. La respuesta al fertilizante fosforado será mayor cuanto menos fósforo tenga el suelo.

Por otra parte, el Ing. Agr. Hernán Echeverría también docente de FCA-UNMdP, sostiene que cuando los contenidos de fósforo superan los 40 mg kg-1, existe la posibilidad de pérdida de fósforo por escurrimiento lo que produce contaminación de cuerpos de agua. Esta situación, poco frecuente en los sistemas extensivos (como cría o recría vacuna), se puede presentar en sistemas intensivos de producción a corral, criaderos de aves, cerdos o tambos y deben evitarse por el oneroso pasivo ambiental que generan.

“El momento más adecuado para fertilizar alfalfa es a la siembra de la pastura, en la región esto se efectúa en marzo, siendo conveniente la incorporación al suelo del fertilizante. Para el segundo año de producción y los posteriores, la refertilización con fósforo de las pasturas es altamente recomendable y deberá realizarse al voleo preferentemente al inicio del otoño” sostiene el profesional.

Además de los aspectos básicos mencionados, los profesionales de la UIB apuntan que se deben tener en cuenta las características particulares de cada establecimiento y los objetivos empresariales. Esto permitirá definir cuáles serán los criterios de fertilización más adecuados para cada sistema productivo: i) de suficiencia para maximizar la eficiencia agronómica y el retorno de la inversión en fertilizante, ii) de construcción y mantenimiento para maximizar el rendimiento e incrementar el valor de fósforo del suelo o iii) situaciones intermedias entre ambos criterios.

El aplicar estas buenas prácticas de manejo de la fertilización fosfatada en pasturas de alfalfa permitirá efectuar un uso racional y eficiente de los fertilizantes fosfatados, y contribuir a la sostenibilidad del recurso suelo y de los sistemas productivos.