La Estanciera es un auto que hace años se dejó de fabricar, está superada por unos autos muchísimos más modernos y por más que alguien sea eficiente en fabricarla no va a venderla, ya que nadie la comprará porque está desactualizada. Esto con nuestras cosechas si no se aprueba una sensata ley de semillas

Si no tenemos pronto una ley de semillas adecuada para los intereses de las partes -productores y obtentores (o sea las empresas que producen los OGM), éstas nos van a vender semillas más antiguas porque nadie quiere que no le paguen las regalías por su producto. Ya está ocurriendo, no nos venden algunas semillas nuevas que están en el mercado en otros países. En Clarín Rural del 12 de enero de 2019 , Héctor Huergo advierte que China aprobó cinco eventos genéticos siendo favorecida la soja como cultivo, pero que la Argentina no podrá acceder a los nuevos eventos al carecer de una ley adecuada a los derechos del obtentor.

En la Argentina, según un comunicado los integrantes de la Federación de Distribuidores de Insumos Agropecuarios (FeDIA), la comercialización ilegal de semillas alcanza el 80% del total del mercado. En ese entendimiento, los fabricantes de semillas genéticamente modificadas van a buscar mercados que le paguen por toda su investigación. Y no estamos hablando sólo de empresas extranjeras, en la Argentina cada vez hay más empresas dedicadas a la ingeniería genética y esto va a ir en aumento con el desarrollo de la tecnología para poder crear eventos que posibilita que cada vez más semilleros puedan acceder a ésta.

Argentina, se ubica en el tercer lugar del mundo por cantidad de hectáreas sembradas con semillas transgénicas, sólo superado por Estados Unidos y Brasil.
Brasil hasta el 2017 aprobó 116 eventos y Argentina hasta el 2018, 52 Europa 60.

O sea que estamos lejos en la carrera y nos atrasaremos más si no aprobamos cuanto antes una ley de semillas acorde con la actualidad, ya que la que rige actualmente es de 1973 o sea casi tan vieja como la Estanciera que anteriormente mencioné. La ley de semillas presentada en el Congreso se trató en Diputados luego de un gran esfuerzo de diálogo con el consenso de todas las partes involucradas en el quehacer rural, pero lleva ya demasiado tiempo en tratarse. Todos los actores, incluidos los productores, deberíamos reclamar su urgente sanción, máxime considerando que la ley no ha presentado para ser tratada en la Sesiones extraordinarias, como hubiera correspondido.

Lo mismo veo en el proyecto algunos puntos que en poco tiempo traerán problemas.

1) De orden público: Esto es que no puede ser modificada por la voluntad de las partes, se lo hizo para proteger a los productores de las grandes corporaciones que en el día de hoy son los principales obtentores. Pero con el avance de la tecnología es muy probable que esta protección se vuelva en contra o no permita el surgimiento de competencia. El afán de Estado en proteger no ha tenido buenos resultados en la Argentina, hay tanta protección que no queda lugar para la innovación. Otra vez volvemos a la Estanciera.

2) El uso propio: es algo común en las legislaciones de Sudamérica, Brasil tam-bién la tiene, en el proyecto es a partir de la cuarta cosecha salvo uso incremental. La cuestión es cómo se puede controlar su cumplimiento ya que lo más probable es que haya más burocracia que difícilmente funcione para tal fin, al igual que con las exenciones para los agricultores familiares inscriptos en el RENAF (Registro Nacional de Agricultura Familiar), pueblos originarios y productores que tengan una facturación inferior a la suma de tres monotributos de la máxima categoría. La cuestión es si se puede controlar bien el uso propio y los exentos porque si no se volverá a la actual situación donde la “bolsa blanca” es la mayor cantidad de semilla vendida.
Lamentablemente en no más de dos campañas de seguir con esta actitud, Argentina quedará superada por otros países productores agrícolas que se manejan con las pautas internacionales en lo que a los derechos de las semillas genéticamente modificadas respecta. Estos países no son “vendepatrias” ni están sometidos a imperios o multinacionales, como falsamente se aduce para no votar una ley clara en nuestro país, sino que entienden la problemática y los intereses tanto de los obtentores como de los productores.

Debe considerarse que los beneficios económicos que conllevan las nuevas semillas transgénicas (ahorro en agroquímicos, menor perdida de producción, facilidad en la eliminación de las malezas), son superiores al costo del pago de la regalías, con lo cual todos los planteos de exención parecen más ser objeto de una especie de “demagogia legislativa” que beneficio para el productor, sea este o no pequeño.

Apelamos a la responsabilidad de los distintos poderes del gobierno nacional para que se promulgue una ley de semillas acorde con las necesidades de la industria y de los productores; de otra forma perderemos la posición de exportadores de granos que tanto trabajo costo a los productores rurales poder conseguir.

Por Javier Reigada E. - Reigada & Borda – Abogados