A lo máximo que puede aspirar Cambiemos en términos económicos es llegar a las elecciones con el mercado de cambios bajo control, con una inflación que sea la mitad de la de 2018 y con un nivel de actividad que no siga cayendo e, idealmente, muestre algún signo de recuperación. Para llegar a octubre sin convulsiones en el mercado de cambios, sugiero el cambio de LELIQs por algún bono de largo plazo del tesoro, bonos que el tesoro le entregaría al BCRA a cambio de las letras intransferibles que viene acumulando desde la era k.

Cambiemos ya no podrá argumentar la herencia recibida para explicar el complicado escenario económico de Argentina. En ese caso estaría hablando de su propia herencia. La oportunidad para mostrar el destrozo que había dejado el kirchnerismo ya pasó. Lamentablemente el marketing político estuvo por encima de las necesidades de cambios profundos que requerían mostrar la cruda realidad heredada de la gestión k. Hoy día la gente protesta por el ajuste de las tarifas de los servicios públicos. Nunca el gobierno mostró datos muy elementales como cuántos recursos dilapidó el kirchnerismo en mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos.

Gráfico 1


Si Cambiemos hubiese mostrado este simple gráfico en que se ve que entre 2006, cuando empiezan a darse subsidios para las tarifas de servicios públicos (subsidios que han dado lugar a casos de corrupción que hoy se investigan) y 2015, el kirchnerismo revoleó U$S 161.318 millones, la gente podría haber entendido la gravedad de la herencia recibida y del sacrificio que le esperaba para poder tener nuevamente energía, gas, transporte, etc. en calidad razonable.

Para que el lector tenga una idea de magnitudes, el plan Marshall que lanzó Estados Unidos en 1948 para ayudar a 16 países que habían estado en la Segunda Guerra Mundial fue de U$S 13.000 millones de ese momento, equivalente a U$S 130.000 millones actuales. Es decir, el kirchnerismo gastó en subsidios para mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos un monto mayor a todo el plan Marshall.

Como el grueso de los subsidios se concentró en energía y transporte, el gobierno podría haber mostrado este otro gráfico.

Gráfico 2


Entre 2006 y 2015 se destinaron U$S 138.896 millones a financiar tarifas “baratas” de energía y transporte, el 86% de los recursos destinados a financiar subsidios económicos se concentró en esos dos rubros. El kirchnerismo llegó a destinar 5 puntos del PBI a este revoleo de recursos para ganar votos.

Para seguir ejemplificando, el total de recursos destinados solamente a subsidios económicos, equivale a la construcción de 70.000 kms de rutas. O sea, con esos recursos se podrían haber hecho 20 rutas de norte a sur de Argentina o 50 rutas de este a oeste de Argentina. Y no agrego el revoleo de plata en planes sociales, jubilados que nunca aportaron al sistema o crecimiento del empleo público porque sería muy extensa la nota. Pero insisto, todavía sigue siendo imperdonable que el gobierno no haya informado el 10 de diciembre de 2015 a la población el deplorable estado en que dejaba la economía el kirchnerismo. Ahora, muy astutos como son, los kirchneristas harán el relato que con ellos se vendían más televisores, celulares, autos y demás bienes de consumo durable y no durable y con Cambiemos tienen recesión.

Como ejemplifiqué alguna vez y funcionarios del gobierno usaron el ejemplo sin citar al autor. Mi ejemplo era el siguiente: durante la era k era como si una familia hubiese vendido la casa, el auto, juntado todos sus ahorros y se hubiese ido a Europa de vacaciones alojándose en los mejores hoteles, comiendo en los mejores restaurantes y alquilando los autos más lujosos. Al volver no iban a tener ni casa, ni auto ni trabajo. Si alguien les preguntaba cuándo estaban mejor, ¿cuándo estaban en Europa o a la vuelta? Obvio que la respuesta iba a ser cuando estaban en Europa, aunque claramente la fiesta de consumo en Europa era insostenible.

Eso hizo el kirchnerismo. Nos consumimos las reservas de gas, el sistema energético, las rutas, 12 millones de cabezas de ganado, los trenes, etc. para que la gente pudiera comprar más televisores, celulares y ropa. Al final nos quedamos sin energía, rutas, agua potable, gas, etc. pero ellos ya se habían ido. Era función de Cambiemos pagar la cuenta política de lo que dejaba el kirchnerismo. ¿Y qué hizo Cambiemos? Pago el costo político pero no arregló el problema económico.

Y aquí viene un punto a considerar sobre cuál es en el fondo la propuesta económica del kirchnerismo y de Cambiemos. Además de la matriz corrupta del kirchnerismo y del populismo más grosero, el kirchnerismo busca redistribuir hasta lo que no hay con tal de conseguir votos. El kirchnerismo llegó a consumirse stock de capital para financiar la redistribución del ingreso, que en realidad no redistribuía ingreso sino que al final redistribuía stock de capital.

Cambiemos no apunta a terminar con la redistribución y el asistencialismo. Continúa con la cultura de la dádiva al punto que la ministro Stanley acaba de afirmar que los que reciben subsidios no tienen que agradecerle a nadie porque ese subsidio es un derecho que tienen, sin explicar quién y por qué tiene la obligación de pagar ese subsidio. Pero Cambiemos luce más racional en lo económico, aunque en el fondo no lo es tanto ya que lo que dice Cambiemos es quiere que la economía crezca para que el estado pueda cobrar impuestos para luego redistribuirlos. Es algo así como decir, inviertan y trabajen para que yo pueda ganar votos repartiendo el trabajo de Uds. Ellos creen que son racionales porque primero proponen producir y luego redistribuir, pero la propuesta es muy irracional porque nadie va a invertir para que luego venga el estado a confiscar impositivamente parte de ese ingreso para financiar la redistribución de Cambiemos.

En definitiva, acá tenemos un serio problema de cara al futuro. Los dos principales partidos políticos con mayores chances de llegar al poder solo piensan en continuar con la cultura de la dádiva, financiándola de manera diferente, pero ninguno de los dos está pensando en la cultura del trabajo. Si la idea es seguir expropiando con impuestos a los que producen, imaginar inversiones y crecimientos es una utopía. Por eso, para terminar, insisto una vez más, el problema económico argentino es el emergente de un problema de los valores que imperan en la sociedad, en que hay oferta y demanda de populismo y ninguna fuerza política ofrece una propuesta no populista para salir de nuestra larga decadencia.

Fuente: Economía para Todos