El cultivo de girasol es de singular importancia para Argentina, ya que nuestro país es el cuarto productor mundial por detrás de Rusia, Ucrania y la Unión Europea (EU-28). La producción de estas primeras tres economías no solo representan más del 80% de la oferta de girasol, sino que también son las principales industrializadoras de la oleaginosa y abastecedoras mundiales de aceite y harina. Cabe notar que las características naturales del cultivo limitan la existencia de un amplio mercado internacional de semillas de girasol. Las exportaciones de “pipas” de girasol son muy bajas, por lo que los mercados se desarrollan en torno a los subproductos de la oleaginosa: el aceite y la harina de girasol.
 
En la campaña 2017/18, según datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) la producción mundial fue de 47,4 Mt ubicándose 600.000 toneladas por debajo de la campaña anterior. La caída del producto fue resultado de la menor producción en Rusia, Ucrania y otros países de la región del Mar Negro, que no pudieron ser compensados por el aumento productivo del resto del mundo. 
 
Sin embargo, dadas las excelentes condiciones climáticas que acompañaron el desarrollo del girasol durante los meses de julio y agosto, que son clave para el llenado del cultivo en el hemisferio norte, era de esperar hace ya varios meses que los niveles productivos mundiales se recuperaran esta campaña, proyectándose una producción total de 50,5 Mt, un 6,5% por encima del año anterior. En línea con estas expectativas, la producción de Rusia y Ucrania en el ciclo 2018/19 efectivamente cobró impulso. La cosecha estimada para 2018/19 del país con el territorio más extenso del mundo –Rusia- sería de 11,5 Mt, superando en 1,1 Mt el producto de 2017/18 y siendo un 18% superior al promedio de las últimas cinco campañas. Mientras tanto, la cosecha ucraniana se estima en 15 Mt, 1,3 Mt por encima del ciclo anterior, y un 20% superior al promedio de las últimas cinco campañas. 
 
El stock final de semillas de girasol para la 2018/2019 se estima mayor al de la campaña anterior, totalizando, de acuerdo al USDA, 3,6 Mt. El crecimiento del 17% en las existencias mundiales se explica sólo en parte por el crecimiento de la producción y es esencial destacar el impacto que tuvieron sobre ellas las exportaciones, lastimadas por las menores compras por parte de Turquía y EEUU. 
 
Del lado de la demanda en la 2018/2019, se prevé un crecimiento en el crushing mundial, que alcanzaría un nuevo récord de 45,8 Mt en la actual campaña, m​ostrando un incremento interanual de 2,5 Mt. Lógicamente, la molienda aumentaría principalmente de la mano de Ucrania y Rusia, ambos países procesando 800.000 toneladas más respecto de la campaña anterior. Sin embargo, sería muy destacable la performance de la molienda de girasol en Argentina, que se espera aumente en medio millón de toneladas. El incremento en la industrialización ucraniana, rusa y argentina dejaría sin efecto la caída del crushing europeo y sostendría la tendencia alcista mundial.
 
El aumento esperado en el procesamiento de girasol en Argentina sería el resultado de una mayor producción de la oleaginosa en el territorio nacional. Los atractivos precios internacionales del aceite de girasol en época de siembra sirvieron como principal incentivo para la decisión de aumentar las hectáreas implantadas. Así, la producción de grano pasaría de 3,5 Mt en la campaña 2017/18 a 3,8 Mt en la 2018/19, que combinada con mayores inventarios al inicio darían lugar a un crecimiento del 15% en la oferta total estimada. 
 
Las cotizaciones internacionales para el aceite de girasol para enero/marzo de cada año son las más relevantes para el productor argentino por tratarse de la posición más cercana al pico de su cosecha, cuando normalmente prevé vender su producción. Analizamos los precios que regían para la entrega en la franja “Enero-Marzo” del 2018 y 2019, durante los años 2017 y 2018 respectivamente, en Europa para el aceite de girasol (Cotización futura para la franja de entrega de la mercadería en “Enero-Marzo”, en procedencia, en fábricas cercanas a puertos del noroeste europeo). 
 
Durante el año 2017, el precio del aceite de girasol en el Noroeste de Europa se mantuvo en un rango de entre US$ 785/t y US$ 835/t, cayendo por debajo del límite inferior sólo en los últimos tres meses del año 2017. La situación de precios fue completamente diferente en el presente año, ya que los valores del aceite de girasol cayeron marcadamente desde abril del 2018, como puede verse en el gráfico adjunto. El 13 de diciembre de 2017, los precios del aceite de girasol europeo para entregar en Enero-Marzo 2018 promediaban los 800 U$S/t. En la actualidad, al 13 de diciembre de 2018 los precios para entregar en Enero-marzo 2019 ascienden a 682 U$S/t, un 17% menos que el año anterior. 
A esta fuerte baja de precios en el 2018 hay que sumar la presión estacional de cosecha del hemisferio norte, la cual pareciera impedir cualquier posibilidad de recuperación considerable de los precios del aceite de girasol en el corto plazo. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que algún cambio en el precio de otros aceites vegetales como el de palma podrían afectar también el precio del aceite ya que ambos se encuentran correlacionados.
 
Como contracara de lo anterior, las mayores existencias mundiales de aceite de girasol y los precios más competitivos impulsarían al consumo del aceite de oleaginosa en el nuevo ciclo, aunque el crecimiento esperado de la demanda sigue quedando por debajo del aumento previsto de la oferta. Según el USDA, la producción total de aceite de girasol en la campaña 2018/19 superaría en más de un millón de toneladas la de la campaña anterior, aunque ello se ve parcialmente compensado por menores stocks iniciales. Así, la oferta total aumenta en medio millón de toneladas, como muestra el cuadro adjunto. Del lado de la demanda, sin embargo, si bien se prevé un moderado aumento del uso para alimentación y de las exportaciones, el consumo mundial global aumenta sólo 200.000 toneladas, por debajo del incremento de la oferta. A raíz de ello, se prevé una acumulación de inventarios de aceite al final de la campaña. 
 
En el plano local, la cadena de girasol argentina, golpeada por la baja en los precios internacionales del aceite de soja a lo largo de todo el 2018, ha acabado por hacerse eco de la caída a partir del mes de octubre cuando las variaciones del tipo de cambio dejaron de compensar el movimiento externo (ver gráfico). Sumado a ello, los márgenes de la industria aceitera sufrieron, por un lado, la reimplantación de derechos de exportación para la venta externa de aceite de soja, a una alícuota de 3 pesos por cada dólar que se exporta. Con un valor FOB del aceite que se acerca a los US$ 600/t a la fecha, ello se traduce en más de US$ 47 de impuesto por cada tonelada exportada, o un 8% del valor. Al mismo tiempo, se ajustaron los reintegros a la exportación pasando de 2,5% a 0,5% en el caso del aceite de girasol y del 2% al 0,5% en el caso de la harina. Un golpe tras otro.
 
Según las estimaciones de exportación argentina de grano, harina y aceite por 0,15, 0,88 y 0,93 Mt, respectivamente, con los precios vigentes en septiembre de 2018 -cuando empezaron las labores de siembra de la nueva campaña en el campo argentino-, Argentina esperaba exportar bienes del complejo girasolero por un valor en torno a los US$ 856 millones. Con las bajas cotizaciones vigentes en diciembre, este monto cae a US$ 777 millones, lo cual implica que Argentina resigna un ingreso de divisas cercano a los US$ 80 millones, mayormente atribuibles a la caída en el precio internacional del aceite. 
 
 
En síntesis, el contexto internacional y los cambios comerciales y gubernamentales locales han reducido dramáticamente los ingresos de toda la cadena girasolera, en una campaña que se preveía histórica por la recuperación del cultivo en los suelos argentinos.