Participan de la mesa la Asociación Argentina de Carreteras, la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), los grupos Crea, Federación Agraria, Federación Argentina de Contratistas de Maquinaria Agrícola, la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte, la Federación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), la Fundación Barbecheando y la Sociedad Rural Argentina.

No menos de la mitad de los caminos que articulan el territorio nacional se hallan, sobre un total de 500.000 kilómetros, administrados por municipios y comunas. Otros 178.000 kilómetros corresponden a jurisdicciones provinciales, y el resto, unos 38.000 kilómetros, integran la red troncal del Estado nacional. Vale decir que es inmenso el trabajo que tienen por delante aquellas organizaciones. La infraestructura de los llamados caminos secundarios está en muchos casos deteriorada, y además, es insuficiente para atender las necesidades básicas de comunicación de las poblaciones rurales. Una de las razones del despoblamiento de los campos finca en esa situación.

El nombre de la campaña iniciada constituye una apelación a la sociedad en su conjunto: "Cuidemos nuestros caminos". Significa respetar algunas normas básicas, como la de no sobrepasar el límite de carga admisible según caminos y tramos; evitar utilizarlos en días de lluvia, con la excepción inevitable de los transportes de productos lácteos y de escolares, y de atención de servicios sanitarios urgentes, y que el ganado en pie pase por el llamado sector "de préstamos", entre la línea interior de las banquinas y los alambrados.

En realidad, el objetivo trazado por este conjunto de entidades es de tal dimensión social, y no solo económica, que sería apropiado que siguieran la huella dejada por el municipio de Malagraña, de Santa Fe: que estableció el lema: "El cuidado de los caminos rurales lo hacemos entre todos". Es cierto. Basta que uno o unos pocos irresponsables quebranten las normas impuestas por las autoridades competentes y los caminos se vuelvan poco menos que intransitables.

Es tan importante el compromiso que asuman en cuestiones como estas las personas que utilizan los caminos rurales, que los mejores ejemplos de la eficiencia se observan en ámbitos en que los caminos están conservados por la acción de consorcios vecinales, como ocurre en la provincia de Buenos Aires, en sede de algunos de sus municipios. Esos consorcios funcionan sobre la base de la transferencia parcial, por parte de las autoridades locales, de lo que recaudan por tasas viales.

Celebramos experiencias como la que acaba de ponerse en marcha. No solo por sus alcances sobre la materia enunciada; también por lo que implica como cultura en el ejercicio de responsabilidades ciudadanas.