En el cierre de un año que para la Argentina quedó signado por la abrupta caída de la cosecha de la campaña gruesa y por sus consecuencias sobre la economía, la cumbre del G-20 se presenta como un hito que marcará nuevos escenarios, varios de ellos relacionados estrechamente con el devenir de las cotizaciones de los granos.

Si bien hacer futurología siempre es una práctica riesgosa, no existe otra forma de proyectar líneas de acción sin evaluar y considerar los diversos escenarios posibles que puedan surgir de eventos como el G-20.

Desde marzo pasado, y en medio de la lógica del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de reducir el déficit comercial de su país, la disputa con China por la imposición de aranceles a una amplia serie de productos chinos derivó en una abierta guerra comercial que dejó a la soja como rehén de las tensiones luego de que el gobierno de Xi Jinping respondiera con una tasa del 25% para la oleaginosa procedente de EE.UU.

En todos estos meses, las negociaciones han demostrado ser infructuosas y con un alto grado de intransigencia de parte de los representantes de ambos países, ya sea por tuits altisonantes o por comunicaciones oficiales que presentan medias verdades en cuanto a procederes comerciales.

Pero hoy el mercado ha renovado sus esperanzas en cuanto a que un encuentro cara a cara entre Trump y Xi logre vencer a las redes sociales y allane el camino para un diálogo capaz de ponerle fin a una guerra comercial que está dejando heridos en ambos países.

Entonces, en el escenario ideal las importaciones de soja estadounidense por parte de China deberían reestablecerse, aunque ello no signifique que se regrese al punto de partida, ya que los asiáticos iniciaron un camino que los conduce a disminuir la dependencia de la harina de soja en las raciones animales que, difícilmente, tenga vuelta atrás. Esto significará un freno temporario en el crecimiento en sus importaciones.

La reactivación en los embarques hasta podría ser más veloz de lo que se cree, ya que a esta altura no hay que descartar que se estén concertando operaciones consignadas sin definir destino que tengan en el fondo la intención de embarcarse a China, o también que negocios cerrados a diferentes destinos se negocien en FOB y cambien de rumbo, desembarcando en Asia y ayudando a la industria china a cubrir sus necesidades hasta que ingrese el grueso de la nueva cosecha sudamericana que, por el adelanto visto el Brasil, podría darse durante enero.

Esto se reflejará inmediatamente en las pizarras de Chicago y, también, en los mercados FOB. No es habitual que la soja sudamericana muestre primas por sobre el grano que se embarca en el Golfo de México, menos aún en plena cosecha estadounidense. Eso es algo que se corregiría. Esta corrección en los valores relativos se daría, probablemente, por la combinación de subas en EE.UU. y bajas sudamericanas, en tanto que el mercado será quien determine la cuantía de cada una de estas acciones.

En este escenario ideal, las proyecciones de siembra 2019/2020 en Estados Unidos probablemente cambiarían. Hace menos de un mes el USDA dio a conocer sus cifras preliminares para el siguiente año comercial y proyectó una caída en el área de soja de un 7,4% (2,67 millones de hectáreas) y un incremento de la superficie para el maíz del 3,24% (1,17 millones de hectáreas). Ahora, si bien la pérdida de área de la oleaginosa persistiría, la variación sería seguramente menos importante.

Por el contrario, si la intransigencia persiste y la guerra comercial continúa, en momentos en los que los farmers están con toda su cosecha récord en el campo, no deberíamos observar grandes cambios respecto de lo que actualmente tenemos: existencias estadounidenses gigantes, que se deberán ir diluyendo en las próximas campañas con menores siembras en el Medio Oeste; primas de soja sudamericana que seguirán firmes y por encima de los valores históricos y una cosecha brasileña que apunta a ser récord y de inicio temprano, como primera y principal beneficiada de esta prolongada contienda comercial.

Esquirlas domésticas

La guerra comercial entre Estados Unidos y China extendió sus consecuencias hasta estas pampas. La "cacería" de materia prima que los industriales chinos debieron emprender cuando los puertos estadounidenses quedaron vedados se concentró sobre Brasil. La demanda también llegó a la Argentina que, lamentablemente, perdió casi 20 millones de toneladas por las adversidades climáticas y que buscaría preservar la magra producción para abastecer el polo aceitero más grande del mundo.

Sin embargo, en septiembre, una medida del gobierno argentino generó un cambio en la lógica anterior y abrió la posibilidad para que un mayor volumen de grano saliera del país sin ser procesado y con destino cierto hacia China.

En efecto, la pérdida del diferencial de tres puntos en el pago de derechos de exportación que favorecía la industrialización fue un hecho que no pasó inadvertido para los exportadores y que fue bienvenido para los importadores. Tan es así que hoy nos encontramos con embarques de poroto de soja por volúmenes inusitados para esta altura del año.

Para el sector procesador, si se reestablecieran los envíos de soja estadounidense hacia China parte de la presión de los exportadores sobre la oferta local desaparecería y su accionar probablemente se volvería a concentrar, fundamentalmente, en el primer semestre de nuestro año comercial.

Biodiésel a EE.UU.

El otro gran tema de la cumbre, al menos para las autoridades argentinas y para el campo, es intentar destrabar la entrada de biodiésel a los Estados Unidos, vedada por la imposición de aranceles que hacen prohibitivo el negocio.

Esta posibilidad se reflotó luego de que el Departamento de Comercio estadounidense accedió a un pedido de la Argentina para revisar las sanciones contra el biodiésel. Para el presidente Mauricio Macri, destrabar un negocio que en 2016 generó cerca de 1200 millones de dólares no será una cuestión menor en momentos en los que el país necesita ingresos genuinos.

Y, como todo tiene que ver con todo, resultaría difícil imaginar que, si no se logra terminar con la guerra comercial, Trump acceda al pedido argentino dado que implicaría un doble golpe para el mercado sojero estadounidense: la imposibilidad de desagotar existencias de soja que para el cierre de la temporada 2018/2019 se prevén en un récord histórico de 26 millones de toneladas y la pérdida de un destino para el aceite de soja estadounidense. ¿Querrá Trump otro frente de tormenta fronteras adentro?

En función de la lógica del presidente de los Estados Unidos no deberíamos descartar la posibilidad de que Trump opte por conceder una cuota de mercado al biodiésel argentino como parte de una estrategia respecto de su disputa con China, esto es en el sentido de que al habilitar el ingreso del producto de la Argentina contribuirá a hacer más atractiva la industrialización de poroto de soja y a desestimular la exportación del grano sin procesar, por caso, a China.

Si la gestión de Macri ante Trump tiene éxito, sería un bálsamo para el conflicto interno suscitado por la pérdida del diferencial arancelario que favorecía a la industria, dado que sí existe un diferencial de tasas para el biocombustible y eso le devolvería parte de la rentabilidad perdida, al menos, a la molienda que produce el biodiésel.