Como sabemos, el poroto de soja tiene, fundamentalmente, dos derivados que exigen de su industrialización.

Uno es la harina de soja y otro, el aceite de soja.

A partir de la “guerra comercial” entre China y EE. UU. , la situación de precios relativos empezó a variar.

Entre enero y marzo de este año, el precio de la harina aumentó con mayor fuerza que el de la soja.

¿Cuál fue la principal razón de este comportamiento? A partir de febrero, los operadores comenzaron a tomar nota de que la soja en nuestro país no llegaría a los niveles de producción aguardados.

Mientras que el precio de la harina aumentó alrededor de 25%, el poroto lo hizo en apenas 10%.

Como nuestro país es el principal exportador de harina de soja, al preverse una fuerte reducción de mercadería disponible para la industrialización a resultas de la sequía, lógicamente, el mercado elevó los precios de este derivado.

Esta atípica distancia entre la harina y el poroto -que es el insumo básico de la industrialización para hacer harina- a lo largo del año fue aumentando, pues la mencionada guerra comercial hizo de nafta sobre el fuego que se venía armando en los primeros meses del año.

¿Esta distancia de precios podría haber alentado al Gobierno a eliminar el diferencial de derechos de exportación entre el poroto y la harina y los aceites? Quien se anime a negarlo, que lo haga. A ver si entendemos mejor cuál ha sido la verdadera razón de esta medida.

Repasemos lo sucedido. Hace poco, el Gobierno dispuso la reducción de reintegros a distintos sectores exportadores y el aumento de los derechos de exportación. Y no sólo esto. También eliminó el diferencial de derechos en la exportación de los productos del complejo industrial soja.

De esta forma, queda castigada la industrialización. Esta medida desalienta la industrialización de productos y, aunque se no aprecie fácilmente, no contribuye a mejorar el ingreso de los agricultores, pues el mencionado diferencial incentiva la el crecimiento de la industria que es la que logra des-estacionalizar las ventas del poroto y de las exportaciones, generando un mercado interno estable a lo largo del año.

A contrapelo de lo que hace el mundo, acá se desprotege la industria. Se ha quebrado una suerte de política de Estado. Mientras los países competidores alientan la adición de valor dentro de sus correspondientes fronteras, a fin de alargar la cadena de valor con más eslabones, en la Argentina se camina en la dirección contraria. Resulta difícil entender esta medida… ¿no?

Resumiendo: la sequía en nuestro país, con la consecuente reducción de la cosecha, estimuló una suba en el precio de la harina. Pero, en el mercado de Chicago, la guerra comercial apretó el precio del poroto hacia abajo.

Lo curioso es que esto sucede cuando las perspectivas de producción mundial de harina de soja marcan un récord en el período 2018/2019. Se estima una producción de con 236 millones de toneladas.