El aumento del dólar, que llegó a trepar hasta los $40, agudizó la situación de distintos sectores claves para el consumo interno. En productos como el pan, leche, quesos y carne, la suba impactó en el precio final en los mostradores así como en la rentabilidad de las cadenas, dado los mayores costos de producción e insumos atados al dólar (como maíz, soja o trigo).

Según la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), el sector tambero fue el más perjudicado y arroja datos alarmantes: “en la formación del precio del sachet de leche toda la cadena láctea presenta un resultado negativo”, destacó el informe. El tambo fue el que más lo sufrió, ya que ni siquiera alcanzó a cubrir sus costos operativos: pasó de una pérdida de $ 0,73 en febrero a $ 2,23 por litro en septiembre. En dólares, el productor recibió en septiembre por litro de leche u$s 0, 20, mientras que en septiembre de 2017 su valor era de u$s 0,33. Es decir que el precio en dólares cayó un 39% en un año. En tanto, el comercio presentó una pérdida de $ 0,20 por sachet.


“El principal costo que aumentó fueron los referidos a insumos para alimentos tras un doble efecto: sequía y dólar”, explicó David Miazzo, Economista jefe de FADA. Esto hizo incrementar los costos un promedio de 57% respecto a febrero. Se tomó un precio promedio de $ 26,19 por litro (leche entera de una primera y segunda marca), del cual el tambo representó un 29,2% del precio final ($ 7,64), la industria el 29,3% ($ 7,68), el comercio el 16,6% ($ 4,35) y los impuestos un 24,9% ($ 6,52).

Por el lado de la carne, cargó con una mochila impositiva más pesada. En este caso los impuestos representaron un 29,8% del precio final, siendo el 75% impuestos nacionales, 21% provinciales y 4% municipales. Así, el Estado continúa siendo el mayor formador de precios en esta cadena. Para un precio final de $ 170,03 por kilogramo de carne, según el IPCVA, el feedlot explicó 28,4% del precio final ($ 48,33), mientras que el ternero le siguió con 21,6% ($ 36,76), el frigorífico con 7,1% ($ 12) y la carnicería el 13% ($ 22,18). En términos generales, se advierte que la cadena de la carne bovina presentó ganancias mínimas, del 1% del valor final. “El feedlot sigue con déficit por el impacto de los precios de sus insumos básicos para la alimentación, inflación y devaluación”, explicaron.

Por su parte, en el caso del pan, del precio promedio a septiembre ($ 60,40 por kilogramo), el trigo representó el 13% del precio final ($ 7,86), el molino un 5,6% ($ 3,41), la panadería 49,2% ($ 29,70) y los impuestos el 32,2% ($ 19,43). Así, la panadería es el eslabón donde se produce el mayor salto de valor en la cadena de trigo-pan. “Esto se da fundamentalmente por dos razones: la primera, es que se realizan dos actividades, producción y venta por menor, es decir que hay dos eslabones fusionados; la segunda, es que tiene escalas sustancialmente menores a los eslabones anteriores (producción primaria y molino), por lo que tiene costos unitarios mayores”, afirmó Natalia Ariño, economista de FADA.

En general, los impuestos en las distintas cadenas productivas representan del 26% al 32% del precio final. Es decir, que entre 1 de cada 3 y 1 de cada 4 pesos que los consumidores pagan en el mostrador, corresponde a la carga impositiva. En tanto, los costos de producción rondan entre 88% y 70% del precio.