Este año, el país ha tomado conciencia, como pocas veces, del peso de la producción de granos y subproductos en la economía.

La economía, justamente, habrá de contraerse en los próximos dos trimestres. Y quizá en uno más también. En suma, lo que queda del año será recesivo.

En esta suerte de depresión, tiene un papel preponderante la alicaída cosecha, fundamentalmente de soja y maíz. La reducción, por la sequía, está cercana a un 32% con respecto al año 2017.

Durante el mes de mayo y gran parte de junio, en un contexto internacional de tasas de interés en suba, la economía sufrió una acentuada crisis cambiaria en un marco de aguda desconfianza. Para superarla, se ha fijado una supertasa de interés, que ha detenido abruptamente las decisiones de inversión y de compra de bienes durables, entre otros.

A ello, se ha sumado la huelga de camioneros de Brasil, con su consecuente parálisis sobre muchas industrias de nuestro país por no poder acceder a los insumos procedentes del vecino.

¿Cuál fue la reacción del gobierno? Hay que reconocer: tuvo un rápido reflejo en dirigirse al Fondo Monetario, algo impensable a principios de año, para asegura una adecuada financiación para el agudo problema del déficit fiscal.

También, debió recurrir a la contractiva medida de incrementar la tasa de interés y hacer más efectivo el ajuste de las metas fiscales. Vino a ayudar a la salida de la crisis, el reciente cambio de status: ahora el país volverá a ser considerado” emergente”, status perdido en el año 2009.

Una vez producida la devaluación, los tenedores de granos, ya convencidos de que no habrá nuevas depreciaciones y en un mundo donde los precios internacionales de estos productos siguen en baja, han acentuado las liquidaciones de exportaciones.

En rigor, la liquidación de divisas mensual empezó a elevarse en mayo estimulados por la suba de precios internos a resultas de la depreciación de la moneda. Lo hizo en un 21.8% con respecto al mes precedente.

Y, de acuerdo a la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), durante el mes presente, se liquidarán por lo menos 4.000 millones de dólares. Una cifra más que considerable.

Para tomar dimensión de lo que estamos hablando, vale remarcar que durante todo el primer cuatrimestre de este año las liquidaciones apenas superaron el nivel de 6 mil millones de dólares. Obviamente, el número fue reducido por la baja en la producción por la sequía y la demora en la cosecha por el otoño extremadamente húmedo.

Estimamos que, así las cosas, la entrada de divisas, por parte del sector agrícola, alcanzará a cerca de 11mil millones de dólares. Semejante suma contribuye, entre otras cosas como es el aporte del Fondo, a “serenar” el mercado cambiario. También, ayuda la expectativa muy favorable sobre la cosecha de trigo, a efectivizarse a partir de diciembre próximo.

Siendo así el cuadro de situación, vale analizar la conveniencia de comercializar ahora, por lo menos, la soja.

¿Por qué? El dólar por los próximos dos o tres meses no tiene perspectivas de nuevos incrementos. La depreciación del peso no ha permitido visualizar con claridad de pronunciada baja de precios internacionales.

Además, el precio de la soja disponible en dólares sigue en baja. Durante junio, ha caído cerca de 16 dólares.

La baja de precios internacionales está ligada al fortalecimiento del dólar en el mundo, cuando la Reserva Federal acentuó la suba de la tasa de interés en EE.UU. el dólar empezó a fortalecerse.

Pero lo que la evidencia empírica muestra es que la baja está muy especialmente ligada a la tensión comercial entre EE.UU. y China.
El gráfico elaborado por la Bolsa de Comercio de Rosario es interesante. Veamos…


Los precios FOB de la oleaginosa argentina se han reducido prácticamente en 65 dólares, desde el pico registrado en el mes de abril, justo cuando empezó el litigio entre los mencionados países.

Tal conflicto tiene todas las características de una escalada, como una bola de nieve en la pendiente. Para colmo de males, México también está entrando en un serio litigio con EE.UU.

Ustedes dirán que la demanda china deberá dirigirse a otro mercado. Así es. Lo está haciendo hacia Brasil. Por ello, el precio FOB en el puerto de Paranaguá revela hoy un spread de 35 dólares con el precio estadounidense.

Pero este spread es mucho menor en nuestro país.

Sea lo que fuere, el mercado internacional del complejo sojero siente cada día más el golpe del conflicto y empuja a las autoridades chinas a acentuar sus medidas de industrialización de la soja en el propio país y a apuntar hacia un objetivo, claramente mercantilista, de autosuficiencia. Obviamente, nadie gana así.