En tal sentido, resulta necesario recuperar los conceptos de daño estructural
y renovación de la gestión de los recursos hídricos, que son estratégicos.
La disponibilidad del agua potable es un factor determinante para el
desarrollo humano y económico en los nuevos escenarios del siglo XXI, como el
del Cambio Climático. La riqueza hidrológica de Argentina es excepcional y está
comprendida por las denominadas aguas superficiales, por los campos de hielos y
las aguas subterráneas. Los ríos en su mayoría son navegables y representan una
importante fuente de energía renovable.
Poseer esta relativa abundancia es un patrimonio natural que no sólo aporta
sus beneficios, sino que genera a la vez el deber de utilizarlo de manera
responsable. Exige de las autoridades administrarlo correctamente, emplearlo
eficazmente dentro de un marco institucional y jurídico apropiado que lo
preserve de su deterioro y agotamiento.
Los usos del agua no son irrestrictos. La crisis del agua es, en realidad, la
crisis de la gestión del agua, y esta se puede solucionar con la transparente
intención de llevarla a cabo. Contamos con legislación suficiente, con Consejos
Federales en plenas funciones y con un abordaje de jerarquía ministerial de la
dimensión ambiental que nos permitió asumir los exigentes compromisos del
‘Acuerdo de París’ en la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático.
En medio de mensajes de alerta de especialistas de todo el mundo reunidos en
Brasilia en el 8º Foro Mundial del Agua del 18 al 23 de marzo de este año, con
la participación de 10 Jefes de Estado y los Ministros de Medio Ambiente de
cerca de 100 países, la puja por el recurso más sensible del planeta está en
primer plano, con miles de millones de personas sin acceso a fuentes seguras
para beber y cuidar su salud. A pocos metros de allí, cruzando la avenida Eixo
Monumental, en un inmenso galpón para eventos del Parque de la Ciudad, también
dieron comienzo las deliberaciones plenarias del Foro Alternativo Mundial del
Agua, luego de dos días de talleres y presentación de aportes que se realizaron
en el Campus Darcy Ribeiro de la Universidad de Brasilia.
Con la participación de más de 4000 personas de 30 países pertenecientes a
organizaciones de la sociedad civil, sindicatos, colectivos sociales y pueblos
originarios, en ese espacio se trabajó durante dos días en asambleas para
decidir las conclusiones del encuentro.
En ambos eventos emergieron debates similares respecto de los efectos del
cambio climático, la presión demográfica, la explotación desaprensiva de
recursos naturales y la contaminación. Así se retoma la problemática de la
existencia de una conciencia biológico-social internalizada sobre la necesidad
de la preservación, control y uso racional de los recursos de agua y se vuelve a
la consideración de la comunidad política como un lugar concreto, en cuyo
contexto se registran una multiplicidad de miradas y enfoques que producen
respuestas o generan alternativas que necesitan ser abordadas sistémicamente.
En Argentina la Ley 25.688 denominada ‘Régimen de Gestión Ambiental de
Aguas’, es la que establece los presupuestos mínimos ambientales para su
preservación, aprovechamiento, utilización y uso racional; como también para la
cuenca hídrica superficial y los comités de cuencas hídricas.
En cuanto a las aguas superficiales, la red hidrográfica es muy variada. El
Nordeste tiene ríos caudalosos, largos y navegables, al Norte y el Oeste
encontramos ríos de escaso caudal y el Sur presenta ríos de gran caudal cerca de
los Andes, pero más pobres a medida que atraviesan la árida Patagonia. El campo
de hielo Patagónico Sur es una gran extensión de hielos continentales, la
tercera más extensa del mundo tras las de la Antártida y Groenlandia.
Respecto a las aguas subterráneas en el país se encuentra alojado casi el 8%
de la superficie total del Sistema Acuífero Guaraní, uno de los reservorios de
agua dulce más grande del mundo. Además posee un extenso sector con elevada
temperatura cuyos valores alcanzan para ciertos usos industriales del agua,
además de las termales o energéticas.
Por ello la consolidación de una conciencia social y culturalmente extendida
sobre el carácter biopolítico del recurso agua, tiene cuestiones que deben ser
gestionadas en clave de creación de una cultura geopolítica entendida como un
insumo estratégico indispensable a la hora de comprender las propias
interacciones sistémicas operadas entre las distintas dimensiones aludidas en la
realidad del agua como bien natural indispensable para la reproducción de la
vida.
Para avanzar a paso firme en la gestión eficiente se debe considerar a la ‘cuenca hidrográfica como unidad para la gestión’ y ‘la planificación en la oferta y demanda del recurso’, ‘prever medidas estructurales y coyunturales’, ‘respetar los ciclos naturales del agua, los valles originarios de inundación de los ríos’, ‘preservar los cursos superficiales y los acuíferos subterráneos de contaminaciones’, como prevé el Acuerdo Federal del Agua.