Diversificar la producción es una de las claves de las empresas agropecuarias para no apostar “las fichas” a un solo cultivo, sobre todo en los últimos años con tendencia a la baja de los precios de los granos por las cosechas récord que se vienen dando en los tres principales países productores de soja y maíz, como son Estados Unidos, Brasil y Argentina.

En este contexto, una alternativa que viene creciendo en la Argentina es la producción de soja no GMO (cultivo que no ha sido modificado genéticamente).

La empresa Kumagro, con base en Carmen de Areco, Buenos Aires, es la única proveedora de este tipo de granos en el país y ya factura U$S 40 millones por año.

“Apuntamos a que en los próximos 5 años la empresa sea el principal proveedor de soja NO GMO de Sudamérica, operando tanto desde Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina”, destacó Diego Chillado Biaus, gerente general de Kumagro, una compañía constituida en partes iguales por Grobocopatel Hnos. y el semillero Don Mario.

En el presente ciclo se sembraron 20.000 hectáreas alcanzando aproximadamente las 80.000 toneladas. Y para el ciclo 2017/18 se espera duplicar dicha superficie alcanzando así las 40.000 hectáreas en el país. Pero además, la empresa también se esta extendiendo en los países limítrofes y sumarán otras 35.000 hectáreas entre Brasil, Paraguay. Uruguay, según explicó el directivo.

Por el momento es incipiente la cantidad de hectáreas de soja no GMO en comparación a los números de la campaña actual de soja transgénica con 20 millones de hectáreas sembradas y 56 millones de toneladas que se prevén que serán producidas. No obstante, el objetivo de Kumagro será abastecer al mercado en un millón de toneladas desde los 4 países sudamericanos en un tiempo cercano. El grueso de la producción provendrá desde Brasil y Argentina y otra parte, de Paraguay y Uruguay.

El principal destino del grano de soja no GMO es para el consumo animal en la Unión Europea, especialmente para los países del este del viejo continente, y en menor medida, a Estados Unidos. Por otro lado, un volumen muy bajo es destinado al mercado interno para consumo humano.

“La demanda de granos de no GMO supera la oferta que tenemos”, explicó Chillado Biaus mirando las buenas perspectivas del negocio a largo plazo. Cabe recordar que durante el 2016 se dio la exportación del primer buque con soja no GMO al mercado Europeo.
La particularidad de la producción de la soja convencional es que se hace bajo contrato. La empresa le provee a los productores de las semillas y los chacareros se encargan de la producción.

“El paquete tecnológico utilizado con la soja no GMO difiere principalmente en la no utilización de glifosato durante el ciclo del cultivo. Esto implica un cambio en el sistema de producción ya que tienen que utilizarse otros herbicidas para el control de malezas. Si bien esto es algo que el productor no está acostumbrado a hacer, esta tendencia está cambiando impulsada por el surgimiento de malezas resistentes que obligan a tomar nuevas estrategias de manejo y control”, apuntó el directivo.

En cuanto al reconocimiento que tiene el productor, la empresa le otorga una bonificación sobre el precio de pizarra de Rosario de hasta U$S 20 por tonelada.

“Este plus no es compensatorio de rinde, sino que es un incentivo para que el productor haga las cosas bien. Este último concepto comprende no contaminar la producción con la soja RR”, sostuvo.

Y agregó: “Cuando se habla de soja convencional, el productor lo asemeja a soja antigua y de poco rinde. Pero la genética de Kumagro es provista por Don Mario, un semillero reconocido a nivel mundial que tiene el 65% del mercado de genética de soja en la Argentina y más del 30% a nivel regional, lo cual garantiza la productividad”, aclaró el directivo.