A modo de comparación, si se hubieran producido las prohibiciones/suspensiones durante 2016, sobre todo en Europa y China, Brasil dejaría de exportar US$ 5,42 mil millones, más del 30% de las exportaciones totales. Eso haría que Brasil, uno de los líderes mundiales en las exportaciones, sufriese un fuerte revés en la economía y perdiese el espacio a sus principales competidores: EE.UU., la India e incluso Australia.
En 2016, la carne vacuna llegó a US$ 4,3 mil millones exportados. Según los datos del MDIC (Ministerio de Industria, Comercio Exterior y Servicios) de Brasil, la industria de la carne es la tercera más importante de las exportaciones brasileñas, sólo por detrás de los granos (que representaron US$ 9,5 mil millones en 2016) y minerales (US$ 15,8 mil millones en 2016).
Aunque el gobierno de Brasil actúe para minimizar los impactos, las consecuencias han comenzado a surgir. Europa tranquilizó el gobierno brasileño al comunicar que, aunque tal escándalo haya salido a la luz, las negociaciones relativas al acuerdo con Mercosur y Europa se mantienen.
Además de estas medidas, las acciones de los productores de carne brasileños operan en franco declive desde el día que estalló la operación. La caída de las acciones va desde 2,98% a 5,01%, dependiendo de las empresas mencionadas en la operación. Las prohibiciones anunciadas por los países también afectaron a las acciones de otros frigoríficos, que ni siquiera se mencionan en la operación.
En este momento, la prioridad para el gobierno, así como de la industria cárnica en general, debe ser actuar rápidamente para que no se produzcan nuevas sanciones. Las preocupaciones no deben ser minimizadas y las medidas necesarias deben ser establecidas, y se deben ampliar las investigaciones y auditorías en todos los productores de carne en Brasil y en el mundo. Esto también puede ser el tiempo para revisar las políticas de inspección sanitaria en el país, evitando que eventos de esta magnitud vuelvan a ocurrir.
El autor es experto de Thomson Reuters


