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Poco más de 900.000 autónomos están alcanzados por Ganancias. Si bien también pasan a tener mayores mínimos no imponibles y demás deducciones, los nuevos valores resultan aún muy bajos. Y como el resto de los contribuyentes, la falta de actualización de los tramos de las escalas, congeladas desde el año, lleva a que sigan teniendo una alta presión tributaria.

Además, como por la inflación los ingresos de 2016 serán mayores, proporcionalmente seguirán pagando casi lo mismo que el año pasado, diluyendo en gran parte las mejoras nominales. Y por la forma de liquidación del impuesto, los escasos beneficios por los cambios efectuados recién se podrán aplicar en 2017, “salvo que se modifique la forma de cálculo de los anticipos que deben tributar en base a la declaración jurada de 2015”, según observa Andrés Mir, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF).

El tributarista César Litvin dice que “si bien bajó la carga tributaria a los autónomos, la brecha con los asalariados aumentó a niveles insostenibles de justificar, en clara violación al principio constitucional de igualdad”.

También el especialista Marcelo D. Rodríguez sostiene que los autónomos “son los grandes perjudicados de la política tributaria de la anterior administración”, y que ahora tienen “un beneficio pero insuficiente considerando una inflación proyectada en los ingresos del 30%. Se repite lo que viene pasando hace años, que es la desnaturalización del impuesto a causa de la falta de actualización de las escalas”.

En números, un autónomo soltero que en 2015 ganó $40.000 mensuales o $480.000 anuales, devengó por Ganancias el 30% de esos ingresos: $143.613 anuales. Con el mismo ingreso, en 2016 devengaría $124.877, el 26%. Pero como por la inflación esos ingresos nominales pueden aumentar un 30%, sus ingresos se elevan a $52.000 mensuales o $624.000 anuales, y el impuesto sube al 28% de los ingresos: $175.277. Por los cambios, la mejora real es de 2 puntos porcentuales.

En los autónomos, el mínimo no imponible se fijó en $84.636 anuales, o $7.053 mensuales. Para el casado con 2 hijos en $164.192 o $13.682 mensuales. Por encima de esos valores, se aplican las alícuotas que van del 9 al 35%. Pero con mínimos tan bajos y sin la modificación de las escalas, tanto el que gana $25.000 como $80.000 o $100.000 mensuales y más, están alcanzados por la tasa máxima del 35%.

En tanto, para los monotributistas –1,5 millón de contribuyentes–no se anunciaron cambios y por la falta de ajuste en los niveles de facturación cada vez hay más personas que pagan más.

Sacrificio ¿para quién?

Desde el Gobierno justifican que los cambios en Ganancias hayan sido menores que los prometidos con el argumento del costo fiscal. La consultora Economia & Regiones sostiene que el costo fiscal es de $49.077 millones, “equivalente al 10,7% de la recaudación anual presupuestada para dicho gravamen”. Y agrega: “Mientras el Tesoro Nacional resignaría unos $9.816 millones, la ANSeS dejaría de percibir $13.858 millones, la AFIP resignaría $880 millones, el conjunto de Provincias y CABA recibirían $23.862 millones menos en concepto de coparticipación, a los cual se agregan unos $1.241 millones por la reducción en el Fondo de Aportes del Tesoro Nacional (ATN)”.

Este cálculo parte del concepto –erróneo– de que todos los años las variables impositivas no tienen que ajustarse por la inflación y que esa recaudación adicional, extra, que produce la efectivización del impuesto inflacionario es propia e irreversible del Estado Nacional. Tampoco toma en cuenta que por menor que sea la mejora, el Estado recaudará más impuestos por el mayor consumo con relación al momento previo. Por eso, más que un costo fiscal, el Gobierno seguirá recaudando más que lo que le debería ingresar por la estructura del impuesto, si hubiese ajustado correctamente el mínimo no imponible y demás deducciones, y si hubiera actualizado las escalas congeladas hace 16 años.