Si bien lidera un grupo que tuvo ventas por US$ 900 millones en 2014 a través de sus operaciones en la Argentina, Uruguay y Paraguay, está muy lejos del título de "rey de la soja" con el que se acostumbró a convivir. "No soy yo y distrae al interlocutor", responde terminante. Ingeniero agrónomo, músico y nieto de inmigrantes ucranianos, suele estar conectado 24 horas pero no transmite el estrés de quien vive de esa forma. "No tengo rollos con el poder, no me pesa ni creo que lo tenga, tampoco lo necesito. Es algo pasajero y en general no es buena compañía", resume ante la pregunta de LA NACION. En esa línea agrega que lo que más le preocupa de la Argentina es que "seamos una sociedad que prefiera tener razón a aprender".
La estabilidad macroeconómica, la integración regional y global y la inversión de bienes públicos de calidad, entre los que aparecen la educación, la salud, la seguridad e infraestructura, son para él los temas económicos que requieren más rápida resolución. También los incentivos para crear empresas locales de proyección internacional, integradas a pymes en diferentes segmentos de la economía.
Su tono es bajo y el ritmo, pausado. Mira a los ojos cuando habla y le gusta escuchar las opiniones más disímiles. Si bien aprendió desde chico que en el campo no hay horarios, siempre llega diez minutos antes de cada reunión y reparte su vida entre Buenos Aires, Carlos Casares (sede central del grupo) y las más insólitas ciudades del mundo en las que se conecta con los viajes y se desconecta de la agenda local. El grupo que lidera está en plena transformación: hoy es una empresa más concentrada en servicios que en la producción, integrada en la agroindustria, y con foco en la investigación y el desarrollo (I&D).
-¿Cómo impacta la caída de los valores de la soja?
- Tiene varios impactos. En la macro, con menores exportaciones y menor recaudación. En la micro, con productores endeudándose o con quebrantos, menores inversiones en tecnología y en capital, desincentivos, entre otros. Sin embargo, creo que focalizarnos en los precios exclusivamente es un error ya que son dados por el mercado internacional. Tenemos que poner foco en las políticas que permitan seguir con sustentabilidad económica, social y ambiental. Si estresamos al sistema y no reaccionamos a tiempo con las políticas, el riesgo de deterioro en los tres aspectos en muy grande. A mí me preocupa más la cantidad de soja que el precio.
-¿A qué se refiere concretamente?
- A cómo hacemos para aumentar la producción y la productividad, la competitividad frente al mundo. También la sustentabilidad y cómo hacemos un uso racional de los recursos. Si logramos esto estaremos parados esperando la suba de precios con fortaleza, si no lo hacemos cuando los precios suban será un tren que dejaremos pasar.
-¿Quién es el principal competidor de la Argentina en términos de producción agropecuaria?
- Estados Unidos, Brasil, Rusia, Ucrania, China y la India. Con respecto a la región perdimos varios puestos. Si hubiésemos crecido como Paraguay, Uruguay o Brasil, hoy deberíamos tener un 30% más de producción.
-¿Son sustentables los niveles de precios actuales?
- Desde el punto de vista exclusivo de la oferta y demanda no lo son, ya que los precios deben incentivar mayores producciones para atender una demanda que no cesa de crecer. Pero hay otros factores que impactan sobre los precios, por ejemplo, el precio del petróleo, la relación entre monedas. Desde mi punto de vista las malas noticias ya las vimos y las estamos sufriendo, ahora resta esperar cómo será la evolución.
-¿Hay un paralelo entre lo que ocurre con la sobreoferta de petróleo a nivel global y la realidad de la soja hoy?
- No, son mundos diferentes. La soja hay que sembrarla todos los años, son estímulos y decisiones de millones de productores. En el petróleo son decisiones de más largo plazo de jugadores más grandes y pocos.
-¿Qué balance hace de la gestión Kirchner en términos de política de agricultura?
- Lo único que podría analizar son los resultados. Después de una década de buenos precios y un sector activo deberíamos producir por lo menos 140 millones de toneladas, haber creado una industria de proteínas fuertes [N. de la R.: hoy se producen poco más de 100 millones], con jugadores nacionales de gran impacto y globalizados, con economías fuertes. Eso no ocurrió y creo que perdimos una gran oportunidad. No hubiésemos tenido problemas de reservas, exportaciones y la recaudación hubiese sido mayor. Debemos aprender de esta experiencia y corregir los errores rápidamente sin prejuicios. También hay cosas destacables como, por ejemplo, las transformaciones en temas científicos y tecnológicos. Hoy tenemos una plataforma muchísimo mejor que hace 8 años.
-¿Qué posición tiene frente a los niveles de retenciones actuales?
- Lo vengo sosteniendo desde 2003: son impuestos que concentran la riqueza en lo geográfico y en los actores que les va mejor, deterioran los incentivos para invertir en tecnología y productividad. Creo que no sólo hay que reducirlas, hay que cambiar el sistema impositivo hacia impuestos a la tierra. Ahora el sistema está tan complicado que la baja o eliminación de las retenciones debe ser acompañada por algunos cambios en la ley de arrendamientos. Por ejemplo, obligando a arrendar por un plazo mínimo de 3 años. Si no se lo hace, el riesgo es que los mejores precios pasen a aumentos del valor de los arrendamientos y los emprendedores no puedan sobrevivir.
-¿Por qué se está dando una mayor siniestralidad respecto de los silobolsas?
- Creo que lo de los silobolsas son temas locales, venganzas personales o algo así. Es preocupante que no haya culpables y castigo para quien lo hace.
-¿Por qué cree que la figura del empresariado está desprestigiada en la Argentina?
- Los empresarios nos hemos aislado de la sociedad pensando que sólo con dar empleo y pagar impuestos era suficiente. Ahora nos damos cuenta de que hay que participar más, trabajando sobre las causas de los problemas y no sólo atendiendo las consecuencias. Creo que debemos colaborar en la construcción de un Estado moderno, que cree bienes públicos y genere un desarrollo con dignidad, es decir que aumente las capacidades de las personas.
-¿Se rompió la confianza?
- Me parece que la sociedad tiene expectativas del empresariado, pero no han sido correspondidas y está decepcionada. En cuanto esto cambie veremos también cambios positivos en la percepción.
-¿Por qué hay cada vez menos grupos argentinos?
- Porque no hay incentivos y cada vez valemos menos en los mercados internacionales, somos baratos para que alguien nos compre. Esto es porque los permanentes shocks en la economía hacen que finalmente los empresarios traten de maximizar resultados en el corto plazo y no en el largo plazo. En el resto del mundo se preguntan cómo hacen para soportar esa situación. La respuesta es que cada vez hay menos compañías nacionales.
-Usted dijo que la brecha entre ricos y pobres se tiene que reducir por el crecimiento del PBI per cápita y no por nivelar hacia abajo...
- El problema es la inclusión y no la redistribución. La redistribución puede ser nociva si no va acompañada de mejora de las capacidades de las personas. Por ejemplo, ser libre, autónomo, empleable, solidario, saludable. Es decir lo que propone Amartya Sen. La inclusión necesita sí o sí de estas capacidades. Creo que todavía estamos a tiempo de ser la Inglaterra de la Revolución Industrial del siglo XVII o XVIII. Pero el tren ya esta pasando.
LA PEÑA
Horarios: flexibles
Redes sociales: conectado
La decisión más difícil: ajustes en la empresa luego de las crisis
La frase que lo define: es preferible aprender a tener razón
El lugar de su familia: "son lo más", dice
Su otra pasión: la música. Sigue con el Trío Cruz del Sur, con el músico Gustavo Hernández y prepara un concierto de música de cámara argentina para el Centro Cultural Recoleta
Deporte que practica: correr
El dato: lanzará una nueva empresa de tecnología
Cuadro del cual es hincha: Argentinos Juniors
@gustavogrobo
Ingeniero Agrónomo
"A mí me preocupa más la cantidad de soja producida que el precio".