El recordado actor británico Peter Ustinov, con su fina ironía, afirmó que "para llegar a la verdad, el alemán suma, el francés resta y el inglés cambia de tema". Tal vez Ustinov no llegó a conocer demasiado a los argentinos como para completar su sentencia con alguna acción característica de quienes vivimos en esta parte de la Tierra como el macaneo. Pero el propio Ustinov nos regaló otra frase digna de nuestros actuales gobernantes: "Los diplomáticos son personas a las que no les gusta decir lo que piensan. A los políticos no les gusta pensar lo que dicen".

Tal crítica podría caberle al jefe de Gabinete, Jorge "Coqui" Capitanich , quien, al exponer anteayer en el Senado de la Nación y al ser interrogado sobre la inseguridad, no tuvo mejor ocurrencia que contar con lujo de detalles las menciones que los canales de noticias hicieron de episodios policiales entre junio de 2012 y marzo de 2014. Tras escupir una sucesión casi interminable de cifras, medidas en porcentajes y en horas de aire, señaló que los citados medios televisivos llegaron a tener un total de 92.350 menciones sobre hechos delictivos.

Lo absurdo de la intervención del jefe de Gabinete no se agota en esa batería de datos numéricos que de poco sirven para enfrentar el flagelo de la delincuencia, sino en su particular conclusión: "Usted prende la televisión y siempre hay un ataque opositor al Gobierno".

Según esta particular manera de ver la realidad, que podríamos denominar "coquismo", la difusión de noticias asociadas a hechos de inseguridad no es más que un simple ataque a la Presidenta. Una afirmación de la cual podría deducirse que, para el Gobierno, la inseguridad es provocada por la instalación o la exacerbación que los medios hacen de los casos policiales diarios. Y que, llevada al extremo, podría colocar a los canales de TV al borde de una denuncia por terrorismo mediático, amparada en la ley antiterrorista sancionada por obra y gracia del kirchnerismo. Una norma que, según amenazó alguna vez el titular de la UIF, José Sbattella, podría ser aplicada contra los medios.

La actitud en el Senado de Capitanich, quien fue incapaz de revelar cuál es la tasa de pobreza, dejó en evidencia que al Gobierno no le interesa lo que pasa, sino lo que se cuenta a través de los medios.

Parece una contradicción cuando Cristina Kirchner ha dicho que no precisa de la prensa como intermediaria, ya que ella se comunica directamente con el pueblo. Pese a lo cual no dudó en montar una gigantesca red de medios oficiales y paraoficiales.

La obsesión por el relato llegó en las últimas horas a afectar las relaciones dentro del Gobierno. La expulsión de Jorge Coscia de la Secretaría de Cultura habría estado motivada por las desavenencias entre éste y el influyente director de la Unidad Ejecutora Bicentenario, Javier Grosman. Alguien le habría transmitido a la Presidenta que Coscia hizo a periodistas revelaciones inapropiadas sobre el órgano a cargo de Grosman. Como en su momento le ocurrió al ex canciller Jorge Taiana, ciertos funcionarios son castigados por ser sospechados de hacer revelaciones a la prensa que excedan las verdades de Capitanich.