En un solo mes, el Gobierno tuvo más déficit que en todo el resto del año. Y multiplicó por más de cuatro el rojo financiero que había acumulado en el mismo mes de 2012. En realidad, pareciera que se sinceraron muchos gastos, para los que no había autorización en la "ley de leyes" y que fueron incluidos a principios de noviembre por decreto de necesidad y urgencia.
A principios del mes un DNU sinceró muchas cifras. Y si en ejercicios anteriores todo se financió con recaudación superior a la mezquinamente prevista, esta vez no fue posible. Casi todo fue con más deuda. Fue una salto de $ 18.000 millones. Habrá que ver si no hay otra norma parecida antes de fin de año.
Las razones son sencillas. Los ingresos tributarios que corresponden al Estado nacional crecieron en noviembre sólo 21,3% respecto de un año atrás. El gasto corriente aumentó 37%. Por lo tanto, hubo que sacarle casi el triple que un año atrás al Banco Central. Y a pesar de que hubo suba en los gastos salariales, no parece estar allí el gran incremento del déficit. Por ese rubro la cuenta aumentó menos que el promedio del gasto corriente: 26,5%. Lo que hay que ver es cuánto puede durar ese nivel de erogaciones, con las crecientes presiones de los empleados estatales por aumentos de sueldo.
En cambio, los grandes saltos están en los intereses de la deuda, que crecieron 80%. Y el rubro Transferencias al Sector Privado, donde se cuentan los subsidios al consumo de servicios públicos, en sólo un año subió poco más de 50%. Y lo mismo que el promedio del gasto corriente (37%) creció el déficit de las empresas públicas, que llegó a $ 532,5 millones en un mes.
El resultado financiero del sector público arrojó un déficit que es casi cinco veces mayor que el de un año atrás: $ 9469 millones.
La forma en que este escandaloso bache se financia causa inflación y devaluación, ya que se recurre a emisión monetaria, liquidación de reservas del Banco Central y, además, se descapitaliza al sistema jubilatorio, al obligarlo a tomar deuda del sector público. Todo ello ocurre en momentos en que la presión impositiva alcanza niveles nunca vistos en la Argentina. Para los sectores formales, la presión sobre los ingresos iguala a la de países como Alemania y supera largamente a la de otros que se encuentran en crisis y en pleno ajuste fiscal, como España.
La tendencia es al agravamiento. El Gobierno acaba de aprobar un fuerte aumento de impuestos a automóviles de gama media y alta y también de motocicletas y embarcaciones.
Las mediciones privadas muestran una aceleración de la inflación, causada por las políticas monetaria, fiscal y cambiaria, y los reclamos salariales recrudecen. No hay a la vista un plan, ni siquiera medidas dispersas que apunten a frenar el deterioro. Las cifras muestran que la economía no tolera más estas políticas. Los resultados del alto gasto son peores que malos. ¿Qué tan buen prestador de servicios es el Estado? El nivel de ineficiencia estatal es calamitoso, mientras las autoridades sostienen que son capaces incluso de dedicarse a distribuir la energía eléctrica en el área metropolitana.
Es el mismo gobierno que en diez años no supo, no quiso o no pudo renegociar el contrato de concesión, que ahora quiere blandir. El mismo que no pudo regular adecuadamente al sector ahora quiere administrarlo. Lo dice Jorge Capitanich. En su provincia hubo que suspender un partido de la selección argentina de fútbol porque la distribuidora provincial no fue capaz de alimentar el sistema de iluminación del estadio.
El gasto público no sólo es de colosales dimensiones; además, es de una inigualable ineficiencia. Se podrá decir que en Alemania la presión impositiva es parecida. Pero allí las mejores autopistas del mundo no tienen peaje y la educación, la salud y la previsión social públicas son infinitamente mejores que en la Argentina.
Por otro lado, sería impensable que, como aquí hacía Guillermo Moreno, se promuevan actividades empresariales de dudoso cumplimiento fiscal. En todo caso, el argumento que blandía Moreno, según el cual si esos trabajadores no cumplían con el fisco no podían sobrevivir, es la muestra de que la carga llegó demasiado lejos. Y lo que se obtiene a cambio es, en general, de muy mala calidad.


