GUAYMAS.- La pesca de medusa es una actividad que en nuestros días ya muchas personas conocen, algunos a través de las noticias, otros porque han padecido sus estragos y olores atípicos. En el Estado de Sonora y principalmente en Guaymas, una gran cantidad de personas se ha beneficiado de manera directa o indirecta de esta pesquería y de las actividades económicas derivadas de ella.
Durante 2013 se capturaron aproximadamente 10,000 toneladas del recurso medusa bola de cañón, también conocido como aguamala, con este volumen se ubicaría en segundo o tercer lugar de la producción pesquera estatal. Este nivel lo ha mantenido desde el 2002, con excepción de algunos años en los que ha habido bajas capturas. La primera temporada de captura tuvo lugar en 1999 y desde entonces muchas cosas han cambiado, algunos de los hechos más relevantes se mencionan a continuación:
La especie que se aprovecha se denomina comúnmente medusa bola de cañón, su nombre científico es “Stomolophus meleagris”. Esta especie es relativamente inofensiva, por lo que es necesario distinguirlas de las auténticas “aguamalas” que son animales marinos parecidos pero con capacidad para causar dolorosas picaduras con su veneno neurotóxico que inyectan por medio miles de células a manera de arpones ubicadas en los tentáculos o “hilos”. El ciclo de vida de la medusa es un poco complejo: normalmente viven fijas bajo el mar, por ejemplo, en raíces de mangle, esta forma de vida se le llama pólipo y son microscópicos.
Durante el invierno los pólipos liberan millones de larvas en forma de disco, llamadas éfiras, las cuales, debido a su reducido tamaño no son visibles al ojo humano hasta finales del invierno cuando presentan su forma típica de media esfera o “bola” azul con un tronco interno conocido como piñón. También existen variedades en color blanco y con manchas de varios colores.
Es pertinente reconocer que gran parte de los aspectos biológicos y pesqueros fueron determinados en pocos años por un equipo de científicos del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), en colaboración con algunas empresas y cooperativas pesqueras locales, constituyendo un ejemplo para otras pesquerías. Aunque aún falta mucho por investigar sobre las medusas, se considera que los conocimientos básicos para establecer un plan de manejo ya se han generado y están a disposición de las autoridades de pesca.
La pesca de medusa es una de las más fáciles y a la vez más agotadoras que existen, ya que se encuentran en forma de grandes agrupaciones o “venas” y son tan lentas que pueden ser capturadas a mano limpia. Los pescadores utilizan una simple red de cuchara, “scoop” o “mariposera”, como también se le conoce. Lo difícil es que es un recurso de bajo precio por kilogramo, similar a la sardina, por lo que deben de subir a bordo entre 5,000 y 10,000 medusas para obtener una buena utilidad por jornada (2 a 3 toneladas aproximadamente). Algunos pescadores también separan el piñón y la campana a bordo de la panga para poder venderla a mejor precio.
Aunque esta pesquería nació con el siglo en México, en el continente asiático las cocinan desde hace casi 2,000 años y es un alimento muy conocido que se consume tradicionalmente durante las celebraciones del año nuevo chino. En Guaymas se han realizado algunas degustaciones de medusa preparada en ensalada, pero siguen siendo muy pocas las personas que han probado este producto en nuestro País. Antes de poder cocinarla, la medusa debe ser sometida a un proceso de curtido a base de sal y alumbre durante varios días llamado salado-deshidratado, al final del cual se obtiene un producto parecido a una tortilla gruesa, correosa y crujiente.
Durante los primeros 4 años los productos a base de medusa se exportaron a varios países asiáticos, entre los cuales estuvieron Malasia, Corea del Sur y Japón, pero desde hace casi 10 años todo se exporta a China, en el cual siempre hay demanda para este producto. Actualmente México es uno de los principales productores mundiales de medusa, junto con Indonesia, Bahrein, Tailandia y Pakistán, en su mayor parte gracias a la medusa de Guaymas.
En sus inicios muchos pescadores declinaron salir a pescarla debido a su bajo
precio y a lo cansado de su captura. Sin embargo, debido a la gran calidad de la
medusa de México en el mercado internacional, una buena cantidad de extranjeros
vinieron a comprarla y procesarla a México, con lo que la demanda y el precio se
incrementaron de manera importante. Esto ha traído consigo un problema bien
conocido en el sector pesquero: la sobreexplotación.
La sobreexplotación
Una de las señales más claras de la fuerte explotación que soporta la medusa es el acortamiento de las temporadas de captura. Inicialmente fueron de varios meses, comenzando en marzo o abril y finalizando en junio o julio. Esta situación cambió dramáticamente a partir de la apertura a la pesca comercial, de modo que la temporada de pesca se ha ido abreviando a tal grado que durante este año apenas sí duró un poco más de una semana. Otra de las señales es el elevado porcentaje de medusas en talla pequeña que son capturadas y que reducen el beneficio neto de la captura, ya que estos organismos rinden poco y muchos se desbaratan o se caen durante su transporte y proceso.
El frenesí que desencadena la competencia por medusa ocasiona otros efectos colaterales, como por ejemplo la pesca ilegal o furtiva, el exceso de esfuerzo pesquero (viajes) por tratar de sacar la mayor cantidad en el menor tiempo posible, naufragios por sobrecarga de la panga y la contaminación de las calles por vertidos del producto, por mencionar los más evidentes.
A pesar de que mucho conocimiento útil sobre biología y manejo del recurso medusa ha sido generada por científicos mexicanos, es lamentable que la falta de información y la voracidad por parte de algunos participantes de la pesquería no sólo afecte a la especie en sí, sino también a los pescadores e incluso los participantes en el negocio de la pesca. Las temporadas cada vez más cortas en Sonora, la captura de organismos cada vez más pequeños, y la falta de aplicación de estrategias efectivas de manejo hacen que el futuro de esta pesquería sea incierto a largo plazo.
Se requiere que una administración basada en el conocimiento biológico de la especie, además de la integración de los nuevos conocimientos generados en la relación de los recursos y el medio ambiente para aplicar una gestión basada en el manejo ecosistémico. El desconocimiento de muchos aspectos de la biología y la pesca de medusa bola de cañón es particularmente evidente en otros Estados de México, como Tabasco, Oaxaca, Nayarit, Sinaloa y Baja California Sur, donde los estudios científicos están muy atrasados con respecto al desarrollo de esta pesquería.
Se recomiendan algunas medidas prácticas para aplicar en el corto plazo: la realización de campañas de concientización a pescadores a base de pláticas, distribución de volantes y posters en los cuales se resalte la importancia del respeto de la talla mínima; el ordenamiento de las plantas temporales procesadoras de medusa; la presencia permanente de inspectores en los puntos de descarga de medusa que puedan verificar la legalidad de las embarcaciones que realizan captura de medusa, esto se considera más efectivo que la supervisión de documentos a los transportistas en el camino.
No hay duda de que se deben dedicar más esfuerzos entre los participantes de la pesquería de la medusa bola de cañón (pescadores, empresarios y autoridades) para llegar a acuerdos que garanticen el aprovechamiento sostenible de ésta y evitar la repetición de las tristes historias de otras pesquerías, como el pepino de mar, erizo y totoaba, que sucumbieron a la ambición de los comercializadores, y la falta de conciencia del sector pesquero en general.


