Sin que nadie saque a relucir el tema, y quizá como una forma de evitar eventuales críticas, el canciller Héctor Timerman expresó ayer en un encuentro con embajadores latinoamericanos que " el proteccionismo es un mal necesario en todo el mundo y hay que convivir con ello".
Así hizo una defensa sistemática y elíptica del modelo de trabas comerciales que impuso la Argentina en los últimos años y que tantas quejas cosechó entre los distintos actores del comercio internacional, incluidos los países vecinos.
Timerman destacó que en el contexto de la cumbre del G-20 y en la Organización Mundial de Comercio (OMC) se escuchan quejas de todos los países del mundo sobre el proteccionismo.
También dijo que los problemas de proteccionismo son propios de la interacción entre países. Así trató de justificar los polémicos mecanismos de trabas comerciales que fija hoy la Argentina.
No hubo reproches ni contrapuntos, pero quedó flotando en el aire un clima de malestar con el Gobierno por su política comercial.
Las expresiones de Timerman se dieron ayer al mediodía en la embajada de Brasil, durante un almuerzo que el canciller compartió con el vicecanciller brasileño, Eduardo Dos Santos, y el anfitrión, el embajador Everton Vargas.
Al jefe del Palacio San Martín lo escoltaron el vicecanciller Eduardo Zuain y el secretario de comercio exterior de la Cancillería, Eduardo Costa.
Lo escuchaban atentos 20 embajadores latinoamericanos que integran el Grupo Latinoamericano y del Caribe (Grulac), un espacio de consensos y debate que depende de la ONU.
Antes del encuentro se había generado mucha expectativa ya que hace un mes, en una reunión de embajadores del Grulac, hubo un intento de hacer un planteo formal a Timerman para quejarse por las trabas comerciales que impone Guillermo Moreno. Pero nada de esto se escuchó ayer en la embajada de Brasil.
Quizá para adelantar la jugada y desterrar objeciones, Timerman tomó la palabra: calificó como "un mal generalizado en el mundo" las políticas proteccionistas.
Dijo que este tema se había hablado en San Petersburgo en la cumbre del G-20 y que era un constante debate en la OMC.
Claro que no se detuvo en los métodos ajenos a las reglas del comercio internacional que muchas veces impone Moreno para frenar las importaciones.
Costa asentía cada una de las palabras de su jefe y apenas pudo plantear algún comentario. Así lo cotejaron al dialogar con la nacion varios de los comensales en la embajada de Brasil.
Por otra parte, Timerman se cruzó unos minutos con el embajador de Uruguay, Guillermo Pomi, aunque los presentes aseguran que hubo un saludo "muy frío y protocolar", y que no se habló del conflicto abierto con Montevideo por la pastera Botnia.
En rigor, el único gesto de distensión lo arrojó Timerman hacia Venezuela al plantear que con la administración de Maduro los une "una alianza estratégica en todos los campos", aunque también hubo elogios a Brasil y sus afinidades con la política exterior argentina.
También hubo un espacio para reiterar las críticas que Cristina Kirchner hizo en la ONU al Consejo de Seguridad por el sistema de vetos para la toma de decisiones que tienen los cinco países que son miembros permanentes del organismo.
Timerman habló además de Siria y se refirió a "una guerra del mal contra el mal" en abierta referencia a Estados Unidos y al régimen de Damasco, que preside Bashar Al-Assad.


