Exportar es bueno porque implica pasar de un mercado potencial de 41.6 millones de consumidores a uno de 7.101 millones, lo cual no es poca cosa a la hora de decidir una inversión. Inversión que puede proyectarse frente a comercio mundial de carne bovina que crece 104 mil toneladas por año desde 1964, en vez de limitarse a crecer al ritmo de la tasa de natalidad argentina.

Exportar es bueno porque implica dejar de depender de los vaivenes de una sola economía (la local) a mixturar los desempeños de cientos de economías. Exportar aumenta el promedio del peso de faena, por mayor participación de los novillos pesados en la producción total. Esto hace que se produzcan mas kilos con la misma cantidad de terneros, sin tener que caer en la tentacion de implementar medidas condenadas al fracaso como el peso mínimo de faena.

Exportar es bueno porque es una parte (la mitad) del comercio internacional. O sea, la industria capaz de convertir una bolsa de chinchulines en un Smartphone chino, una lata de corned beef en fuel oil venezolano o un lomo congelado en dólares.

Exportar es bueno porque rompe con el círculo vicioso del ciclo ganadero, según el cual los buenos precios generan excedentes 3 años mas tarde, lo que genera malos precios y faltantes 6 años después.

Cuando la exportación funciona, los excedentes se exportan y nunca se producen faltantes. Exportar es bueno porque hace lugar en el mercado local para nueva producción, que de otro modo no tendría demanda. Le quita presión a producciones como pollo y cerdo, que son las primeras en sufrir cuando el mercado se satura de carne bovina, y a la carne bovina proveniente de las regiones menos productivas del país. Hacer un espacio en el mercado, es lo que necesitan producciones como los corderos, cabritos, búfalos, ñandúes y demás carnes no tradicionales; que se producen en regiones marginales para la ganadería bovina o en pequeños criaderos como los conejos y los productos de la piscicultura.

Exportar es bueno porque permite la aparición de nuevos actores en la cadena, además de los ya existentes. Al ampliarse el volumen, donde antes había un frigorífico, ahora puede haber dos; donde ahora hay dos frigoríficos pequeños que solo subsisten, puede haber dos grandes frigoríficos que crecen. En cualquier caso, habrá mayor producción, con el consiguiente aumento de la recaudación fiscal nacional. También habrá mas competencia que tenderá a mejorar los precios que reciben los productores y los que pagan los compradores.

Exportar permite usar toda la capacidad instalada ociosa. Actualmente es enorme en la industria cárnica y el capital humano ya capacitado que por la última crisis quedó en la calle.

Exportar obliga a subir calidad local para competir con la calidad internacional. Las razas de carne que usamos actualmente, la refrigeración, los frigoríficos azulejados, fueron novedades introducidas para poder exportar.

Exportar permite colonizar nuevos mercados para otros productos usando el conocimiento de la marca generado por la carne. Algo así como :”Vea don Boris, son fideos argentinos ¿Le gusta nuestro churrasco? Estos son igual de buenos”.

¿Existe “El Cuco”? ¿Exportar hace subir los precios? Dado que es mas fácil exportar lomos que asados (o puchero, o cualquier corte con hueso), posiblemente exportar mas solo haga subir momentáneamente el precio del lomo y bajar el del asado. Un caso de subsidio de quienes comen cortes premium a los consumidores populares, digamos.

Respecto al los precios en general, hay dos situaciones: Se es exportador, y el precio interno tiende a parecerse como máximo al precio internacional menos el flete; o se es importador y el precio local tiende a parecerse como mínimo a a ese precio mas el flete.

Claramente es mejor ser exportador que no serlo y la diferencia entre ser o no ser es una tonelada. Finalmente, exportar no sube los precios locales si puede crecer la producción. Si producimos 10 y exportamos 1 quedan 9 para el mercado interno. Si producimos 20 y exportamos 11 también quedan 9 para mercado interno. Es lo mismo, pero con miles de nuevos empleos generados. Empleos generados en regiones en las cuales no hay industrias, ni tiene sentido que las haya: en el interior del interior. En los pueblitos que luchan por no desaparecer.

Durante mucho tiempo se pensó que primero debería crecer la producción para luego exportar. Una exportación basada en los excedentes del mercado interno. Esto jamás ocurre, ya que cuando la producción crece el mercado se satura de carne, el precio se desploma y se termina la producción. Exportar solo lo que sobra convierte al país en un proveedor poco confiable. Digamos que se convierte en un empleado que va a trabajar solo cuando le agarra hambre: Difícil que llegue a gerente.

Si la exportación se pone como prioridad, la nueva demanda va incentivando a la producción. Argentina está muy lejos de aproximarse al techo productivo ganadero. De este modo el crecimiento sectorial se financia con las ganacias ingresadas desde el exterior y no con créditos subsidiados por el estado o por los consumidores locales. Para exportar no hace falta nada que no tengamos, solo cambiar de mentalidad.

* El autor es productor. Productor Autoconvocado, criador, en la zona de Ambrosetti, Santa Fe