Pareciera que la seca argentina se está cortando. Hubo lluvias en los últimos días. Algunas de consideración. Otras, escasas. Pero lo importante es que los pronósticos revelan más días de humedad.

De acuerdo al reporte del GEA, se registra una alta variabilidad en las condiciones de los diferentes lotes de soja según sea el volumen de agua caído. Una persona parada en alguna parte elevada en el campo, por ejemplo, puede apreciar cómo las lluvias benefician a unos lotes, y a otros los dejan de lado.

Es evidente que hay un cambio de humor.

Si las precipitaciones continúan, la productividad mejorará. No será un cambio radical pero sí, una mejora.

Donde las lluvias sobrepasen los 30 mm es razonable aguardar una interesante recuperación.

Así todo, difícilmente se supere el nivel de 50 millones de toneladas. Las chauchas se han formado con pocos granos. Las vainas no llegan, al menos en gran parte de la superficie implantada, a superar la cantidad de tres granos.

La soja está atravesando el período crítico, cuando se define buena parte del rinde. En gran parte la cosa fue negativa. Pero todavía queda un resto para elevar la productividad.

En tanto en Brasil, la operatoria de cosecha avanza raudamente, en la zona más bien sur. Porque en el norte, por las abundantes lluvias, la acción se demora.

La trilla ya habría llegado al 15% de la producción estimada, muy por encima del promedio de las últimas 5 campañas.

Vale destacar que más del 60% de la soja nueva de este país está vendida, cuando el promedio para esta época del año en otras campañas apenas llega a 40%. Días atrás, Celeres reportó datos que permiten estimar que las ventas cubren el 59% de la producción proyectada; el número es destacable pues, en el año anterior, tal guarismo llegaba al 42%.

Las ventas anticipadas, en tal volumen, habrían incidido en las bajas de precios.

Debe considerarse la apreciable congestión de buques en los puertos que retrasan la salida de mercadería para los mercados internacionales. Esto adelanta los graves problemas logísticas que sufriría el país con una cosecha elevada. Y puede ser un factor de presión, dentro de unos meses, a la suba en los precios.

Sin embargo, la oferta de Brasil pesa fuerte en los mercados. De hecho, está induciendo a los operadores a cancelar los compromisos contraídos con oferentes de EE.UU. para tomar mercadería de este país, hoy por hoy, más competitiva.

Así hubo muchas cancelaciones de embarques procedentes de Norteamérica.

Mientras tanto en la Argentina, la resistencia de los productores a vender es notable.

La comercialización de soja disponible se halla prácticamente detenida pues poca es la existencia en los campos. Y con relación a la soja nueva, pocos se inclinan por cerrar ventas.

No hay mayores incentivos para efectuar ventas.

La idea generalizada de que los actuales valores internacionales son bajos, a consecuencia de las predicciones de una gran oferta de América del Sur que no se cumpliría, básicamente por el menor aporte de la Argentina, es la que motiva la resistencia.

La percepción de que la tasa de devaluación del peso contra el dólar irá en crecimiento, en un contexto de alta inflación, por otro lado, invita a los productores a aguardar.

Tal comportamiento, presionaría poco a poco sobre los valores al forzar a la demanda a mejorar los precios ya que la oferta procedente de EE.UU. es muy limitada y buena parte de la cosecha de Brasil ya está comprometida.

En suma, la estacionalidad es seguramente la que define, hoy por hoy, los precios. Porque está ingresando la oferta de Sudamérica, con una cosecha brasileña avanzando hacia un volumen, presumiblemente récord.

Pero una vez superada, es posible que se adviertan mejoras. Si el mercado toma nota de que el volumen en la Argentina no llega a 50 millones de toneladas, más clara será suba. Sobre todo porque los productores, seguramente, adoptarán una estrategia de venta en “cuenta gotas.”