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El INTA Rafaela diseñó un sistema de lagunas de estabilización que reduce sustancialmente los niveles de contaminación en los tambos. En Pujato Norte, la estructura le permite al Establecimiento “Don Miguel” un manejo automático de los residuos, con la posibilidad de incorporarlos como fertilizantes en los lotes con mayor precisión y menores riesgos.



Separación. Una de las piezas clave del sistema es el filtro que separa los sólidos, que van a compostaje, de los líquidos que se estabilizan en las lagunas

Se equivoca quien cree que la única opción para resolver los problemas que generan los efluentes en un tambo es esparcirlos por el campo con un tanque estercolero. Aunque los técnicos lo recomiendan -con probados beneficios- para mejorar la fertilidad de los suelos, se trata de una práctica que deja varios cabos sueltos: desparrama enfermedades y semillas de maleza; no admite la dosificación de nutrientes, con el consiguiente riesgo de “regar” en exceso; demanda gran cantidad de horas-hombre y horas-máquina; y no resuelve el problema de contaminación ambiental que generan las cavas a cielo abierto.


La alternativa superadora surgió desde el INTA Rafaela y ya encontró gente dispuesta a ponerla en práctica. Consiste en un sistema de “lagunas de estabilización” que separa líquidos de sólidos, opera automáticamente y, además de impedir la contaminación aérea y subterránea, ofrece otras posibilidades como la reutilización del agua para la limpieza de las instalaciones, generación de biogás y fertilizante sólido capaz de ser medido para ajustar la dosis en el campo.


En el Establecimiento Don Miguel, un tambo de 300 vacas en ordeñe en Pujato Norte -40km al oeste de la capital santafesina-, Carlos Sureda se decidió por este esquema tras asesorarse con los técnicos del Proyecto Lechero. Necesitaba resolver el destino de unos 400 litros de agua y bosta que luego de cada ordeñe se vertían a una cava y el sistema del INTA le pareció el más conveniente. Con un gasto inicial importante -aunque comparativamente no resultó tan oneroso frente a las demás variantes- en sólo dos meses la obra estuvo lista. Ahora cuenta con la posibilidad de utilizar con eficiencia su propio fertilizante, además de lograr la habilitación para poder volcar al canal público las aguas tratadas y mejorar el estatus ambiental del establecimiento.


Una opción conveniente

“Esta inversión inicial es el doble de lo que cuesta un tanque estercolero”, apuntó Sureda, pero aclaró que mientras el implemento hubiera demandado “una gran cantidad de horas hombre”, las lagunas de estabilización “no tienen costo operativo de funcionamiento”.


El sistema consta de una cámara de bombeo desde donde se impulsan los efluentes del corral de espera hacia un filtro que separa los sólidos -que se acumulan en un playón de hormigón- de los líquidos, que pasan a un circuito de 4 lagunas: una anaeróbica, dos facultativas y otra de maduración (las dos primeras recubiertas con nylon de 1000 micrones para evitar la lixiviación de agentes contaminantes hacia las napas). La anaeróbica tiene 4 metros de profundidad y unos 900 metros cuadrados; allí actúan las bacterias descomponiendo los restos orgánicos que van sedimentando y es donde podría captarse biogás. En las dos siguientes el efluente se estabiliza por numerosas reacciones bioquímicas que realizan microorganismos aeróbicos y facultativos, algas y zooplancton. Finalmente el agua tratada desemboca en una cuarta laguna a modo de reservorio.


El circuito es automático: el bombeo arranca cuando sube el nivel en la cámara de acumulación y luego el líquido pasa de una laguna a otra por vasos comunicantes de caño plástico. En el playón de sólidos, una vez que se acumula suficiente cantidad -aproximadamente cada un mes-, la materia orgánica se mueve con la pala frontal unos pocos metros para compostar naturalmente.


El titular del establecimiento destacó que con el sistema de tanque estercolero una cava debería vaciarse, al menos, una vez a la semana para distribuir los efluentes en el campo. “Yo se que en algunos tambos el estercolero no para; va todos los días o día por medio”, agregó. Eso no sólo implica un mayor gasto por utilización de máquinas, consumo de combustible y personal aplicado, sino que conlleva los riesgos de no tener cuantificado lo que se esparce en el campo. “La experiencia que hay en otros países donde reutilizaron como abono los efluentes del tambo es que se pasaron de rosca y contaminaron el suelo y el agua, por ejemplo con exceso de nitrógeno”, resumió Sureda. Su intención, por lo tanto, es lograr un “abono controlado” para evitar experiencias negativas, compostando la materia orgánica, analizando el resultado final para determinar el contenido de minerales y ajustar la dosis al requerimiento de los lotes. En primera instancia, esta podría ser la mejor manera de amortizar el gasto: “porque si no hay que ir a comprar fertilizante afuera”.


Movimiento de tierra, el mayor costo

Daniel Cardozo, socio gerente de Vialar Construcciones SRL, empresa encargada de montar el sistema, destacó que “la mayor inversión es el movimiento de suelo”. En el campo de Sureda, los 2.500 metros cúbicos que hubo que movilizar “nos demandaron como un mes, porque no sólo hay que excavar sino que además hay que reacomodar la tierra y hacer un terraplén”. El talud tiene 50/60cm y sirve tanto para fijar el nylon como para evitar el ingreso de agua de lluvia por escurrimiento.


“Por la profundidad que tiene, para hacer la primera laguna se necesitó una retro a oruga, pero las demás pueden excavarse con retro pala tranquilamente”, agregó.


La impermeabilización resultó una dificultad, porque sólo hay dos empresas en el país que lo hacen: una en San Juan y otra en Mendoza. Para recubrirlas se usaron unos 700 metros cuadrados de nylon de 1.000 micrones. “Son rollos de 2.5 metros que se fusionan por temperatura”, precisó Cardozo, y agregó que “en un día montaron el de las dos piletas”. Al respecto, Sureda comentó que el nylon es optativo, pero es lo ideal para evitar una lixiviación de contaminantes hacia las napas, sobre todo en la anaeróbica que es más profunda. “Nosotros, por una cuestión presupuestaria, optamos por cubrir las dos primeras”.


El playón de sólidos tiene de 8 x 16m y 15cm de espesor, por lo que se usaron aproximadamente de 25 metros cúbicos de hormigón armado. Allí opera el filtro, un tamiz estático de malla de acero inoxidable con una trama de 1.25mm que separa los restos gruesos de materia orgánica (mayormente bosta) y trabaja con una capacidad de 83 metros cúbicos por hora. El único mantenimiento que demanda es limpiar la malla de acero inoxidable con un cepillo cada 10 días


El pozo de bombeo, que se situó a pocos metro del tanque de frío, combina una loza de hormigón con paredes de mampostería y tiene una capacidad de 4.5 metros cúbicos, que se vacían con una bomba estercolera de 3HP. “Le agregamos un sistema de desborde para evitar cualquier inconveniente ante una falla de bombeo; es otro conducto que deriva el efluente hacia el zanjón donde se vertía anteriormente”, precisó el constructor.


Subproductos y medioambiente zonal

El sistema está diseñado para 500 vacas en ordeñe, por lo que se previó un margen importante de crecimiento del rodeo. El empresario destacó la capacidad de la estructura para soportar saturaciones eventuales. “Por ejem