La lógica de los inversores, en este punto, es irreprochable.Entienden que con la tonelada cotizando firme en torno a los US$ 650 los incentivos a la siembra serán irresistibles. Y aunque esa mayor producción pueda el día de mañana tender a reacomodar a la baja el valor de la oleaginosa (Argentina ya es formadora de precios en soja y maíz), en los términos que les interesa a los que atesoran los cupones, el aporte estaría hecho.

Porque al contrastarse una campaña de 40 millones de toneladas (la actual, afectada por la sequía) con otra de 54 millones (la que se espera), el aporte al crecimiento (es decir, al cálculo del PBI) será tan importante que hasta hará muy posible el pago de un nuevo servicio de renta en 2014.

No en vano estos activos, que vienen de ganar entre 7,5 y 10% en agosto, ya acumulan mejoras del 2 al 3,5% en lo que va de septiembre.Lo del cupón fue lo único destacado de otra jornada chata de negocios en la plaza local, en la que la Bolsa marcó su sexto retroceso consecutivo (-1%) y mayoría de bajas entre los bonos, más allá de sus monedas.Afuera, en tanto, crecen los nervios en torno a lo que pudiera resolver el BCE mañana.

Y a Wall Street le preocupó saber que la actividad fabril en EE.UU. se contrajo en agosto y por tercer mes consecutivo hasta llegar a su nivel más bajo desde 2009. Tanto que hasta se pasó por alto que esto podría acelerar la decisión de la Fed de aplicar un nuevo estímulo a la economía.