Algunos creyeron que este año podría hacer lo mismo y liquidar parte del atraso cambiario acumulado. Pero resulta que la actual recesión no ha reducido el ritmo de incremento del costo de vida.
De manera tal que el Gobierno no puede contener el precio del dólar. Si sostuviera el precio oficial y el mercado libre, sufriría una violentísima fuga de capitales. Si devaluara formalmente, creen los funcionarios, impulsaría la inflación. Y el Gobierno debería emitir todavía más pesos para comprar reservas. La administración que basó su modelo en el tipo de cambio competitivo y el superávit fiscal tiene ahora déficit en las cuentas públicas financiado con emisión y requiere del atraso cambiario para poder pagar la deuda. Y también para gastar menos pesos para pagar el récord de importaciones de electricidad e hidrocarburos para evitar que estalle la crisis energética.
Demasiados problemas acumulados. ¿Alguien prevé un estallido al estilo 2001? Nadie. Pero en sectores políticos y económicos nadie es optimista sobre la habilidad del Gobierno para salir de la encerrona. En la que parece haberse metido solo.
El peronismo mira con atención. Entre los gobernadores, dicen los que hablan en confianza con ellos, crece la preocupación. "Hoy todo permite prever que el próximo gobierno será peronista, con reelección de Cristina o sin ella, nadie quiere tener que administrar una herencia ruinosa; mucho menos que los desaguisados comprometan el futuro electoral del PJ", dice un empresario que recibió el mensaje.
El mensaje es que hasta octubre la mayoría, con la excepción de De la Sota, prefiere esperar. Ese mes sería el límite, si la situación siguiera empeorando. "Nadie habla de una rebelión, pero si para entonces la situación sigue empeorando, sería más fácil convencer a Cristina de que haga correcciones", afirman que escucharon las fuentes de boca de los mandatarios. Por dos meses más sólo habría más "profundización del modelo".


