Mientras en Bruselas, en Pekín o en Washington los Obama y los Merkel, y sus cientos de calificados asesores discuten arriba de presupuestos y proyecciones con la mejor información disponible, aquí las cuestiones se deciden de una forma más expeditiva y quizá menos pensada, lo que también es cierto.

Si Luis XV dijo alguna vez "el Estado soy yo", para resumir cómo se manejaban las cosas en la Francia absolutista del 1700, el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, puede afirmar sin ningún temor a equivocarse que "el mercado soy yo". ¿Cabe alguna duda?

Los ejemplos sobran. La semana pasada, con motivo del bloqueo de una decena de plantas lácteas en las provincias de Santa Fe y Córdoba por parte de tamberos enojados por los anuncios de bajas de 7 centavos en el litro de leche, Moreno ordenó a la industria láctea no tocar los precios y mantenerlos hasta diciembre. Y como es costumbre, no faltó la amenaza "o mantienen el precio o entregan las llaves", con la descabellada idea "in pectore" de formar cooperativas de productores y obreros con las empresas que no cumplan.

Una vez más, la inspiración divina que cayó como un rayo le permitió al secretario de Comercio sortear el engorroso proceso de detenerse a analizar una realidad compleja: la fuerte caída de las cotizaciones internacionales de la leche en polvo, la clásica baja de precios de primavera por la mayor producción estacional, las dificultades aduaneras y comerciales para exportar quesos a Brasil. Y que la fluidez exportadora será la clave en los próximos meses, ya que el 40% de la producción deberá ubicarse afuera como para no arruinar el mercado interno.

La situación está muy lejos de resolverse: la industria no podría aguantar más de 30 días el ajuste y los tamberos reclaman no sólo que se sostengan los precios sino una fuerte mejora de los mismos. Como al resto de los actores de la economía, la inflación le viene incrementando los costos de producción y limando día a día la renta. Pero el Gobierno está decidido a trabajar sobre las consecuencias y no las causas del problema. Esto también quedó claro en la celebración del Día Nacional de la Avicultura con el ida y vuelta que mantuvieron la ministra de Industria, Débora Giorgi, y Roberto Domenech.

El presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), una entidad próxima al Gobierno, había observado como condición para seguir creciendo que la exportación sea tomada "como un camino sin retorno". Este año la producción alcanzaría las 2 millones de toneladas, casi triplicando la de una década atrás, mientras que de la exportación ingresarían 650 millones de dólares. Advirtió que "no hay forma de redestinar al mercado interno las toneladas destinadas a la exportación sin generar una fortísima crisis en el sector". Y finalmente se animó a pasar el mensaje al Gobierno sobre el gran problema que enfrentan "salvo excepciones, volvemos a estar caros en nuestras cotizaciones". La ministra Giorgi se encargó de dejar en claro que no habrá cambios en el manejo de las grandes variables de la economía y que no se estudian medidas monetarias. En cambio, anunció créditos de los bancos Nación y BICE a tasa subsidiada para el sector, les aconsejó que para solucionar los problemas de importación de vacunas, que ponen en riesgo el status sanitario del país, no hay nada mejor que hablar con los secretarios de Comercio Exterior e Interior y les recetó mayores dosis de asociativismo y capacitación. Traducción: el sector avícola tendrá que prepararse para sufrir en los próximos meses una mayor pérdida de competitividad porque la inflación seguirá vivita y coleando, ya que para el Gobierno no existe.

Vale recordar que de la actividad avícola dependen 100.000 puestos de trabajo de forma directa e indirecta. Un número demasiado grande y sensible que comienza a ponerse en juego. Algo parecido ocurre con las economías regionales, de alto impacto en el empleo, que también enfrentan el incremento de costos y algunos inconvenientes particulares, como el cierre del comercio brasileño o la pérdida de preferencias arancelarias con Estados Unidos tal como le sucedió en estos días a la frutilla congelada. Para colmo, a tono con el ajuste fiscal que el gobierno nacional impone a las provincias, prácticamente se dejó de girar plata para los fondos especiales como es el caso del tabaco o las emergencias. No sea que todavía los gobernadores puedan desviar esos fondos para pagar sueldos o aguinaldos.

El humor que podría llegar a cambiar la próxima semana es la de los chacareros para la siembra del maíz. A contramano de lo que se viene haciendo, se abriría un cupo de exportación de por lo menos 15 millones de toneladas. Claro, siempre y cuando Guillermo XV lo permita.

"De no modificarse el revalúo nos encontraremos con una rebelión fiscal de hecho"

Alberto Frola Presidente de Carbap

10% Menos de fertilizante para la campaña agrícola 2012.