La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que preside el brasileño José Graziano Da Silva, recomendó a los países de América latina permanecer en alerta ante los efectos que una recesión mundial podría tener en la seguridad alimentaria de su población.

En su último informe trimestral, que incluye de octubre a diciembre de 2011 y una proyección para el año que comienza, la FAO recalca que la incertidumbre marca el escenario económico mundial y obliga a los países a mantenerse en alerta por las amenazas de una recesión podría representar para su seguridad alimentaria en la región.

El reporte sostiene que año 2011 muy positivo desde el punto de vista de la producción de alimentos, con un rol fundamental de América latina, lo que dejó a las existencias mundiales de cereales 10 millones de toneladas por encima de las que había en 2010. La producción también fue récord, en torno a 2.323 millones de toneladas, 3,5% superior a 2010/11, estimó FAO.

Pero esa mejora de la producción impulsó una baja en los precios internacionales, en torno a 10% entre junio y diciembre últimos, tendencia que se mantuvo en el último trimestre del año pasado y que, de alguna manera, posibilitó mantener una baja inflación alimentaria y de los índices de precios al consumidor en América latina y el Caribe, en torno al 7% según el informe de precios de enero 2012.

La organización que conduce Da Silva alabó que los gobiernos de la región hayan enfrentado adecuadamente la volatilidad de los precios de los alimentos con distintos programas internos y barreras al comercio exterior, como el caso de Argentina con la exportación de trigo.

Pero, la FAO resalta que el desafío 2012 estará dado por tratar de evitar coletazos que una eventual recesión en Europa traerá aparejada para las economías latinoamericanas.

Un crecimiento más lento a nivel global implicará que el comercio internacional disminuya sus tasas de crecimiento y probablemente la situación incida en los precios de los productos básicos, sostiene FAO, que advierte que esos factores podrían derivar en menores tasas de crecimiento del empleo y en los ingresos de la población de América latina y el Caribe, lo que repercute en la capacidad de acceso de los más pobres a los alimentos.